Los desafíos a los que se vio expuesta la sociedad chilena y particularmente la que reside en la Región Metropolitana, producto de las dificultades que enfrentó durante el estallido social de octubre de 2019 y en los meses que lo siguieron, en especial en términos de acceder a productos básicos de alimentación –ya que muchos supermercados fueron saqueados o destruidos, y disminuyó la posibilidad de desplazamientos dentro de la ciudad-, llevó a las autoras a analizar este escenario y la importancia de que familias y comunidades mantengan estrecho contacto y apoyo para facilitar el bienestar colectivo.
Así, la doctora Kanter recuerda que los últimos meses del año recién pasado fueron espacio para la realización de diversas asambleas o cabildos en los que se abordaron temas de la política contingente, pero también acerca del derecho al acceso a una alimentación saludable, afectada también por las consecuencias del cambio climático en la producción de frutas y verduras, como es el caso de la sequía que se enfrenta en Chile. “En ese momento comenzamos a pensar cómo aprovechar la experiencia que adquirimos en octubre, porque todos empezamos a aprender cómo trabajar desde casa y la manera de encontrar otras vías para comprar la comida. Y en marzo nos dimos cuenta de que vendría la pandemia, por lo que sería importante regular los aprendizajes que nos dejó el estallido social, para enfrentar cómo acceder a los alimentos durante esta cuarentena”.
“Como esto nació durante la crisis social, mucho antes que la pandemia, habíamos visto todo lo positivo que se puede obtener en los cabildos. Se juntaba gente de cualquier área a conversar sobre los problemas que estaban viviendo y también sobre soluciones para ellos; así, de una forma orgánica salió el tema del derecho a la alimentación saludable. En parte, porque en ese momento no habían supermercados en muchos lados; entonces, en los cabildos se hicieron fuertes referencias que apuntaron a recuperar, a dar más importancia a los productores más pequeños, pero también a las “ollas comunes” para dar comida a la gente en el barrio, creando una instancia de alimentación en comunidad, aprovechando que pese a las dificultades siempre hubo ferias y nunca se rompió la cadena agroalimentaria. Eso se valoró”, explica la doctora Kanter.
Potenciar el comercio local
Así, añade, “vimos la importancia de convocar a la gente para generar desde ellos soluciones para una alimentación mejor y más saludable. Ahora, durante la pandemia no podremos juntarnos, pero podríamos usar el mismo concepto para hacer cabildos en línea, para generar ideas y soluciones desde las comunidades, porque los vecinos son los expertos en su barrio. Saben mejor qué sugerencias o soluciones pueden llevar a una mejor alimentación, de acuerdo al contexto local, que ellos conocen bien, y en base a toda la experiencia adquirida en la crisis”.
A ello, agrega que este tipo de iniciativas se vincula fuertemente con el apoyar el comercio local de los pequeños productores agroalimentarios que venden en las ferias, “que aunque debido a la actual contingencia han experimentado un alza de precios, así y todo son más económicas que los supermercados. Pero además, ellos no pueden almacenar sus frutas y verduras por mucho tiempo, por lo que sería positivo apoyarlos de esta forma; incluso, si pensamos en las cajas de alimentos básicos que está repartiendo el gobierno, sería bueno que se incluyeran alimentos frescos comprados en las ferias locales, de forma de prevenir un aumento en la obesidad y diabetes, enfermedades que hacen más vulnerables a las personas frente a la infección por coronavirus”.
Por último, y debido a que convocan a la participación mediante cabildos virtuales para recoger el sentir de la ciudadanía, la doctora Kanter saluda la iniciativa que lideran las universidades de Chile y Católica, denominada “Tenemos que hablar de Chile”.