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Opinión

Repensando qué es una universidad para el siglo XXI

Repensando qué es una universidad para el siglo XXI

INTRODUCCIÓN

En los últimos 50 años los cambios socioculturales, los avances de la ciencia y la tecnología han sido sorprendentes e insospechados. Contamos con nuevas herramientas para buscar, almacenar, trasmitir y crear conocimiento, una sociedad y una economía muy diferentes a la que existía hace cincuenta o sesenta años, cuando la generación que hoy está retirándose del mundo académico iniciaba su camino. Muchos paradigmas de ayer ya no son válidos. Con ello han surgido nuevos problemas que han derivado en justas necesidades y demandas sociales.

Sin duda, todo lo anterior repercute en forma muy importante en el quehacer universitario, y las universidades han debido adaptarse a este nuevo momento de la historia de la humanidad. El dilema es cómo hacerlo, sin perder su sentido y lo valioso que tienen. 

En el presente ensayo trataremos de abordar este problema. Analizaremos qué han sido las universidades a lo largo de la historia, qué aspectos de su sentido deben ser inmutables y cómo adaptar a los tiempos actuales sus grandes misiones: docencia, investigación, extensión, pensando también en las repercusiones de los distintos modelos de financiamiento.  

VISIONES DE LA UNIVERSIDAD EN LA HISTORIA 

El quehacer universitario ha ido cambiando, pero su esencia y misión son irrenunciables y no hay otras instituciones que lo reemplacen. 

Desde el Antiguo Egipto con La Casa de la Vida (2686 a 2181 a.C.) y las Escuelas Islámicas de la Sabiduría, Madrasas (Siglos IX y X d.C.), el sentido de estos esbozos de universidades fue mantener y transmitir el conocimiento, no solo religioso, sino que también en lo relativo a la astronomía, matemáticas, filosofía y medicina. La generación de nuevo conocimiento estaba fuera de sus muros. 

Entre los siglos XI y XIII, en Bolonia y París, nacen las primeras universidades. En su origen hubo influencia de los cambios sociales y culturales del paso de una Alta a una Baja Edad Media, lo que refuerza el concepto de que la evolución de las universidades está conectada con el devenir del medio. Impulsado por el sentido corporativo medieval -esto es, la organización social por medio de corporaciones con un objetivo e intereses comunes- surge la necesidad de formar una comunidad de maestros y escolares con derechos y responsabilidades específicos. Lo anterior obedeció a poderosas tendencias sociales: reactivación del mercantilismo, crecimiento de las ciudades, aparición de la clase media urbana, y los albores del renacimiento intelectual. Las universidades nacieron como comunidades de profesores y estudiantes a las que se les concedió ciertos derechos tales como autonomía administrativa, la elección y realización de los currículos, diseñar objetivos de investigación, así como dar títulos reconocidos públicamente1. Los cambios sociales, económicos, políticos llevaron a formar profesionales educados y altamente preparados, obligando a las universidades a asumir la enseñanza profesional. 

En el siglo XVII, Descartes inició su propio camino para encontrar la verdad: el método científico. Diferente al pensamiento filosófico y teológico imperante en la época, este sistema de pensamiento permitió que las universidades asumieran posteriormente las labores de investigación científica, cobijando en su interior al humanista, el filósofo y el científico. Pero la misión de fondo de las universidades siguió siendo el pensamiento y la búsqueda de la verdad.  Otro paso de esta evolución histórica fue dada por Wilhelm von Humboldt, al crear en 1810 la Universidad de Berlín, actual Universidad Humboldt de Berlín, estableciendo como objetivo promover la investigación y la enseñanza basada en la libertad académica y la integración de distintas disciplinas. La educación universitaria capacitaba a los estudiantes para adquirir y crear conocimiento. Von Humboldt creía en la importancia de la educación integral2, que combinara el conocimiento teórico con la experiencia práctica, modelo que hasta el día de hoy se mantiene en las escuelas de medicina, entre otras. Como derivada de lo anterior, las universidades no son sólo centros de enseñanza sino, además, de creación e investigación. A esto se agregan los siguientes principios a la visión y misión de las universidades2:

  • Buscar la verdad mediante el método empírico cartesiano. 
  • La unidad entre enseñanza e investigación. 
  • La importancia de cultivar el pensamiento: es más relevante la reflexión científica que las clases magistrales.
  • Libertad académica.
  • Educación integral, personalizada, para formar personas cultas. 
  • Su quehacer no se centra sólo en el conocimiento, sino en responder a las preguntas que de este nacen. 
  • La universidad debe tener un compromiso con la sociedad, contribuyendo al progreso cultural, y formando ciudadanos críticos y responsables. 

