Así lo informa el doctor Soto-Rifo, académico del Programa de Virología del Instituto de Ciencias Biomédicas e investigador asociado del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia, quien lidera este grupo junto a la doctora Claudia Cortés, del Departamento de Medicina Interna Centro y miembro de la Fundación Arriarán como subdirectora, y que integran los doctores e investigadores principales Mercedes López, del Programa de Inmunología del ICBM; Vinicius Maracaja, de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, y Marcelo Navarrete, de la Universidad de Magallanes; y los investigadores asociados doctores Fernando Valiente, también de Virología y Rodrigo Muñoz, del Hospital de Magallanes.
Ellos, junto a los investigadores adjuntos Cecilia Piñera, del Hospital Exequiel González Cortés; Mónica Pinto, del Hospital de Magallanes; Andrés Soto, del Departamento de Medicina Oriente en el Hospital del Salvador; Aldo Gaggero, del Programa de Virología y Fabio Paredes, estadístico –además de estudiantes de diferentes programas de magíster, doctorado y postdoctorado-, conforman el corazón de este nuevo proyecto Anillo, que durante tres años establecerá una cohorte de personas que viven con VIH y ahondará en la inflamación crónica generada por la persistencia del virus. “Y esto sucede pese a que tengan carga viral indetectable en plasma gracias a la terapia antirretroviral, ya que esta no erradica al virus, porque éste se esconde en diversos tipos celulares en diferentes nichos anatómicos, como son nodos linfáticos, tejido adiposo, pulmones o cerebro, entre otros. Esto genera el denominado “reservorio latente” en células como los macrófagos o las microglías en el cerebro, las cuales se activan y secretan citoquinas proinflamatorias de forma constante, produciendo una inflamación de bajo nivel pero que es permanente. Y eso trae como consecuencia que las personas que viven con VIH, pese a que tengan una terapia exitosa, estén propensas de manera más temprana a tener enfermedades que suelen asociarse al envejecimiento, como son las patologías cardiovasculares, la diabetes tipo 2 o desórdenes neurocognitivos, por ejemplo”, explica el doctor Soto-Rifo.
En la actualidad, agrega, los principales focos de investigación en VIH están orientados a encontrar una posible cura o a tratar la inflamación, por la propensión en que deja a las personas frente a distintas comorbilidades. Por ello es que, junto a los doctores Valiente y Cortés formaron, en el 2017, el grupo interdisciplinario de trabajo CHAIR (Center for HIV/AIDS Integral Research), con el apoyo de la Facultad de Medicina, para abordar el VIH/SIDA. CHAIR actualmente une la investigación científica, la salud clínica y políticas públicas, además de la educación y la vinculación con el medio mediante charlas en colegio y organización de jornadas de testeo masivo, por ejemplo. “Este proyecto Anillo potencia este trabajo interdisciplinario que ya hemos avanzado, permitiendo la incorporación de nuevos académicos y sus respectivas contribuciones”.
Datos analizados en red
El primer objetivo del proyecto es la creación de una cohorte de pacientes, cuyas muestras de sangre y deposiciones serán tomadas y conservadas con estándares internacionales, para lo cual contarán con el apoyo del Biobanco de Tejidos y Fluidos de la Facultad de Medicina, dirigido por la doctora Alicia Colombo. Para ello, accederán a los pacientes tanto de la Fundación Arriarán como los de los diferentes centros asistenciales en que se desempeñan los integrantes del Anillo. “En particular, necesitamos que los individuos estén bajo tratamiento supresivo; es decir, que no tengan carga viral detectable, y los agruparemos entre quienes presenten o no síndrome metabólico, porque es una comorbilidad asociada a vivir con VIH y que es de alta prevalencia en la población general chilena, con el objetivo analizar diferentes indicadores inflamatorios y compararlos entre ambos grupos”. Y esos datos serán integrados a la plataforma REDCap de la Facultad de Medicina, un software de captura de datos electrónicos y metodología de flujo de trabajo para diseñar bases de datos de investigación de ensayos clínicos y traslacionales.
Esta información será analizada mediante tecnología de vanguardia, ya disponible en los laboratorios de los diferentes miembros del proyecto, para caracterizar los perfiles virológicos, inmunes e inflamatorios en lo que es su segundo objetivo: “Vamos a buscar patrones moleculares específicos que estén asociados a la inflamación, mediante secuenciación de célula única, caracterización de reservorio viral –que son los genomas virales que están escondidos en las células de los pacientes-, análisis de microbioma, viroma, proteoma en plasma, de repertorios inmunes, entre otros”, dice el académico. Y, en base a todos estos parámetros, como parte del tercer objetivo “estableceremos redes de asociación entre ellos, de manera de identificar biomarcadores asociados a la caracterización clínica, que puedan ser indicadores de mejor o peor pronóstico. Porque la idea es, al identificar estos biomarcadores, poder orientar el tratamiento de cada paciente de forma personalizada; por ejemplo, para prevenir el desarrollo de otras patologías”.
Y es que, añade, “hoy la terapia antirretroviral funciona de maravilla, ha permitido que las personas que viven con VIH pasen de lo que era una condena de muerte a tener una esperanza de vida similar a la de la población general. Pero tienen expectativas de salud diferentes: tienen más problemas porque hoy se sabe que este estado inflamatorio crónico predispone al desarrollo de otras enfermedades. Por ejemplo, la mitad de las personas que vive con VIH, con o sin tratamiento, padece de algún tipo de desorden neurocognitivo, desde los más leves hasta los más graves como la demencia”.
Esta cohorte será diversa, agrega, lo que permitirá hacer diferentes estudios incorporando o descartando diferentes factores, como podrían ser edad, género, preferencias alimentarias y otros. “No es lo mismo si son pacientes pediátricos o adultos, vegetarianos o que consuman comida chatarra, pese a que tengan la misma terapia. Por eso es importante crear la cohorte con los estándares que proponemos, ya que esto nos permitirá ir hilando más fino en esta y futuras investigaciones. Mediante esta cohorte tendremos información proveniente de pacientes que viven con VIH desde recién nacidos hasta adultos mayores y cómo, a los largo de los años, sus perfiles de inflamación van cambiando".
El doctor Soto Rifo destaca, por último, la asociatividad del equipo tras este proyecto Anillo: “el éxito del proyecto requiere que cada miembro del equipo contribuya desde su área disciplinar. Como equipo tenemos claras las preguntas que queremos responder para generar conocimiento que permita mejorar las expectativas de salud de las personas que viven con VIH, eso es clave”.