Así lo explica el doctor Flavio Salazar, investigador responsable del Laboratorio de Inmunología Antitumoral del Instituto de Ciencias Biomédicas, ICBM, quien ha liderado el desarrollo de ambos productos, licenciados a la empresa biotecnológica Oncobiomed para su escalamiento y transferencia tecnológica.
Por un lado, TAPCells (Tumor Antigen-Presenting Cells) se basa en el uso de células del sistema inmune generadas ex vivo con características similares a células dendríticas, las cuales en condiciones fisiológicas son capaces de presentar antígenos tumorales a linfocitos T, desencadenando una respuesta inmune específica contra el cáncer. Esta tecnología está clasificada como medicina personalizada, puesto que su producción se realiza a partir de sangre periférica de cada paciente, de la cual se obtienen monocitos que son estimulados con citoquinas y con un extracto de células tumorales denominado Trimel@. Al finalizar el proceso, las TAPCells son reinoculadas en el paciente vía subcutánea. La tecnología ha sido probada en melanoma –cáncer de piel- y en cáncer de próstata en ensayos clínicos fase I y en dos ensayos clínicos fase II, también en melanoma, cuyos resultados han sido publicados en revistas científicas internacionales.
Por su parte, Lycellvax es una nueva formulación inmunogénica que se basa en lisados de líneas celulares derivadas de melanoma y de otros tumores sólidos alogénicos que son estresadas mediante tratamiento térmico y combinadas con un adyuvante proteico como es la hemocianina, que se obtiene de moluscos, y que conjuntamente provocan una estimulación directa in vivo del sistema inmune de pacientes con melanoma y cáncer de colon, entre otros. De esta manera se crea una vacuna genérica, con un modelo de fabricación centralizado e independiente de cada paciente, por lo que su producción es más sencilla. Ha sido probada a nivel preclínico, tanto en su seguridad como eficacia, en modelos murinos de melanoma y carcinoma de colon, desarrollándose además formulaciones inmunogénicas para otros tipos de cáncer, como los de próstata, riñón y vesícula biliar. Actualmente, médicos especialistas en oncología e inmunología de la Universidad de Chile se encuentran finalizando un estudio clínico fase I en el Hospital del Salvador en pacientes con cáncer de piel refractarios a otros tratamientos.
“Estas innovaciones desarrolladas por un equipo multidisciplinario del ICBM y patentadas por la Universidad de Chile –TAPCells y LycellVax- son tecnologías distintas pero emergen una del conocimiento de la otra”, explica el académico. “Para avanzar hacia la transferencia tecnológica que implica realizar estudios clínicos, validaciones, certificaciones, que en general requieren inversiones que están fuera del alcance de los fondos públicos, se necesita establecer alianzas con privados a través de licenciamientos; para eso se creó la empresa spinoff Oncobiomed, que es una de las primeras experiencias de startup nacida de la Universidad de Chile. Esta compañía inició la búsqueda de vínculos con diferentes plataformas de inversiones privadas, apuntando a una transferencia internacional, y se han contactado con diferentes grupos de brokers y aceleradoras de empresas que son profesionales especializados en hacer las conexiones entre carteras de tecnología y grandes inversiones de riesgo. Por ello estamos en conversaciones con el hospital privado Albert Einstein de Sao Paulo, Brasil y, además, nos hemos contactado con una incubadora de negocios Eretz.Bio y con oficinas de capitales de riesgo en Chile y Brasil”, señala el doctor Salazar.
En ese escenario, añade, “aparece el Fondo Yosemite, que es una iniciativa impulsada por Reed Jobs -hijo de Steve Jobs, creador de Apple- para disponer y recabar fondos de grandes capitales privados para generar financiamiento a compañías startup, específicamente en Latinoamérica que desarrollen soluciones contra el cáncer. A partir de sus reuniones con grupos empresariales que manejan estas carteras de proyectos, conoció nuestras tecnologías, que creo se acercan bastante a los objetivos de este fondo”.
Potenciando la ciencia en Latinoamérica
Según explica el doctor Salazar, “generalmente estos fondos de inversión tienen un directorio especializado en su respectiva área; en este caso, en la investigación biomédica en cáncer y nuevas tecnologías, además de expertos en negocios. Yosemite cuenta con 200 millones de dólares, por lo que podría subdividirse en hasta 20 proyectos de diez millones de dólares cada uno; es decir, grandes inversiones que son contrastadas con el riesgo del proyecto, con el avance de la tecnología que muestra, con su solidez científica y con su mercado potencial. Para nosotros es una gran oportunidad y hay que explorarla, y creo que estamos en una buena posición porque, por ejemplo, hemos avanzado con nuestra internacionalización en Brasil: tenemos muy buenas relaciones científicas con la Sociedad Brasilera de Cancerología, con el Hospital Albert Einstein y con el Grupo Sao Lucas, que es una empresa privada que ofrece tratamientos contra el cáncer y que está interesada en TAPCells para incorporarla a sus alternativas terapéuticas, por lo que estamos avanzando en conjunto para realizar ensayos clínicos supervisados por la agencia Anvisa”.
La necesidad de inversión privada para esta etapa de desarrollo tecnológico, señala, se basa en que “estamos en una situación bastante difícil, porque el financiamiento público no está diseñado, ni logra cubrir los montos financieros requeridos para realizar los estudios clínicos. Hoy con TAPCells tenemos la posibilidad real de avanzar hacia la última etapa regulatoria que es fase III en Brasil, pero ahí necesitamos una inversión importante. También está Lycellvax, patentada recién el 2019, que tiene mucho potencial, pero debe superar barreras regulatorias y de pruebas clínicas. Para avanzar en esa cartera de proyectos hemos calculado que se requiere de aproximadamente diez millones de dólares en un plazo de cinco años, subdividido en diferentes etapas, partiendo por un financiamiento por una cuarta parte de esa cifra, lo que nos permitiría dar un salto muy importante en cuanto a posicionar las tecnologías, cubriendo brechas planteadas a partir de nuevas exigencias regulatorias puestas por el ISP –que requieren mejoras en infraestructura y equipamiento-, y disponiendo de recursos para el diseño de estudios clínicos, certificación de insumos, seguros y otras cosas”.
Los potenciales beneficios económicos que puede generar una inversión de este tipo “son enormes respecto al valor de los negocios, porque una vacuna como TAPCells, con el número de pacientes que existe a nivel continental, tiene una proyección de valor entre los 40 y 50 millones de dólares. Como equipo hemos tenido el apoyo de la Facultad de Medicina, la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo y de KnowHub –corporación sin fines de lucro orientada a apoyar la transferencia tecnológica de los avances generados en universidades-, entre otros, para poder hacer una presentación adecuada de estas tecnologías, atractiva para los inversionistas, y creo que lo estamos logrando; tenemos un respaldo científico muy actualizado, trayectoria clínica de médicos asociados que han validado lo que estamos haciendo y una experiencia en la transferencia tecnológica, que ha sido bastante difícil, porque institucionalmente no teníamos la cultura. Hemos generado una propuesta que ojalá sea lo suficientemente atractiva para que logremos cautivar a los inversionistas. Por eso estamos entre entusiasmados y ansiosos por ver cómo resulta esto, porque sería un gran salto para la investigación en Chile, generando una mayor visibilidad de las capacidades que tenemos en cuanto a la innovación en áreas complejas como es la biomedicina”.
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