Otra visión de las universidades nace en la Francia napoleónica: instituciones para formar profesionales con una clara vocación de servicio público, adelantando la educación literaria y científica fundamental al liceo. La educación universitaria se configura en este contexto como un instrumento de formación profesional: “… Université de France no es sólo una institución universitaria, sino todo un sistema educativo encargado de la educación pública en todo el Imperio. Se trataba de conservar y afianzar del mejor modo posible el nuevo orden social tras la Revolución.”3

La visión inglesa de la universidad surge desde la Universidad de Oxford, la segunda más antigua del mundo (siglo XI), proponiendo una formación basada en el desarrollo personal de los estudiantes, con un especial énfasis en la formación de las élites, como futuras responsables del gobierno y del porvenir político, cultural y económico de la sociedad. Bajo este paradigma, la formación intelectual es el primer objetivo de la actividad universitaria y la “excelencia intelectual” es el sello de una universidad1

 Después de la Segunda Guerra Mundial las universidades norteamericanas se convierten en centros de investigación y formación de profesionales. Además, según Person y Platt, (Citado por Ruiz Corbella1) adquieren las funciones de: 

  • Producir conocimientos científicos especializados y formar ser buenos investigadores, académicos y profesionales con gran especialización. 
  • Proporcionar una educación general para la “ciudadanía educada”
  • Generar una visión y un conocimiento de los problemas humanos y sociales 
  • Desarrollar en los estudiantes la capacidad de juicio crítico 
  • Integrar la investigación, enseñanza, educación liberal y formación de profesionales, con apertura a la sociedad donde “habitan diversas comunidades, con intereses variados y a veces incluso conflictivos” 

En Chile, este modelo ha sido muy atractivo y es el que, con mayor o menor grado de adhesión, han adoptado la mayoría de las universidades tradicionales. 

Desde la segunda mitad del siglo XX, dadas las demandas sociales y cambios culturales del país, las universidades asumen grandes cargas de alumnos, aumenta el número de carreras que imparten, lo que, en algunos casos, ha desdibujado el sentido de una Universidad, convirtiéndose algunas sólo en centros de formación profesional, abandonando en gran medida o totalmente el sentido de una universidad. Aparecen otras que claramente son centros de inversiones, favoreciendo el número de alumnos por sobre la calidad. 

Es así como el concepto de universidad se ha movido desde ser un espacio para guardar y transmitir el conocimiento a unos pocos, a un lugar para la investigación (von Humboldt), una institución para la formación de profesionales (Francia napoleónica) y un centro de educación intelectual (Oxford-Cambridge), hasta la actualidad, con un variado tipo de universidades, algunas, manteniendo su misión de conservar, crear y trasmitir conocimiento, y otras que sólo son centros de formación de profesionales.

DESAFIOS A FUTURO DE LAS UNIVERSIDADES 

En la segunda mitad del siglo XX y en el siglo XXI el mundo en el que están inmersas las universidades ha cambiado: 

  • La sociedad se empodera y se masifica el concepto del derecho a la educación superior de toda la población. Esto ha llevado a la transformación de las universidades de élites a universidad de masas, lo que ha permitido aumentar el nivel cultural de la sociedad, y al ascenso socio-cultural, pero la alerta es que la masificación tiene el riesgo de bajar la calidad. 
  • Los alumnos han cambiado y provienen de diversos orígenes culturales con distinta calidad de la enseñanza escolar, por lo cual en el primer año de carrera se debe invertir tiempo en nivelar conocimientos básicos. En Estados Unidos, igual que en Chile, ingresan cada vez más universitarios de primera generación; una vez admitidos, tienden a tener dificultades académicas, en comparación con los estudiantes que tienen al menos un padre con un título universitario4 
  • Una de las tantas marcas de los tiempos actuales es la sobrevaloración del Yo, todo gira en torno a mí y para mí, lo que ha generado personas con derechos pero pocos deberes. Las jerarquías se han ido destiñendo, tenemos alumnos empoderados que critican, pero no pueden ser criticados. 
  • La enorme y rápida expansión del conocimiento es otro tema que obliga a repensar qué y como enseñar, lo cual analizaremos en la sección “DOCENCIA UNIVERSITARIA” 
  • Los cambios radicales de la economía afectan a las universidades y universitarios, baja la ayuda del Estado, se debe recurrir al autofinanciamiento, los alumnos debe pagar altos costosos educacionales, luego nada le deben a la sociedad. A esto se suma que los avances de la tecnología necesaria para la investigación son de muy altos costos, haciendo difícil a las universidades investigar con sus propios recursos. Estos temas serán analizados más adelante. 
  • La tecnología ha permitido disponer de información digital de fácil acceso, enseñanza a distancia, autoaprendizaje, uso virtuoso de la inteligencia artificial, pero asecha el fantasma de su mal uso. 
  • A lo anterior se suma algo más preocupante: la no visualización del otro, del prójimo, lo que hace difícil comprender y trabajar por el bien común, lo que debiese ser el sentido último de una formación universitaria. 

Sin duda estos cambios socioculturales han tenido consecuencias positivas como haber permitido a los docentes tener una sincera retroalimentación de su quehacer, lo que ha permitido modificar programas cuando ello es razonable, estimular a docentes destacados y alertas a otros. Otro avance no menor ha sido la visualización de situaciones de acoso y maltrato, que lamentablemente existen. Sin embargo, hay hechos negativos que derivan de estos cambios de paradigma, como la distorsión de la clásica relación maestro alumno, un binomio virtuoso de enseñanza-aprendizaje, que se ha transformado muchas veces en una relación áspera, de confrontación, donde acciones docentes correctoras son miradas como una agresión, llegando a veces a su judicialización. 

