Al inicio de esta etapa, marcada por un nuevo ciclo de la actividad académica, les doy la bienvenida, alegrándonos del reencuentro de la extensa, rica y diversa comunidad que conformamos y esperando que el descanso del verano haya sido reparador en todas las dimensiones.
Esta etapa tiene características particulares, y más allá del ciclo formal de lo académico, conlleva la esperanza de dejar atrás la pandemia que ha alterado la vida del mundo durante dos años, infligiendo pérdidas y dolor, aunque también dando la oportunidad de aprender de nuestras capacidades y limitaciones. Se inicia también durante este año un nuevo ciclo político en nuestro país, tanto en lo inmediato a partir de pocos días más, como en lo que conlleva el proceso de formulación de una nueva Constitución. Al contexto nacional se suma la preocupación de estos días por situaciones globales cuya naturaleza quizás considerábamos superada, así como las consecuencias arrastradas de la pandemia.
Todo lo dicho se amalgama en la percepción acentuada de cambio y también de incertidumbre, con las esperanzas y temores que conllevan. Frente a ello, quiero compartir una mirada optimista, por cuanto el progreso y el bienestar no pueden sino resultar del cambio, como es evidente del examen de la evolución de cualquier aspecto de la humanidad. La mirada debe ser también crítica, ya que el cambio per se no garantiza de manera alguna el progreso.
Para encaminar el cambio en la dirección del progreso y la consecución del bienestar se requiere la participación de cada quien, desde las responsabilidades que le competen. Nos reúne en particular conformar una comunidad universitaria de educación, cuidado y ciencia, además de las responsabilidades y derechos comunes a nuestra condición de ciudadanos y ciudadanas. Reiterando lo que he expresado en muchas oportunidades, como comunidad universitaria tenemos la especial responsabilidad de poner en práctica principios como el ejercicio irrestricto de la razón, el respeto a todas las opiniones, la discusión rigurosa, abierta e informada y las decisiones basadas en las evidencias.
Naturalmente esperaría que estos principios inspiraran el quehacer de quienes tienen injerencia en las decisiones que nos afectan como sociedad. Estoy convencido de que solo así los cambios necesarios se pueden encausar en la dirección del progreso que todos anhelamos para cada persona, en todos los ámbitos de la vida. Les invito a iniciar este periodo reactivando al máximo nuestra vida universitaria, poniendo en práctica estos principios para contribuir al progreso que esperamos.
En lo más inmediato y específico, esperamos y trabajamos intensamente para que el año lectivo se desarrolle sin interrupciones y retome plenamente las características que requiere una comunidad educativa como la nuestra. Puedo asegurarles que el equipo directivo y todo el personal han estado planificando y organizando un retorno seguro teniendo en cuenta las últimas orientaciones de la autoridad sanitaria y de nuestros especialistas.
Como resultado de los niveles muy altos de vacunación en Chile, y en especial de nuestros estudiantes y funcionarios entre otros factores, varias restricciones impuestas anteriormente para el funcionamiento de las universidades al día de hoy se han atenuado. Tengan la certeza de que la salud y la seguridad de toda la comunidad siguen siendo prioridad principal. En este sentido, resulta imprescindible reiterar el llamado al autocuidado, pues no existe estrategia exitosa que no parta por ser responsables con nuestra salud y la de los que nos rodean. Los aspectos específicos de medidas y procedimientos para cada actividad de nuestra Facultad se estarán informando oportunamente, manteniendo el principio general de retornar a la actividad universitaria presencial.
Una vez más, bienvenidos y bienvenidas al reencuentro en la vida universitaria y a la comunidad que nos convoca, y reciban los deseos de mi parte y de todo el equipo que me acompaña de que este sea un año de bienestar y progreso en todas las dimensiones de la vida.
Dr. Manuel Kukuljan
Decano