Las líneas de investigación desarrolladas por el doctor Michea profundizan en los mecanismos causales del daño cardiovascular y en el riñón, estudiando específicamente hipertensión arterial y enfermedad renal. Para esos experimentos, utiliza un modelo animal al cual intervienen subiendo la angiotensina II –hormona peptídica que causa vasoconstricción y que, cuando está aumentada, produce alza en la presión arterial-; o sea, un ratón hipertenso. Pero se dieron cuenta de que el exceso de angiotensina II no tenía efecto si es que el animal consumía una dieta rica en sodio (Na) pero baja en cloruro de sodio (NaCl). Es decir, no subía la presión.
“Hemos visto que cuando a estos ratones se les brinda una dieta con un 60% menos del cloruro que normalmente tiene pero manteniendo un aporte normal de sodio, quedan protegidos de la hipertensión. Además, la función del riñón en términos de eliminación de agua y sal por la orina se mantiene normal”, explica el académico. Paralelamente, agrega, “en otras investigaciones descubrimos que si eliminamos las células dendríticas -células especializadas características del sistema inmune, presentadoras de antígenos y cuyo rol es orquestar la reacción inflamatoria- en este modelo animal, también quedan protegidos contra la hipertensión. Entonces, en este nuevo proyecto Fondecyt 2021 lo que queremos saber es si cuando se baja el cloruro en la dieta lo que se modula es la activación de estas células inmunes, que son necesarias para que se desarrollen las alzas en la presión arterial”.
Y es que, detalla, cuando se tiene una ingesta de sodio y de cloruro normal, estas células se transforman en células proinflamatorias, prohipertensivas; “y como vemos que cuando les bajamos los niveles de cloruro se previene la hipertensión, pensamos que eso se debería a que las células dendríticas no toman este fenotipo deletéreo”. De esta forma, identificarán específicamente cuáles son las células dendríticas involucradas, en qué zona del riñón se encuentran, con qué células de ese tejido interactúan, y estudiarán qué cambia en su expresión de genes que las haría ser pro hipertensivas frente a altos niveles de cloruro de sodio.
¿El cambiar la función de las células dendríticas podría tener otros efectos además del protector frente a la hipertensión?
- Por ahora no hemos observado que el hecho de disminuir el cloruro al 40% de lo normal tenga efectos secundarios perjudiciales. In vitro, cuando hacemos esta maniobra en el modelo animal, la concentración de cloruro en la sangre no cambia. Y esto se debe a que el cloruro, además de estar en los líquidos extracelulares, se encuentra dentro de las células; lo que pensamos entonces, es que podría ser que en el riñón se activa algún mecanismo que permite ahorrar cloruro, independiente de la pérdida de sodio, y este se pierda solo, junto a otras sustancias. Otra explicación sería que el cloruro que está dentro de las células, sobre todo dentro de los eritrocitos, pase al líquido extracelular, permitiendo mantener las concentraciones normales. Eso también lo estamos estudiando.
¿Cómo se podría disminuir el cloruro de sodio en la dieta?
- En Chile el etiquetado de los alimentos informa del contenido de sodio; la sal de mesa está formada por cloruro y de sodio, entonces uno debería poder saber cuánto de ese sodio viene con cloruro y en qué cantidad, o con otros aditivos que se le pone a los alimentos envasados, sobre todo para preservar el sabor o aumentarles la vida media: fosfato de sodio, bicarbonato de sodio, citrato de sodio y otros. Creo que si este estudio y otros que se están haciendo en el mundo muestran los resultados que esperamos, el etiquetado debería cambiar y especificar cuánto de cloruro de sodio y cuánto de sodio en otras sales tienen los alimentos.
De que se puede y debe disminuir su consumo, al doctor Michea no le cabe duda: “El cloruro de sodio es necesario para la vida humana, pero hace unos 4.000 años, cuando empezamos a purificar la sal, estábamos adaptados a dietas muy bajas en sodio, con una ingesta que era unas 40 veces menor a la de hoy; nuestro sistema fisiológico está adaptado para funcionar con muy poquito cloruro de sodio y con la alimentación actual hacemos un tremendo desafío a los sistemas renal y cardiovascular. Los estudios poblacionales muestran que sobre los cinco gramos diarios de sal aumenta la tasa de mortalidad; por eso la recomendación es que se debe ingerir en promedio 5 gramos en total, y está visto que comemos más que eso. La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo cardiovascular; por sí solo da cuenta de un 20% de esas muertes. Y en Chile, sobre los 65 años el 75% de la población es hipertensa, es nuestro principal problema de salud. Pero es un factor modificable, por eso la importancia de estos estudios”.