Los cambios económicos y los estándares de calidad impuestos por las universidades norteamericanas han llevado a otra gran amenaza: dar más relevancia a la investigación que a la docencia. Todo lo anterior porque en los rankingsuniversitarios y en los mecanismos de selección para aportes de recursos, tienen muy alto peso el número de publicaciones en revistas de alto impacto y los grants para investigación obtenidos por los académicos, llevando a las autoridades apoyar estas actividades en detrimento de la docencia, en particular del pregrado y de las carreras humanistas.

Además, la educación, empujada por estos cambios sociales, se ha centrado en la competencia digital, la productividad económica y la creación de empleo, el llamado "triángulo del conocimiento" (“Knowledge triangle”), lo que ha llevado a la universidad a operar bajo la lógica económica y del mercado5.

La autonomía universitaria e independencia absoluta del poder político o económico son garantías irrenunciables de toda casa de estudios, lo cual le permite pensar y crear sin interferencias de los poderes imperantes en un momento particular. Sin embargo, esta autonomía es amenazada por el mercado, lo que se ha prestado en la actualidad para abusos al crear carreras sin campos laborales, aumento irracional del número de matrículas o reducción de la duración de algunas carreras, comprometiendo su calidad. En algunas disciplinas, la formación de malos profesionales daña a la sociedad como es el caso en salud, educación e ingeniería. La sociedad tiene el derecho de escudriñar la calidad de la enseñanza entregada, empleando para ello agencias independientes, formadas por académicos de reconocida trayectoria, con estándares de calidad previamente consensuados. Con ello no se atropella la libertad de pensamiento, sino se garantiza a la sociedad la entrega de profesionales confiables.

El nuevo problema no es decidir si damos prioridad a la docencia, investigación, extensión o financiamiento universitario, sino el desarrollar todas ellas de forma equilibrada6, sin perder el sentido mismo histórico de las universidades. El gran desafío es que, a pesar de las presiones de la sociedad y del mercado, las universidades se mantengan con su principal misión: ser un centro de pensamiento, conservación, trasmisión y creación de conocimiento. 

En las universidades se fragua la cultura y, según el filósofo Ortega y Gasset7, “Cultura es el sistema de ideas vivas que cada tiempo posee. Mejor: el sistema de ideas desde las cuales el tiempo vive. Porque no hay remedio ni evasión posible: el hombre vive siempre desde unas ideas determinadas, que constituyen el suelo donde se apoya su existencia. Esas que llamo "ideas vivas o de que se vive" son, ni más ni menos, el repertorio de nuestras efectivas convicciones sobre lo que es el mundo y son sobre la jerarquía de los valores que tienen las cosas y las acciones: cuáles son más estimables, cuáles son menos” a lo que añade: “La Universidad es el intelecto y, por lo tanto, la ciencia - como institución, y esto que del intelecto se haga una institución – ha sido la voluntad especifica de Europa frente a otras razas, tierras y tiempos; significa la resolución misteriosa que el hombre europeo adoptó de vivir de su inteligencia y desde ella (…).” 

Lo anterior va más allá del placer intelectual del pensamiento y del conocimiento, hay un por qué, y ese es enriquecer al ser humano. Tratar de entender su existencia con la filosofía, sus sufrimientos y necesidades mediante otras áreas del conocimiento y dar soluciones a través de la ciencia y tecnología llenan el quehacer universitario en función del ser humano. 

Las universidades están inmersas en un mundo real y actual, con crecientes necesidades no resueltas, con desigualdades e inequidades y de ello nacen otros desafíos para el futuro: 

  • Contribuir a crear una sociedad ilustrada mediante la docencia y la extensión.
  • Investigar e innovar mediante el cultivo de la ciencia y la tecnología 
  • Cultivar y trasmitir la belleza mediante las bellas artes. 

Sin duda que la docencia es una de las misiones de las universidades. Andrés Bello, en su discurso inaugural de la Universidad de Chile el 17 de septiembre 1843 señaló8: “En esta propagación del saber, las academias, las universidades, forman otros tantos depósitos, a donde tienden constantemente a acumularse todas las adquisiciones científicas; y de estos centros es de donde se derraman más fácilmente por las diferentes clases de la sociedad. La Universidad de Chile ha sido establecida con este objeto especial. Ellas, si corresponde a las miras de la ley que le ha dado su nueva forma, si corresponde a los deseos de nuestro gobierno, será un cuerpo eminentemente expansivo y propagador”. Con esto aducimos que, en Chile, la función de la universidad fue pensada en sus inicios como un espacio de formación para incidir en la sociedad.

