El encuentro fue inaugurado por el director de la unidad convocante, doctor Sergio Valenzuela, quien explicó que la actividad es producto de un trabajo preparatorio de académicos de este equipo en la línea de bioética, derechos humanos y ciudadanía han avanzado, la cual produjo un primer coloquio en el 2014 sobre “Ciudadanía y Ética Clínica”; el segundo, al año siguiente, se preguntó si “¿Son útiles los principios morales?”, para luego abordar preguntas abiertas sobre conceptos de salud y sedación paliativa al final de la vida, entre otros. “Hoy se nos invita a un ejercicio que honra las primeras palabras por Andrés Bello en el discurso de 1843 en el que planteó los lineamientos institucionales para nuestra casa de estudios: “La Universidad, señores, no sería digna de ocupar un lugar en nuestras instituciones sociales, si el cultivo de las ciencias y de las letras pudiese mirarse como peligroso bajo un punto de vista moral, o bajo un punto de vista político. La moral es la vida misma de la sociedad; la libertad es el estímulo que da un vigor sano y una actividad fecunda a las instituciones sociales. Lo que enturbie la pureza de la moral, lo que trabe el arreglado pero libre desarrollo de las facultades individuales y colectivas de la humanidad y lo que las ejercite infructuosamente, no debe un gobierno sabio incorporarlo en la organización del Estado”. A ello, nosotros le agregamos que la existencia de un punto de vista virtuoso, de equilibrio, parece ser el desafío de quienes reconocen que el conflicto moral pudiera tener una virtud; es decir, habría una especie de conflicto que no sólo no hay que eliminar, sino que hay que promover. Ese es el llamado “conflicto razonable”; en tanto las posiciones en conflicto tienen cada una de ellas buenas razones para defender su agenda, la racionalidad no es un criterio de desempate, y por eso es difícil decidir cuál es la mejor. Sin embargo, es una tarea fundamental de estos tiempos que, durante el curso de este seminario, se espera abordar”.
Posteriormente, el doctor Bernardo Aguilera, académico del departamento organizador, introdujo el seminario señalando que la existencia de desacuerdo respecto de lo bueno y lo correcto ha acompañado por siempre a la humanidad, conflicto que se ha agudizado a lo largo de la historia debido a las diferentes perspectivas religiosas, en actual convivencia en sociedades pluralistas con corrientes agnósticas y ateas. Por ello, puso como ejemplo de diálogo fecundo el que sostuvieron en el 2004 el entonces cardenal Joseph Ratzinger y el filósofo Jürgen Habermas.
La jornada incluyó cuatro mesas de discusión: “El desafío del pluralismo ético”, moderado por la profesora Gabriela Huepe e integrada por los profesores Mauricio Suárez, de la Universidad de Chile; Daniel Loewe, de la Universidad Adolfo Ibáñez y Mariano de la Maza, de la Pontificia Universidad Católica.
Luego, los profesores Fernando Atria, de Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, y Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, debatieron acerca de la posibilidad de un lenguaje moral común. En esta ocasión, el profesor Atria explicó que la discusión pública es constitutiva de democracia, pero que actualmente se ha reemplazado la idea de discusión –que es una acción comunicativa- por la de negociación, que es una acción estratégica. Por su parte, el profesor Peña estableció tres condiciones básicas que hacen posible el debate público, y que deben estar enlazadas entre sí. La primera, de origen sociológico, basada en la vida social diferenciada, fragmentada y sobreabundante de sentido de la actualidad; la segunda, de índole político, respecto de la capacidad de poner en paréntesis las convenciones últimas, tratando como opinión lo que para uno no lo es, en pos de un fin superior, y la tercera, de origen filosófico, en la que el debate moral se debe independizar de toda ontología, dejando la ética independiente de la moral.
Posteriormente, las profesoras Diana Aurenque y María Alejandra Carrasco, de las universidades de Santiago y Católica respectivamente, dieron sus perspectivas acerca del “Problema del aborto en una democracia constitucional” y, por último, los académicos Ángela Vivanco e Íñigo Álvarez, se refirieron al problema de la eutanasia en una democracia constitucional.