La doctora Mayol, psicóloga clínica y divulgadora científica, explica que en Europa hay iniciativas que apuntan a trabajar los síntomas llamados positivos —como delirios o alucinaciones— mediante realidad virtual. “Con este medio se pueden simular contextos para que el usuario se sienta como si estuviera en un entorno real, y con la compañía y apoyo de su terapeuta, puede adquirir habilidades en un espacio que es seguro, para que luego le sea más fácil hacer la transferencia a su vida diaria. También se usa en casos de fobia y ansiedad, por ejemplo”.
En Chile también hay avances, añade, aunque en fase aún muy emergente; “estamos levantando ideas y proyectos para poder trabajar con realidad virtual, con el mismo objetivo de simulación, de manera de ayudar a la disminución de síntomas y para potenciar habilidades de la vida diaria. Entregar herramientas a las personas y que, de esta forma, su paso al mundo real no sea tan dramático, porque es importante exponerse a las situaciones estresantes; pero en un contexto seguro y con el apoyo de un terapeuta, la realidad se vuelve menos amenazante. Es una etapa intermedia para trabajar ciertas habilidades cotidianas del tipo social, como podría ser viajar en metro o moverse en un parque: los desafíos que a diario se enfrentan en la vida”.
Para ello, y en conjunto con académicos de la Universidad Alberto Hurtado, está postulando a fondos concursables con el fin de estudiar la posible puesta en marcha de un proyecto de creación de entornos virtuales, resolviendo protocolos de trabajo, cantidad de sesiones, midiendo la efectividad de la intervención y la duración de sus resultados. “Lo más probable es que sean estrategias que se deban repetir en el tiempo, que no instalen una mejoría en el corto plazo, sino que habría que reforzarlas”.
Pero si por ejemplo la persona adquiere la capacidad de andar en metro sin temor, ¿el solo hecho de vivenciarlo a diario no haría innecesario ese reforzamiento?
Es lo que uno esperaría, lo que pasa es que todas las estrategias terapéuticas van disminuyendo su eficacia con el tiempo, entonces uno esperaría que haya que hacer seguimiento. Y es que, si bien algunas personas logran incorporar estas actividades a la vida real y entonces las practican con frecuencia, hay otras que no adquieren tan fácilmente esa habilidad y requieren de algún tipo de reforzamiento con psicoterapia, teniendo que volver a estas terapias.
¿Se puede usar con todos los pacientes?
Primero tiene que tener los síntomas compensados para poder permear con el trabajo terapéutico; eso es bien importante. Lo otro es que la realidad virtual tampoco se puede usar mucho rato, porque empieza a generar problemas como mareos, vértigo, algunos síntomas que son propios del entorno virtual, y después en la perspectiva visual; por lo mismo eso va limitando la cantidad de tiempo que debería durar cada sesión; yo creo que sesiones de 20 a 30 minutos suelen ser adecuadas para la mayoría de las aplicaciones recreativas y de entrenamiento. Aunque no existe un límite rígido, se recomienda tomar descansos después de cada sesión para evitar fatiga visual, mareos o desorientación y, en el caso de niños/as, se recomienda evitar la exposición prolongada a dispositivos de pantalla, incluyendo la realidad virtual, para prevenir efectos negativos en el desarrollo.
Otros avances tecnológicos aplicados al tratamiento de pacientes con patologías de salud mental, finaliza la doctora Mayol, son algunos programas psicoeducativos a los que se accede a través de aplicaciones en los teléfonos móviles, “que son una buena estrategia y bastante interesantes, pero como es un mundo que cambia tan rápido, los usuarios los visitan unas pocas veces y luego los dejan, por lo que tienen baja adherencia. Pero podrían ser un tremendo aporte sobre todo pensando en personas que, por la distancia, tienen menos acceso a atenciones presenciales”.