DOCENCIA UNIVERSITARIA 

En el cultivo de la docencia hay desafíos. La mala gestión curricular puede transformar las universidades en institutos de formación profesional u ofrecer, por razones económicas un número no racional de matrículas, crear carreras nuevas que no se correspondan a las necesidades del país o acortar las existentes, prescindiendo de una base adecuada, y atentando, con ello, contra su calidad. La diferencia entre una universidad y un instituto de formación profesional es que egresados de estos últimos pueden conocer muy bien cómo hacer lo que hacen, pero el universitario debe saber por qué hace lo que hace, es decir las bases científicas o filosóficas de su acción, lo que le permitirá resolver problemas mayores e innovar. 

La universidad debe formar buenos profesionales, personas cultas y con valores éticos. 

Muchas veces el investigador no es buen docente así como, muchas veces, el docente no es buen investigador, y, aunque es deseable que ambas cualidades estén en una sola persona, no siempre es así. La selección de docentes debe ser por sus capacidades de trasmitir conocimiento. Como en la actualidad la importancia de una universidad la dan sus líneas de investigación, sus publicaciones en revistas de alto impacto y la docencia de posgrado -en particular en los programas de doctorado-, hay un grave desmedro de la formación de pregrado, en su calidad y en el número de académicos interesados, lo que se suple contratando docentes jóvenes, con pocas horas semanales, para entregar conocimientos específicos, y muere el docente, el maestro. Deben existir dos categorías de académicos, igualmente valorados: un núcleo de académicos investigadores y otro de académicos docentes, con horas contratadas que les permitan cumplir sus labores. 

Es fundamental que un docente tenga claro dónde poner los acentos ya que los conocimientos específicos cambian, pero lo realmente perdurable durante toda la vida de un profesional es su metodología para enfrentar los problemas, su pensamiento científico o humanista según el caso y, siempre, su formación ética, sus hábitos intelectuales, cultura y su compromiso con la sociedad. 

Todo esto obliga a hacer hincapié en el modo de pensamiento y actitudes que adquieren los alumnos. Una figura destacada del pensamiento científico, Albert Einstein, dijo: “Es el verdadero arte del maestro despertar la alegría por el trabajo y el conocimiento”9

La acelerada expansión del conocimiento hace imposible su trasmisión en forma completa en la actualidad. El papel del docente es por tanto actuar como “filtro” y “transductor”, filtrando lo fundamental de lo accesorio, y transformando ideas complejas en modelos simples.10

Russel et al11 demostraron en su trabajo “Effects of lectura information density on medical student achievement” cómo un mismo tema entregado en clase teórica por el mismo docente a tres grupos de estudiantes de medicina comparables por sus notas y conocimiento previo de la materia, mediante clases de simplificación progresiva en cada grupo, la reducción los contenidos de la clase teórica logró un aumento del conocimiento retenido a corto y mediano plazo en más de 10 % en quienes se expusieron a la clase menos compleja. 

Además de la simplificación, el docente debe poner un coeficiente a los datos que entrega, es decir, cuánto pesa esta verdad particular en el todo. El alumno de pregrado ve todos los contenidos con igual importancia, por lo cual el maestro debe separar lo fundamental de lo accesorio y transformar ideas complejas en modelos simples, tarea que es imposible en el autoaprendizaje10.

La formación humanista de los alumnos en todas las carreras es otro desafío para los tiempos actuales, con el objetivo de entregar a la sociedad profesionales cultos, que piensen en el otro y en el bien común. Las universidades, verdaderos silos de la cultura que heredamos, deben inculcar los grandes principios del humanismo en todas sus carreras, para entregar a la sociedad seres completos que además tienen una profesión. El ya citado Albert Einstein escribe en su libro Mi visión del mundo: “No es suficiente enseñar a los hombres una especialidad. Con ello se convierten en algo así como máquinas utilizables, pero no en individuos válidos. Para ser individuo válido, el hombre debe sentir intensamente aquello a lo que puede aspirar. Tiene que recibir un sentimiento vivo de lo bello y lo moralmente bueno. En caso contrario se parece más a un perro bien amaestrado que a un ente armónicamente desarrollado”9.

A la par de las necesidades de la labor docente, en educación han surgido otras oportunidades y amenazas: la inteligencia artificial, una enorme ayuda como herramienta para investigación, publicación y docencia, pero que conlleva riesgos, como que su uso vaya anulando la capacidad de pensamiento abstracto al entregar todo o casi todo resuelto, fraudes en rendición de evaluaciones y en los trabajos encomendados. Esto obligará a hacer cambios en las técnicas de enseñanza y evaluación. Entre estos cambios, las clases magistrales están cuestionadas, ya que no enseñan a pensar y el olvido de su contenido es alto. Es así como la tendencia actual es pasar del “aula unidireccional” (sala de clase con muchos alumnos, pasivos, y un profesor exponiendo) al modelo de “aula invertida” (Pocos alumnos pero interviniendo activamente y un tutor que guía), donde los estudiantes pasan la mayor parte del tiempo de clases sincrónicas trabajando en problemas basados en casos y su tiempo de clase asincrónicas transcurre viendo conferencias pregrabadas y algunas clases magistrales clásicas 12, 13. Así, trabajando en pequeños grupos, siendo los alumnos los que participan activamente, hay una tutoría individualizada, se logra analizar problemas prácticos, hacer correlaciones de las bases científicas o filosóficas de una disciplina con los contenidos profesionales y se enseña a pensar. Sin embargo, la clase magistral aún cumple un papel: un académico con experiencia revisa un tema, lo adapta a nivel de pregrado, filtrando y sintetizando contenidos, y poniendo coeficientes de profundidad a cada uno de ellos. 

