En Chile, la ley de matrimonio igualitario entró en vigencia en marzo de 2022, otorgando a las parejas del mismo sexo acceso a este derecho y reconocimiento en materia filiativa a sus hijos. Pese a su reciente implementación, aún quedan áreas en las que la respuesta del Estado pareciera no estar claramente definida; así lo piensa el profesor Morrison, terapeuta ocupacional y doctor en Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Salamanca.
Por eso, en su actual Fondecyt de Iniciación “Familias LGBTIQ+ y acción política del Estado chileno: el parentesco y la filiación entre relaciones de poder y resistencia”, señala que diferentes grupos de personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero/transexuales/travestis, intersexuales, queer u otros (LGBTIQ+) han reclamado al Estado el reconocimiento de sus vínculos como familia y de sus relaciones de parentesco y filiación. La reciente implementación de la ley 21.400 lleva a la importancia de conocer la respuesta del Estado a preguntas como qué ocurre con las familias LGBTIQ+ que deciden y buscan tener hijos recurriendo al sistema público, ya sea por reproducción asistida o por adopción, o qué pasa con las familias que ya tienen hijos y su reconocimiento en algunos programas o instituciones estatales.
“Lo que me interesa analizar es la relación que tienen estas familias con el Estado. Por ejemplo, las familias lesbomarentales pueden recurrir a técnicas de fertilización asistida, pero los programas de Fonasa están mayormente orientados a las parejas heterosexuales; las familias con dos padres varones podrían optar por gestación subrogada o adopción. Queremos ahondar en qué pasa cuando las mujeres solicitan programas de reproducción asistida en el sistema público de salud, o cuando parejas homoparentales tratan de acceder a la adopción o a la inscripción de sus hijos en el Registro Civil”, explica el académico.
Y es que “el Estado focaliza en la familia un eje central de articulación de diferentes racionalidades que se materializan en derechos y deberes, y en todo un aparataje público que se constituye para, y es constituido por, la familia”, señala el proyecto. Aquí es donde hasta la puesta en marcha de la ley 21.400 las familias LGBTIQ+ no eran reconocidas, “se observaban como ininteligibles, y por tanto no gobernables, quedando excluidas de diferentes acciones políticas”.
Visibilización e integración
El estudio, que surgió también de un cuestionario aplicado a 20 familias LGBTIQ+ distribuidas en todo el país, de manera de conocer sus inquietudes e intereses en el tema, se realizará en tres fases. “La primera es más bien documental, haciendo un análisis del discurso escrito respecto de estas familias en la política pública chilena, viendo qué había antes de la nueva ley y qué se ha modificado con su entrada en vigencia. Por ejemplo, dado que los programas de fertilización asistida no tienen un foco en las parejas de mujeres, estoy analizando cómo se está construyendo el sujeto en las políticas públicas, cómo eso impacta a las familias. Por ejemplo, analizando lo que dice la norma del Registro Civil respecto a la inscripción de hijos de matrimonios que hicieron gestación subrogada en el extranjero, porque también hay mucho conflicto sobre eso”.
Posteriormente realizará una serie de entrevistas a familias LGBTIQ+ pertenecientes a cinco regiones de Chile, “viendo cómo impactan sus realidades locales en relación a la implementación de las políticas públicas, porque parte de este proyecto se propone un análisis etnográfico, debido a lo cual voy a asistir a las distintas reparticiones del Registro Civil, Fonasa y del sistema de adopciones de “Mejor Niñez”. Allí también entrevistará a sus funcionarios, para conocer su labor al atender a estas familias “y cómo fueron desarrollando estrategias para ayudarlas en sus procesos”.
La tercera fase analizará toda la información recopilada, con el fin de conocer las barreras de acceso que aún existen entre las familias LGBTIQ+ y el Estado. Así buscará generar conocimiento que no sólo esté a disposición de la formación de nuevos profesionales de las ciencias sociales y de la salud, sino que también pueda emplearse como parte de posibles mejoras a las políticas públicas en este ámbito. “Siento que hay un cierto imaginario respecto de estas familias, con muchos estereotipos; me interesa visibilizarlas, así como a la relación que tienen con el Estado y cómo este las percibe, cómo piensa y como escribe sobre ellas. Y, por supuesto, idealmente entregar algunas propuestas, evidenciar injusticias, mostrando y acompañando en términos de sugerencias. Para mí la ciencia es un instrumento en la línea de fortalecer la relación entre la investigación, la acción política del Estado y las familias LGBTIQ+”.