“Un tema que motivó el que compráramos este equipo fue que hace un año tuvimos el caso de un personal de seguridad que presentó síntomas de infarto, ante lo cual la respuesta fue muy complicada, lo que generó impotencia y frustración. Era una situación paradojal y anticultural delante de nuestros estudiantes que tuviéramos urgencias médicas que actualmente sí se pueden resolver en otros lugares públicos que cuenten con equipamiento. Pero para darle buen uso, lo más relevante era ofrecer esta formación a los trabajadores que habitualmente se desempeñan en el campus”, explicó el doctor Bozzo.
La capacitación de los 30 funcionarios inscritos voluntariamente se realizó mediante un taller teórico y práctico –“similar al que ofrecemos a los alumnos de pregrado”- de tres días, tanto de resucitación cardiopulmonar como de manejo del paciente con obstrucción de vía aérea alta, quienes posteriormente fueron evaluados. Para ello utilizaron simuladores y equipos desfibriladores docentes pertenecientes al CHC, permitiendo así la puesta en práctica de las habilidades. “Fue una buena instancia de aprendizaje, pero también un espacio para conocerse e informarse de experiencias que tuvieron lugar en el pasado y para las cuales queremos estar preparados”, añadió el académico.
El desfibrilador externo automático, que compraron con recursos propios del chc, está ubicado en el hall de acceso al edificio docente de Campus Occidente y cuenta con máscara de ventilación para adulto; además, se dispone de una camilla rígida de transporte y una nueva silla de ruedas. “El desfibrilador es de los más modernos, pues va indicando mediante voz y paso a paso el proceso para su adecuada puesta en marcha. No es algo demasiado difícil de hacer, pero hay que estar entrenado para su uso y así salvar vidas”.
Por último, el doctor Bozzo agrega que “ojalá nunca tengamos que usarlo. Pero nos mantendremos preparados mediante futuros operativos con simuladores, de modo de seguir estando siempre protegidos”.