Otro desafío para la docencia universitaria en los tiempos actuales es la formación de posgrado -programas de magíster y doctorado-, necesaria para continuar una carrera académica y dar prestigio a una universidad. Estos revisten una necesidad país, pero requiere que la universidad que ofrece esos programas tenga una base académica sólida y campos donde poder darlos. Al contrario de lo que la lógica de mercado indica, no son fuentes de ingresos exclusivamente; ello es un subproducto, no el sentido de estas actividades. Los programas de posgrado son un motor que promueve investigación y sus alumnos son un recurso humano extra para las actividades de  investigación. Para llevar a cabo exitosamente programas de posgrado, se requieren universidades con sólida estructura académica, líneas de investigación estables en temas relevantes y una cantidad de docentes adecuada al número de estudiantes.

Finalmente, es necesario advertir que se ha observado un desmedro en el número de becas para doctorados en área de humanidades, otro reflejo de lo comentado en párrafos anteriores, la lógica de invertir en lo que produce y no en pensamiento y cultura. 

INVESTIGACIÓN 

El campo de la investigación es muy amplio, abarcando desde fenómenos muy particulares sin una implicancia práctica aún conocida, a la investigación aplicada a problemas reales del país. Por tanto, la pregunta obligada es en qué investigar, en qué gastar los recursos disponibles para esta actividad. El cultivo del conocimiento por el conocimiento, sin que necesariamente tenga una aplicación práctica hoy conocida, es una labor y misión universitaria; lo encontrado hoy y que no parecía tener aplicaciones, mañana puede tenerlas. 

Pero la investigación tiene un costo, recursos que se restan a otras necesidades de una nación, por tanto, si los recursos son escasos, en el momento decidir qué se debe apoyar, lo primero es apoyar investigación que resuelva problemas importantes del país. El primer mandato ético es investigar en las necesidades y problemas concretos de la comunidad en la que viven.

Otro gran tema es el financiamiento de la investigación, y lo seguirá siendo mientras el mundo político no comprenda que los países que invierten en ella tienen un retorno muy superior a lo invertido, además de independencia tecnológica- científica. En este tema nuestro país está al debe: Chile invierte sólo el 0,34 % del PIB en investigación y desarrollo, en comparación con Argentina, que invierte un 0,61 %, mientras que Alemania un 2,87 %. La OCDE declara una inversión en investigación promedio del 2,66 % del PIB. En números absolutos el año 2020 Chile invirtió 674.713.000 de pesos14 . ¿De dónde obtener dinero? Hay varias fuentes además de la estatal: la industria, fundaciones, organismos internacionales y dineros de las propias universidades, pero cualquier aporte debe garantizar la absoluta independencia de los investigadores. Esto es, el financiamiento no condiciona la publicación completa de los resultados de la investigación.

Mucho se ha escrito sobre los sesgos que puede inducir la industria en la investigación.15 La investigación de fármacos financiadas por la industria puede significar tanto un enorme avance de la ciencia como un derroche en investigación fútil. El Estado y las universidades no tienen dinero para la investigación farmacéutica avanzada y, si no lo financiara la industria, no existirían nuevos fármacos útiles como los biológicos, vacunas en base a RNAm, nuevos antibióticos y quimioterápicos. Di Masi y cols. estudian los costos de investigación de 68 productos innovadores de 10 casas farmacéuticas.16 Al costo de la investigación del medicamento que finalmente se comercializa se le agrega lo gastado en fármacos investigados y que se debieron abandonar por no haberse demostrado su utilidad. Es así como se llega a un valor promedio de 408 millones de dólares por producto nuevo, registrado y aprobado para su uso en humanos. Sin embargo, se pueden presentar problemas como, por ejemplo, fármacos investigados que no son innovadores, si no variaciones de otros ya existentes creado con fines de mercado, que no benefician a la comunidad y menos aún a la ciencia, para lo cual no se deberían prestar las universidades. Otro tema mayor en la investigación de fármacos es que la mayoría de las veces las universidades no participan en el diseño del proyecto ni en la evaluación de resultados, sólo aportan enfermos para los estudios. Todos los datos los maneja la industria, situación que no puede ser aceptada. Si las universidades se involucran en la investigación de la industria, deben hacerlo solo en fármacos innovadores que sean un real aporte a la salud de la población, participando en el diseño y análisis de resultados, respetando la seguridad y los derechos de los pacientes, la declaración de Helsinki17 y las normativas al respecto como el Belmont Report 18

Hay otra alerta: la existencia de trabajos de poca trascendencia, pero apoyados por grants, lo que supone dinero derrochado en lo que significa avance de la ciencia, pero útil para mantener al investigador y la universidad que recibe un overhead, que no es menor. Como ejemplo, la universidad de Waterloo declara en su página web “Si no se especifica una tasa máxima, la tasa de gastos generales estándar (overhead) es del 30 %.”19 Con malos trabajos las partes involucradas ganan, pero no la ciencia. La alerta es que algo útil para la universidad, puede tener un efecto perverso para el conocimiento. 

