“La doctora Kleinsteuber ha dedicado su carrera a la formación profesional en todos los niveles académicos. Desde 1992 cuando ingresó mediante la beca formación de académicos al Programa de Formación de especialistas en Neurología de Adultos de la Facultad de Medicina se ha dedicado a la docencia; y desde 2013, como Profesora Asociada de la Universidad de Chile, ha formado parte de equipos de trabajo orientados a la formulación de programas de estudio y, particularmente, a la generación de instancias de especialización en Neurología Pediátrica. Su labor docente ha sido reconocido por sus estudiantes, recibiendo el premio a la Mejor Docente de su disciplina los años 2008, 2010, 2012 y 2014”.
“También ha integrado programas académicos en centros asistenciales docentes y grupos de estudio asociados a su especialidad, participando en actividades de educación continua y liderando equipos de investigación. En ella se condensan con toda claridad los valores y principios propios de la vocación académica, siendo así un fiel reflejo de lo que el Regional Santiago del Colegio Médico busca representar en su orientación formativa”.
La doctora Karin Kleinsteuber asumió como Coordinadora de Acreditación Programas de Títulos de Especialistas Escuela de Postgrado en enero 2015 hasta junio de 2018, liderando los procesos de acreditación de los programas de especialidades y subespecialidades de la Facultad de Medicina; en esa fecha, inició su gestión como directora de la Escuela de Postgrado de nuestro plantel.
Una medicina más humanizada
Al respecto de su distinción en el ámbito de la docencia, la académica señaló que desde su propio proceso de formación como especialista “tuve la oportunidad de enseñarle a otros, compañeros profesionales de la salud de ésta y otras carreras, ahí dimensioné que no sólo sirve para el propio aprendizaje, sino que ayuda a generar un vínculo con las otras profesiones de la salud, en beneficio de los pacientes”.
En ese sentido, añade que “éste es un reconocimiento a la tarea de enseñar, pues lo habitual es que la trayectoria académica reconozca especialmente la producción científica por sobre otras labores. Agradezco este premio en nombre de todos y todas quienes enseñamos, porque valora un trabajo que permanece muchas veces anónimo. Es lo que hacemos los clínicos en el día a día en los campos clínicos y que va más allá de enseñar contenidos de una disciplina, sino que tiene que ver con modelar en el ejercicio de la medicina de un modo genuinamente más integral que es el que uno quisiera que prevaleciera por sobre otros. Un modo en que los pacientes son atendidos, con cuidado, tiempo y dedicación, poniendo a su servicio y el de su familia no sólo las competencias que permiten diagnósticos y tratamientos, sino pensando e incorporando en la atención lo que ellos pueden necesitar en otros ámbitos, que mejoren su salud y bienestar, y si no podemos mejorarlos, al menos hagan más llevadera su vida en la condición de enfermedad. Eso es lo que uno va aprendiendo con los años, con los colegas, con los mismos pacientes y cuando uno es paciente o familiar de uno. Y esas ideas e intervenciones, que no siempre aparecen en los libros, pueden contribuir a mejorar aspectos de la vida de la personas en salud y en enfermedad. Y en la práctica eso que hacemos y cómo lo hacemos en la atención, donde pensamos junto con colegas y estudiantes en todo lo que puede ayudar a una persona a mejorar, es lo que destacan ellos en los policlínicos docentes: el tiempo, la dedicación, el pensamiento y la atención verdaderamente centrada en sus requerimientos. Así, no es raro que ellos mismos y, en el caso de los niños, sus familias nos digan que los hemos atendido igual o mejor que en una consulta particular y agradezcan la deferencia, la rigurosidad, el tiempo dedicado y el trato en los policlínicos docentes, donde enseñamos que los médicos debemos ofrecer el mismo tiempo, respeto y dedicación, independiente del contexto; y aún debemos esmerarnos más, pues en el caso de los pacientes del sistema público ellos no pudieron elegirnos y debemos darles la certeza de estar recibiendo la medicina de calidad que merecen. En suma, tratamos no sólo de atender bien, poniendo el corazón en ello, como nos gustaría nos trataran a nosotros o a nuestros seres queridos cuando enferman, sino que de trasmitir ese concepto a los alumnos”.
