Así lo explica la doctora Ulrike Kemmerling, directora Académica de nuestro plantel, señalando que este proyecto tiene un presupuesto de 1.150 millones de pesos para tres años, de los cuales 900 provienen del FIDA y la diferencia es provista por la Facultad de Medicina como contraparte. “Es un trabajo que comenzamos hace dos años, pasando diferentes comisiones revisoras de la Vicerrectoría de Asuntos Académicos y luego por el Senado Universitario; de esta forma, logramos la aprobación por unanimidad del Consejo Universitario en su reunión del 29 de julio de 2025”.
El “Proyecto Alpha: Desarrollo Académico en Innovación e Investigación en Educación en Ciencias de la Salud”, tiene el objetivo de potenciar el desarrollo académico en la Facultad de Medicina, mediante el fortalecimiento de las competencias para la Innovación e Investigación en docencia en ciencias de la salud. “Trabajamos en conjunto con nuestro Centro de Enseñanza y Aprendizaje, CEA, que dirige el profesor Óscar Jerez, quien también es académico del Departamento de Educación en Ciencias de la Salud, DECSA. Actualmente, hay nuevos desafíos en las metodologías de enseñanza y aprendizaje como, por ejemplo, los avances en inteligencia artificial y simulación. Por otra parte, nuestros estudiantes también son distintos comparado con cinco o diez años atrás: hoy a la universidad llegan con conocimientos diferentes, ya sea por los cambios curriculares de la enseñanza media, como porque tienen un acceso a la tecnología cada vez mayor. Además, porque pueden acceder a través de diferentes vías de admisión, de manera que su perfil socioeconómico y educacional difiere bastante del que era hace algunos años atrás”, dice la doctora Kemmerling.
Por eso, añade, “necesitamos académicos preparados para estos nuevos tiempos, capaces de enfrentarse a esta nueva realidad estudiantil. En ese sentido hemos tomado muchas iniciativas: tenemos un sistema de seguimiento académico de los estudiantes de pregrado, implementamos el curso Introducción a la Vida Universitaria, el CEA gestiona el Programa de Ayudantes Alumnos, se hacen talleres y asesorías para apoyar en sus métodos de estudios, pero hemos tenido pocos avances en relación a la formación docente para nuestros académicos. En ese contexto, primero quisimos tener claro cuál es el perfil de lo que requerimos de nuestros académicos; por ello creamos un marco de referencia, el marco Alpha, que se refiere a las competencias docentes deseables en cinco ámbitos: Para facilitar el aprendizaje; en evaluación y retroalimentación; en Innovación, Indagación e Investigación; en Gestión Formativa y Currículum, y en Relaciones Pedagógicas, Empáticas y Socioemocionales. Todas éstas, en siete niveles de avance, desde principiante a referente. Y esto, en correlación con las rúbricas de las pautas de evaluación académica, para avanzar en las jerarquías desde instructor a profesor titular; la idea es que ese desarrollo académico en docencia acompañe su desenvolvimiento en su carrera académica, tanto ordinaria como docente.
Paralelamente, agrega la directora, actualmente enfrentamos dos nuevos desafíos: “por un lado, los nuevos parámetros establecidos por la Comisión Nacional de Acreditación, CNA, como son el criterio tres, que plantea que los académicos deben estar capacitados en competencias docentes, seguido del criterio cuatro, que exige investigar, indagar e innovar en el ámbito del quehacer docente. Y ahí estamos al debe; porque si bien a nivel de Facultad de Medicina durante el 2024 se publicaron más de 750 papers en diversas áreas disciplinares y de especialidad, en el área de la educación en ciencias de salud solo tenemos diez publicaciones indexadas en los últimos cinco años”.
Por otro, informa que el 10 de julio recién pasado, se publicó la nueva normativa de la Superintendencia de Educación Superior para la convivencia y salud mental en los campos clínicos, “donde también se nos exige un programa de capacitación docente en nuestros académicos”.
Tres estrategias para el cambio
El Proyecto Alpha se sustenta sobre tres estrategias para fomentar el desarrollo académico en docencia, explica la doctora Kemmerling: “un sistema flexible de formación docente basado en nano y microcredenciales, que son cursos online que constituyen certificaciones con estándares muy altos de calidad en una competencia, equivalente a un crédito del sistema de créditos transferibles de 27 horas. Y para alcanzar esta microcredencial se puede partir por nanocredenciales de dos o tres horas que se pueden sumar, al punto de llegar a futuro a un diploma o, más adelante, aun grado académico mayor como magister. Es una modalidad de perfeccionamiento continuo y flexible que se adapta más al quehacer de nuestros académicos, porque al ser online se facilita su acceso. De hecho, esta semana se habilitó una amplia oferta de “nanocursos” en la plataforma EOL, contando con el apoyo de la Vicerrectoría de Tecnologías de la Información, VTI. En ese mismo sentido, fue muy importante el proyecto Mochila, porque en esa instancia nos correspondió diseñar el marco de estándar de calidad para las microcredenciales en América Latina, lo que fue aprobado el 9 de julio pasado, en el contexto del proyecto Erasmus+, proyecto que también es liderado por académicos del DECSA e integrantes de la Dirección académica”.
La segunda estrategia será la instalación de competencias docentes entre pares académicos “un sistema de formación continua basado en mentorías en forma de pirámide, en cuya base están los que promueven y requieren la interacción para aprender en docencia, hasta los líderes o guías, avanzando más que nada en cuanto a las habilidades blandas, recogiendo lo que fue la experiencia del programa de mentorías académicas”. De esta forma, avanzarán en cinco niveles, desde Promotores, que animan a sus pares a participar en actividades de formación docente, fomentando una cultura de mejora continua y participación; Guías, que apoyan a los educadores en las etapas iniciales de su desarrollo en formación docente, proporcionando retroalimentación efectiva y comunicando las mejores prácticas; Facilitadores, que son los líderes de talleres, guiando a sus colegas mentores y fomentando la adopción de prácticas innovadoras, mientras desarrollan aún más sus habilidades de comunicación y retroalimentación; Consultores, que brindan orientación experta basada en su profunda experiencia y conocimiento, ayudando a sistematizar las buenas prácticas en la docencia, y Mentores, quienes lideran tanto en la enseñanza como en la investigación en docencia en ciencias de la salud, ofreciendo asesoramiento a sus colegas y aplicando sus habilidades de mentoría, comunicación y retroalimentación.
Y la tercera estrategia apuntará a promover y desarrollar la innovación e investigación en docencia, “estableciendo núcleos y apoyando los que ya existen de forma incipiente, para que efectivamente se puedan hacer estudios sobre nuestro quehacer docente, publicarlos, postular a fondos externos o institucionales en el área”.
En ese mismo sentido, finaliza destacando la cuarta jornada Eduinnovamed, que se desarrolló entre el 28 de julio y el 1 de agosto, “en la que no sólo tuvimos una altísima participación, sino que tenemos el objetivo de recoger y sistematizar las propuestas que tuvieran lugar para desarrollar una serie de recomendaciones en el tema, con indexación, tal como se hizo con la Guía ética para el uso de IA en la Facultad de Medicina”.