EXTENSIÓN 

La extensión universitaria, ha sido cultivada durante décadas por varias universidades. Como ejemplo, en nuestro país esta función la inició la Universidad de Chile en la década de los cuarenta con la fundación de la Orquesta Sinfónica de Chile, el Teatro Experimental y, luego, el Museo de Arte Popular Americano, el Coro Universitario, el Ballet Nacional, el Museo de Arte Contemporáneo, iniciativas replicadas por otras casas de estudio: la Pontificia Universidad Católica, que fundó el Teatro de Ensayo en 1943, la de Concepción con su grupo de Teatro (TUC) en 1945, el Teatro del Desierto de la sede Antofagasta de la Universidad de Chile en 1952 y el Grupo de Teatro de la Universidad Técnica del Estado (TEKNOS) en 1958 2021

En extensión universitaria, en la actualidad enfrentamos dos problemas: en muchas casas de estudio ésta resulta la función universitaria menos cultivada y, en segundo lugar, los cambios sociales y culturales del siglo XXI han obligado a incrementar y adaptar las actividades de extensión a las actuales necesidades. La universidad está inserta en una sociedad y financiada por actores del mundo público y privado, pero el retorno que la sociedad recibe es escaso. Además, la cultura encerrada entre cuatro murallas pierde su sentido, debe extenderse a la comunidad y así construir una sociedad ilustrada. La extensión no es otra cosa que la comunicación activa y creadora de la comunidad universitaria con la sociedad21

Citando a Magdalena Fresán, “la Universidad, a través de la extensión universitaria, puede lograr un gran dinamismo en su relación dialéctica con la sociedad. Algunos autores plantean la necesidad de transformar la gestión de la extensión universitaria como estrategia para consolidar su desarrollo” 21

En el año 1957 fue la Primera Conferencia Latinoamericana de Difusión Cultural y Extensión Universitaria, convocada en Santiago de Chile por la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL), que definió la función de las extensión universitaria, como “estudios y actividades filosóficas, científicas, artísticas y técnicas, mediante el cual se auscultan, exploran y recogen del medio social nacional y universal, los problemas, datos y valores culturales que existen en todos los grupos sociales, y se procura estimular el desarrollo social, elevar el nivel espiritual, intelectual y técnico de la nación, proponiendo imparcial y objetivamente ante la opinión pública, las soluciones fundamentales a los problemas de interés general”. 22 En la Segunda Conferencia de UDUAL en Ciudad de México (1972) se redefine el concepto de “extensión universitaria” como “la interacción entre universidad y los demás componentes del cuerpo social, a través de los cuales esta asume y cumple su compromiso de participación en el proceso social de creación de la cultura y de liberación y transformación radical de la comunidad nacional” 22. Esa redefinición tiene el mérito de subrayar el papel de la sociedad como beneficiaria de la extensión, pero, además, como actora. Eso se logra invitando a participar gente del mundo extrauniversitario: artistas, actores, pensadores y, en oportunidades, a personas de la comunidad. 

Las posibilidades de extensión son infinitas. Además, algunas pueden significar ingresos económicos para las universidades. Algunos ejemplos de ellas son: 

  • Teatro, Música, Ballet, Museos, Cineclub. 
  • Extensión a la comunidad del conocimiento humanista y científico en un lenguaje comprensible, mediante cursos de verano, seminarios conferencias, grupos literarios y ahora usando las tecnologías modernas como teleconferencias o Webinars. 
  • Mantener programas de Educación continua para profesionales, como lo hace la Facultad de Medicina U de Chile con MEDICHI. 
  • Servicio a la comunidad como consultorías y asesorías técnicas, hospitales clínicos, consultorios médicos, dentales, jurídicos. 
  • Editoriales, revistas, radioemisoras que se diferencien de las comerciales y en el mismo sentido una televisión culta. 
  • Bibliotecas
  • Emitir opiniones ante grandes problemas que afecten a la sociedad, las que para ser un aporte deben ser objetivas, basada en evidencias, sin sesgos político u otros. Ello creará confianza en las autoridades y en la comunidad. Una herramienta a considerar para alimentar estas actividades es crear Observatorios de Salud, Económicos, Sociales.