Y es que, agrega, “los docentes vemos que la única manera de trasmitir lo que es la atención médica no sólo en lo resolutivo –es decir, de hacer diagnósticos y tratamientos-, sino que de brindar todo lo que necesita el paciente, es dando el ejemplo: escuchando, dando recomendaciones que pueden parecer menos relevantes que los fármacos que indicamos, pero que hacen una diferencia importante en muchos de ellos, sobre todo en los más frágiles, en los más vulnerables. Pero atender y enseñar así no es fácil, se necesita tiempo. Y ése es siempre escaso. Pero que parece ser una buena inversión, pues el tiempo que ocupamos en enseñar con el ejemplo a ejercer una buena medicina puede permitir que los pacientes, sus familias, otros miembros del equipo de salud y nuestros estudiantes aprendan a hacerse cargo y en mejor forma de la salud de todos. Por el contrario, si sólo enseñamos y los alumnos aprenden una atención de salud limitada por el rendimiento de pacientes por hora, vamos a ir progresivamente deshumanizando la atención”.
Por ello, la doctora Kleinsteuber reflexiona que “es un desafío para la salud pública el cómo haremos para que la enseñanza de la medicina sea humanizada, lo que requiere de tiempo, y para que la universidad también nos permita seguir enseñando en ese sentido. Quienes nos dedicamos a la docencia clínica sabemos que cada situación, paciente y familia es única y que dar tiempo para un a atención de calidad significa adaptarnos a lo imprevisto, como las veces en que debemos dar una mala noticia, lo que no se puede hacer en 15 minutos, debemos estar conscientes y atentos a las diferentes reacciones que surgen en el momento y eso necesariamente va a requerir tiempo y habilidades. Eso es algo que se dimensiona poco”.
Asimismo, la académica reconoce que esta distinción sólo fue posible gracias al respaldo del equipo que integra junto al grupo de Neurología Pediátrica del Hospital Roberto del Río. “Al comienzo sentí que no me merecía este premio, porque pasaron por mi cabeza varios nombres de quienes creo que lo merecen más, como el de mi mentora, la doctora María de los Ángeles Avaria. Pero después a conversarlo con mis colegas, comprendí que es valorizar lo que hacemos en los campos clínicos contra viento y marea, lo que hemos seguido haciendo en pandemia. Darse para enseñar a otros a ser mejores que uno, para que a otros los atiendan especialistas mejor de lo que nosotros lo hemos hecho o mejor que la experiencia que hemos tenido con un ser querido cuando se enferma. Lo que más siento es que no pude compartir esta alegría con mi padre, que falleció en febrero, después de una semana de hospitalización en la cual aprendí mucho como hija de paciente y agradecí la medicina compasiva”.
Por último, enfatiza “ser educadora en salud es un privilegio, las satisfacciones son permanentes, de manera que una sigue encantada; yo diría las satisfacciones más grandes tienen que ver con las personas que yo he formado, porque en la actualidad saben más que yo. Enseñar es inherente a esta profesión, y a las doctoras que vienen les diría que no descuiden esta labor, que traten de no ejercer solas, que se mantengan vinculadas a un equipo de trabajo en un hospital público o en una universidad que les permita seguir teniendo la debida autocrítica y el aprendizaje constante que hay en esto”.
Finalmente, agradeció la distinción recibida, recordando que otras dos académicas que han formado parte del equipo directivo de la Facultad de Medicina han sido reconocidas por el Regional Santiago del Colegio Médico, como son la doctora María Elena Santolaya en el 2015, también con el Premio Trayectoria Académica, y la doctora Andrea Mena en el 2016, con el premio Dra. Eloísa Díaz. "Creo que esos reconocimientos son sin duda para todas las mujeres que hemos dedicado una vida a enseñar la Medicina", concluyó.