Los ACV corresponden a una interrupción del flujo sanguíneo en el cerebro provocado por una obstrucción (isquemia) o una rotura de un vaso sanguíneo (hemorragia). Es una emergencia médica cuyo tratamiento es tiempo-dependiente, que requiere una atención oportuna para disminuir la mortalidad y las secuelas funcionales. En nuestro país se estima que ocurren cerca de 35.000 casos de ACV al año, lo que representa uno caso cada 15 minutos; puede ocurrirle a cualquier persona, de un momento a otro, independiente de su edad, sexo o raza. No obstante, existen factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecerlo, como la obesidad, hipertensión, hiperglicemia, dietas poco saludables e hiperlipidemias, entre otros.
Es importante que la comunidad esté informada de los síntomas de un ACV para contribuir en su detección y trasladarse al centro de salud pertinente. Los principales son la pérdida de fuerza en un brazo o la mitad del cuerpo, parálisis de la mitad de la cara y dificultad para hablar o hacerse entender, los cuales aparecen en forma repentina.
Frente a la sospecha de un ACV, lo primero es consultar rápidamente a un centro de salud con disponibilidad de scanner y con neurólogo (presencial o por telemedicina), para poder realizar la confirmación diagnóstica y así valorar si el paciente es candidato a terapias recanalizadoras que permitan revertir síntomas. Sin embargo, un número importante de pacientes tras el ACV, inclusive luego de estas intervenciones, pueden presentar algún tipo de secuela física, comunicativa, cognitiva, conductual y en alimentación oral que pueden manifestarse en distintos grados, impactando en su desempeño funcional, social y en calidad de vida de la persona. En Chile, estudios muestran que, a los seis meses de esta emergencia, más del 50% de los pacientes tiene problemas de movilidad, actividades de la vida diaria, dolor y ansiedad/depresión. Para optar a una mejor recuperación de estas secuelas de acuerdo a la evidencia existente, el acceso a rehabilitación precoz, sostenida y realizada por un equipo especializado que incluya fonoaudiólogos/as, kinesiólogos/as, terapeutas ocupacionales y psicólogos/as clínicos es fundamental para mejorar el pronóstico.
Actualmente la rehabilitación en nuestro país cuenta con cobertura GES que es variable según la especialidad, a la que se puede acceder desde las 24-48 horas en contexto hospitalizados tras indicación médica, y en contexto ambulatorio dentro de 10-15 días tras indicación médica; sin embargo, aún se requiere seguir avanzando en mejorar no sólo el acceso sino también asegurar la calidad en la atención de acuerdo a las recomendaciones internacionales en la materia. Dentro de las estrategias del Plan Nacional de Salud 2030 se busca no solo aumentar el control de los factores de riesgo, sino que también incrementar la cobertura y calidad de la rehabilitación multidisciplinaria lo más precoz y continua posible.
El autocuidado, llevar estilos de vida saludable, controlando los factores de riesgo sin duda son una de las mejores herramientas para prevenir este tipo de enfermedades.
Michelle Casanova Román
Departamento de Neurología-Neurocirugía, Hospital Clínico Universidad de Chile.
Vicepresidenta Asociación Chilena de Enfermedades Vasculares Encefálicas ACEVE
Daniel Galdames Contreras
Departamento de Neurología-Neurocirugía, Hospital Clínico Universidad de Chile.
Lilian Toledo Rodríguez
Departamento de Fonoaudiología, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Departamento de Neurología-Neurocirugía, Hospital Clínico Universidad de Chile.
Miembro Directorio Colegio de Fonoaudiólogos de Chile A.G.
Miembro Asociación Chilena de Enfermedades Vasculares Encefálica