FINANCIAMIENTO UNIVERSITARIO

El sentido de la universidad es el conocimiento, guardando el ya existente por siglos,  generar nuevos, amparar la creación y transmisión del arte, formar profesionales y difundir su quehacer en la comunidad. Todo lo anterior significa un aumento del bienestar de la sociedad, la que recibe los resultados de la investigación y actividad cultural, permitiendo, con esto, formar una sociedad ilustrada. Todo esto es adquisición de riqueza para la sociedad y para el Estado. Por lo mismo, éste no se puede desentender de su financiamiento; lo que gaste en universidades es una inversión para un país mejor. 

En Europa, donde la cultura y educación son valores fundamentales, el Estado juega un gran papel en el financiamiento universitario. La Universidad de la Sorbona se financia principalmente con fondos del gobierno, lo que permite mantener un costo bajo para los estudiantes y garantizar el acceso de la población a la educación, sin inequidades. 

La actividad universitaria es muy cara, los avances tecnológicos necesarios para la investigación, docencia y extensión son cada día más costosos, a lo que se han sumado las dinámicas económicas neoliberales actuales: bajar la carga económica del estado traspasando a las universidades la necesidad de buscar otras vías de financiamiento. 

Este problema no sólo es local. La Asociación Europea de Universidades (EUA) hizo un estudio sobre los presupuestos de sus universidades23 revelando recortes significativos en países como Italia, Irlanda y el Reino Unido debido a la crisis económica. Esto afecta gravemente la educación superior, ya que la mayoría de los ingresos provienen del estado. Mientras crece la demanda educativa por parte de los jóvenes, los recursos disminuyen. Letonia, Gran Bretaña, Grecia e Italia han realizado los mayores recortes, afectando más a la enseñanza que a la investigación. Francia y Portugal mantienen su inversión, y sólo Alemania la ha aumentado 23.

Debido a la necesidad de nuevas fuentes de financiamiento las universidades están usando venta de servicios, patrocinadores privados, elevar aranceles con cifras muchas veces infladas, reducción del número de académicos horario completo, aumento del número de matrículas, creación de carreras que no tendrán mercado laboral. 

Algunos ajustes económicos, como el ya señalado aumento de matrículas y el mantenimiento de la planta docente pese a la cantidad creciente de alumnos lleva a que los estudiantes paguen más por menor calidad, muchas veces endeudándose o siendo una gran carga económica para las familias. Se añaden al panorama las inequidades socioeconómicas, por ejemplo, jóvenes con iguales capacidades académicas, tienes distintas oportunidades estrato económico para el financiamiento de una carrera: uno puede pagar y otro no. A esto se suma que algunas universidades pierden la misión universitaria, transformándose en instituciones que sólo son productoras de profesionales, a veces de mala calidad, sin desarrollo de la investigación y extensión. 

El financiamiento fiscal es clave para mantener calidad e independencia. Un estudio de Carmen A. Araneda-Guirriman24 demuestra una relación directa entre el financiamiento fiscal de las universidades y la calidad de su cuerpo académico. Sin embargo, los aportes del Estado no debiesen tener como único indicador la producción, pues esto lleva a transformar la universidad en una universidad-empresa, desvirtuando el sentido y misión originalmente visualizados por von Humboldt y los directivos de la Universidad de Oxford.

Sin duda en los tiempos actuales se deben usar algunos conceptos del mundo de la empresa en el manejo de las universidades, pero sin desvirtuar lo que ellas son. Se han justificado los recortes fiscales a la educación superior por no cumplir con las expectativas de la nación. Así lo manifestó Sebastián Piñera en su discurso del 7 de octubre de 2010 en la inauguración del Encuentro de los Rectores de las Universidades Chilenas (Citado por Víctor Sisto25): “…desgraciadamente no parece razonable, no parece lógico que siendo Chile el país con el mayor ingreso per cápita de América Latina, sólo tenemos que una sola de las 60 universidades de nuestro país está dentro de las 10 mejores en Latinoamérica. Y está en el lugar número 9, y no hay ninguna entre las 275 mejores universidades del mundo. En eso hay una deuda pendiente de nuestro sistema universitario …) …Y por eso, este enorme esfuerzo que estamos haciendo en materia de capital humano de nuestros jóvenes, requiere no solamente buenas intenciones, sino que requiere resultados, compromisos (…). Es fácil gastar los recursos ajenos, lo difícil es gastar los propios. Y lo difícil es gastarlos bien y lograr resultados equivalentes. Y en esa materia, en el campo de la educación Chile tiene una gigantesca deuda pendiente (…)” 

Ciertamente que en esas alertas hay verdades, nadie puede desconocer que el país tiene múltiples necesidades y el dinero es escaso, pero también en esos conceptos hay peligros y desconocimiento de todo lo que generan las universidades, que no se reduce sólo a papers en revistas de alto impacto y patentes. Hay otras producciones que no tienen un precio, pero sí un enorme valor. Un ejemplo reciente fue la contribución del mundo académico al control y manejo de la pandemia COVID-19 y, otros, como los impactos culturales en la población actividades de extensión. Como ejemplo reciente, el que la Universidad de Chile haya dado la Novena Sinfonía de Beethoven en el Estadio Nacional con 40.000 asistentes, de todas clases sociales. ¿A cuántos después de esa experiencia se les abrió un mundo? Por otra parte, es destacable el papel del Hospital Clínico de la Universidad de Chile o el de la Pontificia Universidad Católica de Chile, cuyos usuarios son de clase media, sin acceso a las grandes clínicas privadas, y que reciben en estos recintos atención altamente especializada y de calidad. Lo mismo se puede decir del papel que tuvo en su tiempo el Liceo Experimental Manuel de Salas, ¿cuántos alumnos llegaron a ser profesionales gracias a este? Esto es una muestra del rol que tienen las universidades en la movilidad social. 

