En la actualidad, la expansión sostenida de las tecnologías digitales y el uso masivo de pantallas se ha convertido en un fenómeno creciente. En ese escenario, el impacto de los videojuegos en la salud mental de niños, niñas y adolescentes se ha convertido en un tema de creciente interés para la salud pública. Al respecto, conversamos con el profesor Gabriel García, psicólogo y académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia de la Facultad de Medicina (FMUCH) de la Universidad de Chile, quien abordó este fenómeno desde una mirada clínica y académica, subrayando la necesidad de superar visiones simplistas y avanzar hacia un análisis basado en evidencia científica, contexto sociocultural y acompañamiento familiar.
Hiperconectividad y normalización digital
De acuerdo con los datos publicados por la Subsecretaría de Telecomunicaciones en la Undécima Encuesta sobre acceso, usos y usuarios de Internet en Chile, el 96,5% de los hogares chilenos cuenta con acceso a internet, una cifra récord que sitúa al país en niveles comparables con naciones desarrolladas. A ello se suma una penetración de 135,7 accesos —fijos y móviles— por cada 100 habitantes, con cifras actualizadas a junio de 2025, lo que evidencia que existen significativamente más conexiones activas que personas en el país.
En la misma línea, el estudio Digital 2025: Chile, elaborado por DataReportal, da cuenta de la magnitud y la intensidad de esta hiperconectividad. Según el informe, 18,6 millones de personas utilizan internet, lo que equivale al 94,1% de la población total, mientras que las conexiones móviles activas alcanzan los 30,7 millones, cifra que representa un 155% en relación con el número de habitantes.
En este contexto, el profesor Gabriel García advirtió que “esto significa que Chile es uno de los países más hiperconectados que hay, basándonos en el nivel de conexiones que existe en relación con su población”, subrayando que la tasa de conectividad nacional supera ampliamente el 100%.
Esta realidad ha consolidado la integración del mundo digital en la vida cotidiana de niños, niñas y adolescentes, diluyendo progresivamente la frontera entre lo online y lo offline. En este escenario, el profesor García advirtió que “para los niños, niñas y adolescentes, el mundo digital está completamente compenetrado en su vida diaria, y es imposible no considerarlo al momento de analizar su desarrollo y su impacto”.
En este contexto, la masificación de los videojuegos, potenciada por la conectividad permanente, obliga —según el especialista— a examinar con mayor profundidad sus efectos en la salud mental de niños, niñas y adolescentes. Este fenómeno, además, no es neutro desde el punto de vista económico. “La industria de los videojuegos genera mucho más dinero que las empresas de música y de películas en conjunto”, sostuvo, advirtiendo sobre el peso de los intereses comerciales en el diseño de experiencias altamente atractivas para públicos jóvenes. Al respecto, explicó que “los algoritmos y las mecánicas de juego están orientados a maximizar el tiempo de uso, especialmente en poblaciones con mayor vulnerabilidad neurobiológica”.
A este escenario se suma el impacto de la pandemia de Covid-19, que aceleró y profundizó el uso intensivo de pantallas: “El extenso periodo de encierro provocó una explosión de este funcionamiento digital, y ahora estamos empezando a ver sus efectos en la salud mental”, afirmó el profesor García, señalando que esta normalización del uso intensivo de dispositivos digitales configuró un escenario complejo cuyos efectos comienzan a evidenciarse hoy con mayor claridad en la consulta clínica.
Cerebro en desarrollo y estimulación constante
Uno de los ejes centrales del análisis del profesor Gabriel García se relaciona con el impacto de los videojuegos en el desarrollo cerebral. Desde una perspectiva neurobiológica, explicó que “la infancia y la adolescencia son etapas particularmente sensibles a la estimulación digital intensiva. La primera parte que se desarrolla del cerebro tiene que ver con la amígdala, asociada a la vivencia de las emociones, mientras que lo último en madurar es la corteza prefrontal, responsable del control de impulsos y de las funciones ejecutivas”.
Este periodo, propio del desarrollo adolescente, se caracteriza por desbalances en la maduración cerebral, los que se ven intensificados por la exposición constante a estímulos altamente gratificantes, como los que ofrecen los videojuegos y otras plataformas digitales.
En este contexto, el académico recurrió a una metáfora ilustrativa para describir este fenómeno: “Estamos hablando de un cerebro inmaduro al que le están llegando impulsos todo el tiempo; es un cerebro inflamado que nunca descansa para poder integrar las experiencias y desarrollarse de manera adecuada”.
A diferencia de generaciones anteriores, explicó, los jóvenes actuales carecen de tiempos de desconexión que les permitan procesar emociones, tensiones sociales y experiencias cotidianas: “Antes, cuando llegábamos del colegio, podíamos descansar y procesar lo que nos había pasado durante el día; hoy eso no ocurre, porque los niños están digitalmente expuestos todo el tiempo”, señaló, advirtiendo que esta sobreestimulación permanente puede afectar los procesos de construcción de identidad y regulación emocional.
