La actividad tuvo lugar en dependencias de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, ocasión en que el director de esa unidad y coordinador de CESA, doctor Carlos Ibáñez, destacó que “en línea con los valores de una universidad pública, hicimos extensiva la invitación esta actividad a equipos de centros y programas de tratamiento de Santiago”.
Y es que, añadió, en noviembre de 2024 se publicó el informe de la Comisión Lancet de Salud Pública sobre el juego, que alertaba respecto a una amenaza para la salud pública desatendida, poco estudiada y en aumento. “Los daños asociados al juego son de gran alcance, afectando no solo la salud y el bienestar individual, sino también el patrimonio y las relaciones, impactando a familias y comunidades con posibles consecuencias para toda la vida, y profundizando las desigualdades sociales y de salud”.
A ello, añadió que “la industria del juego promueve sus productos y protege sus intereses mediante prácticas corporativas diseñadas no solo para influir en el comportamiento del consumidor, sino también en el discurso y los procesos políticos en torno a la regulación, con una tendencia a centrarse en la responsabilidad individual en lugar de en cambios de política más amplios. Estas prácticas no son nuevas y han sido utilizadas por otras industrias, pero en el mundo digitalizado, interconectado y sin fronteras de hoy, representan una amenaza creciente para la salud pública”.
Por lo anterior, dio a conocer que la Comisión Lancet instó a los gobiernos y a los responsables políticos a tratar el juego como un problema de salud pública, al igual que otras sustancias adictivas y nocivas, como el alcohol y el tabaco, y ofrece recomendaciones para prevenir y mitigar la amplia gama de daños asociados al juego. “Es importante intervenir tanto a nivel poblacional como individual. Esta comisión solicita que se implemente una regulación eficaz del juego en todos los países, que incluya la reducción de la exposición de la población mediante prohibiciones o restricciones al acceso, la promoción, la comercialización y el patrocinio. También recomienda que las protecciones regulatorias incluyan a los niños y jóvenes, haciendo cumplir los requisitos de edad mínima y la identificación obligatoria; la provisión de medidas eficaces de protección al consumidor, como la autoexclusión universal; la regulación de los productos proporcional al riesgo de daños; y medidas que limiten el consumo de juegos de azar, como límites de depósito y apuesta exigibles”.
Frente mundial
En ese mismo sentido, y debido a que “estas industrias no tienen fronteras y son globalizadas, es fundamental que los defensores de la salud pública colaboren a nivel internacional. Por ello, organizaciones como la International Society of Addiction Medicine, ISAM, la Worls Psychiatric Association, WPA, y la OMS contribuyen para abordar este desafío de salud pública. Dado que el CESA tiene como misión desarrollar la investigación, la docencia y la difusión de las mejores prácticas en la prevención y el tratamiento de las adicciones, con un enfoque transdisciplinario que abarca desde las ciencias básicas hasta la salud pública, contribuyendo así al bienestar de las personas, las familias y las comunidades, nos parece que a un año de publicado este reporte, resulta del mayor interés para quienes nos dedicamos a las adicciones, conocer de un referente mundial de la talla del doctor Potenza, sus contribuciones en este ámbito”.
El doctor Marc Potenza, quien es director del Centro de Excelencia en Investigación sobre el Juego; del Programa para la Investigación sobre la Impulsividad y los Trastornos del Control de los Impulsos, y del programa Mujeres y Trastornos Adictivos, todos de la Universidad de Yale, además de presidente de ISAM, dictó las charlas “Uso de pantallas, adicción a videojuegos y juego patológico en la adolescencia” y “Tratamientos psiquiátricos para las adicciones digitales”. Además, la doctora Viviana Miño, profesora adjunta del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Norte brindó la conferencia “Factores de riesgo del consumo de sustancias y de pantallas en una muestra de adolescentes chilenos”.