Todo eso es riqueza y no se mide con marcadores de la economía. 

Otro de los peligros de medir la productividad universitaria sólo por indicadores económicos es que, por cumplir con ellos, se abandone o se deterioren las disciplinas humanistas, cuya producción es más difícil de medir que la científica y técnica, pero su necesidad y beneficio a la sociedad es innegable. El origen de las universidades fue el cultivo del humanismo en sus variadas expresiones. 

Cada crisis abre oportunidades, y ello es válido para la crisis financiera de las universidades. Se abren oportunidades de financiamiento sin dañar la esencia y misión universitaria. Algunos ejemplos: gestionar donaciones privadas usando la ley de donaciones o hacer consultorías. En Estados Unidos hay ingresos por servicios auxiliares: residencias estudiantiles y servicios de comedor, y muchas universidades invierten los dineros recaudados, lo que genera retornos extras. 

Algunas universidades se han asociado con la industria para investigar temas específicos relevantes. En dicha asociación, la universidad aporta laboratorios, conocimiento y capital intelectual, la industria el dinero. La Universidad Técnica de Graz, en Austria, puede apoyar a jóvenes talentos con becas por un importe máximo de 8000 euros para estudiantes de grado y hasta 16.000 euros para los de máster. Además de los aportes del estado, está el de empresas nacionales e internacionales con mucho trabajo de investigación financiado por la industria lo que permite apoyar a jóvenes talentos, como a Nickola Tesla en su momento26. La Mercedes Benz tiene alianzas con las universidades de Stuttgart, Karlsruhe y la Técnica de Múnich.

Todas estas vías son válidas siempre que lo ahorrado por el Estado con el autofinanciamiento parcial universitario, sea invertido en gratuidades para alumnos talentosos sin recursos. Sin embargo, el auto financiamiento es un terreno peligroso, que puede llevar a desvirtuar el sentido de las universidades, por ello se requieren cautelas para evitar: 

  • Pérdida de la independencia de la institución. 
  • Reducciones en la planta académica. 
  • Cambio exagerado de docentes de la planta por profesionales que sólo cumplirán una labor específica, pocas horas semanales. Ellos son freelancers ilustrados, pero no académicos.
  • Inequidad y segregación socio económica en los alumnos que a ellas ingresen. Su ingreso debe ser por méritos académicos y no por capacidad económica. 
  • Menoscabo de las humanidades.
  • Daño a la educación de pregrado por favorecer la investigación. 
  • Investigaciones fútiles, sólo para obtener fondos. 
  • Evitar asociaciones con la industria que no signifiquen una real producción de conocimiento o productos innovadores para llenar las necesidades de la sociedad. 

En resumen, el sentido de las universidades es el conocimiento: mantener el conocimiento que la humanidad ha creado por siglos, crear nuevos conocimiento e idear como aplicarlo en beneficio del seres humanos, y trasmitirlo. 

La formación de profesionales, técnicos y artista es una derivada de lo anterior. 

La actividad universitaria redunda en un beneficio inconmensurable para la sociedad:  

  • Aumentar su nivel cultural para acercarse a una sociedad ilustrada
  • Aprovechar los beneficios de la investigación, ya que muchos de sus resultados mejorarán la calidad de vida de los ciudadanos
  • Las buenas universidades permiten que la sociedad disponga de profesionales de alta calidad. 
  • Su producción artísticas permite que la sociedad se empape poco a poco de ella, lo cual es un beneficio cultural y espiritual

Lo anterior significa que las universidades que cumplen sus funciones son un bien para el Estado, y este debe preocuparse de su subsistencia. Los cambios sociales, culturales, filosóficos y económicos obligan a cambios en su quehacer, pero cualesquiera que sean no deben desviar la verdadera misión universitaria, mantener, crear y trasmitir el conocimiento, esquivando amenazas como transformarlas sólo en institutos profesionales, universidades empresa, bajar su calidad o perder su independencia.

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26. Datos de conocimiento personal, y de la Página Wb de la Technische Universität Graz

 

*Agradecemos a los académicos Dra. Gloria Valdés Stromilli y Humberto Reyes Budelovsky, Miembros de Número de la Academia Chilena de Medicina y a la Srta. Emilia Pequeño Roessler, Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica, Magíster en Teoría e Historia del Arte Universidad de Chile y Dra (C) en Literatura Universidad Católica de Chile , la revisión de este trabajo y sus aportes de ideas.