Riesgos y señales de alerta
Desde la clínica, el profesor García distingue claramente entre el uso recreativo, el problemático y el adictivo de los videojuegos. “El uso sano tiene que ver con tiempos delimitados, con disfrute y con que no se afecte la funcionalidad”, explicó, subrayando que jugar no debería interferir con la vida escolar, social ni con los hábitos de sueño.
Cuando el uso se vuelve problemático, comienzan a aparecer señales claras: “Hay irritabilidad cuando se les corta el juego, pérdida de la noción del tiempo y una disminución de la funcionalidad global”, indicó, agregando que también pueden observarse cambios conductuales y dificultades para cumplir responsabilidades básicas.
En los casos más graves, el académico describe un cuadro compatible con el trastorno por videojuegos, reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS): “Hay una imposibilidad absoluta de manejar el tiempo, alteraciones graves del sueño, mentiras recurrentes y una pérdida severa de la funcionalidad, como dejar de ir al colegio”, describió. “En estos escenarios, pueden aparecer conductas de auto o heteroagresión si se limita el acceso al juego”, agregó.
A estos riesgos se suman amenazas externas propias del entorno digital: “En muchos juegos online, existe exposición a grooming, cyberbullying y a contenidos inapropiados en sexualidad o violencia, especialmente cuando no hay supervisión adulta”, advirtió el profesor García, enfatizando la necesidad de una mirada integral que considere no solo el videojuego en sí, sino el ecosistema digital en el que se inserta.
Beneficios y potencialidades del uso regulado
Pese a este diagnóstico, el académico es enfático en evitar una mirada demonizadora: “La tecnología llegó para quedarse y no se trata de sobreestigmatizarla, sino de aprender a manejarla”, afirmó
Desde esa perspectiva, destacó que los videojuegos también pueden ofrecer beneficios relevantes cuando su uso es regulado y acompañado: “Hay videojuegos de estrategia y de puzzle que estimulan la flexibilidad mental y la intuición, y que pueden desarrollar áreas específicas del cerebro”, explicó, citando investigaciones realizadas en países como Corea del Sur. Asimismo, destacó el rol de los videojuegos cooperativos en la socialización.
En el ámbito clínico, el profesor García subrayó su utilidad para ciertos grupos: “Para niños dentro del espectro autista, las pantallas pueden ser un facilitador de comunicación y un espacio de pertenencia”, señaló, agregando que en algunos casos permiten ensayar habilidades sociales en un entorno percibido como más seguro.
La dimensión familiar también emerge como un espacio de oportunidad: “Los videojuegos pueden transformarse en un puente de cohesión familiar cuando los padres se involucran y juegan con sus hijos”, explicó, destacando experiencias donde “el juego compartido favorece la comunicación, la tolerancia a la frustración y el acompañamiento emocional”.
Ciudadanía digital y factores protectores
Uno de los énfasis más relevantes del profesor García está en el rol de las familias como factor protector: “Los padres no necesitan ser expertos en tecnología, sino expertos en el cuidado de sus hijos”, afirmó, subrayando que el acompañamiento adulto es clave para un uso saludable de los videojuegos.
Desde esta lógica, introdujo el concepto de ciudadanía digital: “Así como enseñamos a los niños a cruzar la calle, debemos enseñarles a moverse en el mundo digital, con normas, límites y acompañamiento”, explicó, insistiendo en que el acceso a dispositivos y plataformas debe estar mediado por adultos responsables.
Entre sus recomendaciones, destacó la importancia de retrasar la entrega de dispositivos personales: “El celular o la tablet no deberían ser personales, sino de la familia, con acceso abierto para los adultos”, sostuvo, argumentando que la privacidad digital no puede anteponerse a la protección del desarrollo cerebral en etapas tempranas.
Asimismo, enfatizó la necesidad de establecer límites claros y adecuados a la edad: “No se trata de prohibir, sino de explicar desde el cariño y la protección por qué ciertos contenidos o tiempos no son adecuados”, señaló, destacando que “los niños comprenden estas normas cuando se comunican de manera consistente y afectiva”.
A modo de cierre, el profesor García planteó que el desafío de los videojuegos y la salud mental adolescente requiere una respuesta colectiva: “Esta es una mochila que nos tocó como generación y tenemos que hacernos cargo desde la salud mental, las políticas públicas y las familias”, afirmó
En esa línea, subrayó la importancia de avanzar hacia un equilibrio informado: “Los videojuegos no son buenos ni malos en sí mismos; lo relevante es cómo, cuánto y para qué se usan”, concluyó, proyectando la necesidad de fortalecer la educación digital, la investigación científica y el acompañamiento temprano como pilares para proteger el bienestar de niños, niñas y adolescentes en un entorno digital cada vez más presente.
Bibliografía
- Subsecretaría de Telecomunicaciones. (2024). Undécima Encuesta sobre acceso, usos y usuarios de Internet en Chile (Informe final). Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones. https://www.subtel.gob.cl/wp-content/uploads/2025/02/Informe-Final-Subtel-Acceso-y-Uso-Internet-2024.pdf
- We Are Social & Meltwater. (2025). Digital 2025: Chile. DataReportal. https://datareportal.com/reports/digital-2025-chile
- World Health Organization. (2020). Gaming disorder. https://www.who.int/standards/classifications/frequently-asked-questions/gaming-disorder