Así lo explicaron los profesores Lilian Toledo, encargada de la Comisión de Autoevaluación, y sus miembros Virginia Varela, María Angélica Fernández y Christian Peñaloza, a cargo del proceso de recertificación que deberán enfrentar al término del primer semestre de este año.
Los académicos dan a conocer que se constituyeron en julio de 2021 y que en estos meses de trabajo levantaron información tanto del informe de salida del último proceso de acreditación que enfrentaron del 2013 –y que los certificó por el plazo máximo de siete años-, como del plan de mejoras comprometido como resultado del proceso de autoevaluación intermedia, realizado el 2016.
“A esa información de base hay que añadir el análisis que estamos haciendo a partir de que el currículum ha sido diferente en el contexto de la actual pandemia. Por ejemplo, ahora estamos en un trabajo expansivo preparando las encuestas que se van a aplicar a nuestros estudiantes, egresados y académicos, tratando de que sean pertinentes y que recojan las diferencias planteadas del hecho que, por ejemplo, tenemos alumnos que llevan dos años de estudios no presenciales, por lo que sus experiencias formativas y conocimiento tanto de nuestra infraestructura como de nuestros procesos es muy distinta de quienes han tenido una experiencia universitaria completa”, explica la profesora Varela.
La profesora Toledo añade que estas encuestas se van a aplicar desde marzo próximo y “informaremos detalladamente a nuestra comunidad respecto de esta etapa y en qué consiste este proceso, de manera que la información que recojamos sea verídica, trasparente y lo más completa posible, para que permita redactar el informe que presentaremos ante la agencia certificadora y el plan de mejoras que debemos implementar, no sólo en vista a esta situación sino que como parte de nuestra cultura de calidad continua”.
En cuanto a los desafíos que les planteó el proceso que culminó en 2013, los académicos recuerdan que varios de ellos se implementaron en el currículum innovado, puesto en marcha ese mismo año; por ejemplo, la formación de los estudiantes en un segundo idioma. “Otros avances fueron en el ámbito de la infraestructura, tales como equipos computacionales, tema en el cual la Facultad de Medicina ha hecho importantes avances y, más aún, durante la pandemia, al hacer entrega de estos dispositivos al alumnado que no disponía de ellos para sus clases en línea. En materia de lugares de esparcimiento y estudio, Campus Norte cuenta con espacios renovados tanto en el sector de Biblioteca Central como en el patio de Anatomía, que van a poder utilizar una vez que retomemos la presencialidad. Y, además, estamos trabajando en avanzar en cuanto a la movilidad estudiantil; en ese sentido la actual crisis sanitaria ha dificultado estas gestiones, pero tenemos un acuerdo establecido con la Universidad de Concepción, para que estos intercambios puedan ser también a nivel nacional”, agrega la académica.
A ello, la profesora Fernández agrega que “algo bueno de este sistema virtual fue la digitalización del material de estudio, ahora todos tienen acceso sin inconvenientes a la bibliografía obligatoria; si bien antes estaban los libros físicos, no había uno por cada estudiante; el acceso a la información se facilitó”.
La pandemia como desafío y oportunidad
El profesor Peñaloza señala que “mirando el material que hemos levantado y lo que será la aplicación de estas encuestas, creo que hay dos o tres desafíos que pueden ser interesantes: el primero es ver cómo vamos a incorporar los impactos que ha tenido la pandemia tanto en la formación que impartimos como en la información que recogeremos, y esas son dimensiones que no están incorporadas en las propuestas de formulario que entregan las agencias certificadoras”.
Ahí, añade, el trabajo realizado tanto con la Dirección de Pregrado como con la unidad de Autoevaluación, Acreditación y Calidad de la Vicerrectoría de Asuntos Académicos de la Universidad de Chile, “ha sido esencial, nos han orientado en cuanto a visualizar grupos dentro de la muestra: para algunas preguntas vamos a distinguir estudiantes con tres o más años de experiencia o de carrera, versus los que tienen uno o dos años, pensando incluso además que todavía no está tan clara la situación de los que entren en marzo. Así sabremos cómo vamos a procesar estos datos”.
Y, “muy asociado a ello, en el sentido positivo, es que esto nos reactiva la idea de la comunidad que somos como carrera. Estamos pensando en nuestros académicos, estudiantes y egresados, en los que pueden ser los empleadores de nuestros profesionales, en cómo generar o reactivar en algunos casos esos vínculos, y desde esa perspectiva vuelve siempre a flote esta reflexión acerca de cómo estamos constituyéndonos y funcionando como comunidad diversa y compleja. Muchos de los temas que hemos conversado en estos meses trabajando como comité están atravesados por esas cuestiones”.
¿El funcionamiento en virtualidad también ha sido una oportunidad de mejoras, verdad?
Profesora Varela: Ese es un punto que hemos conversado también: cómo a través de la virtualidad hemos logrado captar elementos, herramientas virtuales, que nos sirven hasta el día de hoy para el pregrado. Por ejemplo, software que nos permite trabajar con todo un curso completo, en vez de hacer entrar de dos a tres alumnos cada 15 minutos a un laboratorio. Pero los estudiantes, sobre todo de pregrado, requieren también de la presencialidad, de poder resolver sus inquietudes en el momento.
Por todo lo anterior, la Comisión de Autoevaluación llama a estudiantes, egresados y académicos a participar activamente del proceso de recertificación, respondiendo las encuestas que se les harán llegar en marzo próximo, contribuyendo así al crecimiento continuo de la formación de pregrado en Fonoaudiología.