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Foodbook, la "red social" de los alimentos
Aunque aprobaron el ramo durante el segundo semestre del 2016, Constanza Simunovic, Valentina Sumonte y Melani Moreira se quedaron con la sensación de que no habían adquirido todo el conocimiento que requerían. Por ello, explican que “en Alimentos II el rendimiento general es bajo porque es complicado, compacta mucha información y, como se imparte en primer año, uno quizás no le da la importancia que debiera, porque es muy necesaria esa información en los cursos posteriores”.
La profesora Cáceres señala que “es que en esta asignatura se aborda la composición química y el valor nutricional de alimentos, de los cuales existen millones. Metodológicamente, los agrupamos en categorías: alto en carbohidratos, en lípidos, en proteínas, frutas y verduras, etc., conocimiento que después sirve para la planificación alimentaria. Pero los libros que existen no abordan el tema con la complejidad adecuada para los estudiantes, ni presentan la información de manera amigable. Y en internet hay muchas fuentes de datos, quizás no tan confiables; además la composición de alimentos es muy variable según las diferentes regiones, porque por ejemplo depende de las características del medioambiente donde fueron cultivados. Esa variabilidad es un factor de complejidad para los alumnos, que los puede llevar a confusiones”.
Por ello, las estudiantes propusieron a la docente generar un contenido tipo apunte de clases, con el fin de explicar las características de los alimentos de consumo más frecuente en la población chilena y sus micronutrientes, así como otros datos en términos de preparación y consumo. “Fue un trabajo muy largo, un semestre entero de reuniones definiendo qué contenido poner, porque pensamos que los estudiantes necesitan algo muy concreto, con datos duros, que finalmente decidimos que sería un libro, organizado según macronutrientes, tal como lo es la asignatura: carbohidratos, lípidos, proteínas y fitoquímicos, estos últimos agrupando a frutas y verduras. Luego, cada uno de estos capítulos se subdivide en otros; por ejemplo, el de carbohidratos lo hace en cereales, pseudocereales, tubérculos y otras clasificaciones”, señala Constanza.
Cada ficha contiene la foto de perfil del alimento y una de portada –por eso le dieron al libro el nombre de “Foodbook”, aludiendo al formato de diseño de Facebook- , su nombre científico y legal, y dos tablas de composición nutricional: de macronutrientes y de micronutrientes, “en la cual se destacan cuáles son los compuestos de mayor relevancia en cuanto al aporte nutricional de ese alimento, además del contenido de fibra y otros”, explican. Asimismo, presentan información tipo “Sabías qué”, sus compuestos tóxicos y antinutrientes, recomendaciones de consumo, y alimentos derivados y subproductos.
No es Facebook, es “Foodbook”
Este especial diseño, aclaran, fue parte del trabajo que hicieron con el apoyo del Programa de Ayudantes Docentes, PAD, al cual recurrieron cuando las estudiantes se integraron a él –todas ellas son ayudantes-, con el fin de hacer del material que habían recopilado y revisado con el apoyo de la profesora Cáceres un libro moderno, de fácil comprensión y atractivo para sus compañeros. De esta forma, “el PAD nos ayudó en el rediseño del formato del libro, en cómo presentar y citar la información, en la toma de fotografías, elaboración de imágenes, la corrección de los textos e, incluso, en su inscripción en la Cámara Chilena del Libro y su próxima impresión en papel”, añade Valentina.
Las autoras tuvieron la oportunidad de dar a conocer su trabajo en el Congreso Nacional de Nutricionistas que se realizó durante mayo de este año, dado que el libro ya estaba en línea en la plataforma de publicaciones de la Universidad de Chile, “y sólo el primer día tuvimos 300 descargas que no sólo realizaron estudiantes de todo el país, sino que también profesionales de nuestra área, ex docentes, representantes del Colegio de Nutricionistas y otros, comentándonos que les interesó mucho; y no podían creer que fuera de libre acceso”, añade Melani.
La profesora Cáceres finaliza señalando que “este trabajo fue una muy linda experiencia. Los docentes si bien impartimos las clases lo mejor posible, y tratamos de orientar y buscar el material apropiado para cada metodología de enseñanza, no estamos en el lugar del estudiante: ellos han cambiado, tienen otra forma de aprender, así como mucho más acceso a la información, lo cual no significa que necesariamente sepan seleccionarla; de hecho muchas veces se pierden. Así que este nuevo material haya nacido de su propia iniciativa, es algo frente a lo cual uno no se puede negar. Y ellas son estudiantes motivadas y muy comprometidas con el trabajo, que quisieron crear este libro para beneficio de sus compañeros de nuevas generaciones y para la vida profesional”.
Cecilia Valenzuela León