65 académicos de excelencia componen el claustro de este programa, que fue creado en 1989 con el objeto de promover la formación de científicos independientes y altamente calificados en el área biomédica. Se fundamenta en el reconocimiento que la medicina moderna depende en forma directa del avance del conocimiento en disciplinas básicas tales como Biología Celular y Molecular, Neurociencias, Farmacología, Fisiología, Inmunología, Bioquímica y Microbiología, entre otras, todas las cuales cuentan con el respaldo de líneas de investigación, laboratorios y autores altamente calificados.
El doctor Ricardo Soto Rifo, miembro del Programa de Virología del ICBM y coordinador académico de este programa, destaca que, además, del sello de calidad que les da el claustro, compuesto por investigadores de reconocida trayectoria nacional e internacional, va más allá de lo científico: “nuestros estudiantes pueden establecer sólidos vínculos ya que contamos con un sistema de tutores académicos, para orientarlos y seguirlos desde que ingresan al Programa y hasta que se gradúan”, explica, añadiendo que ese modelo de gestión fue uno de los puntos destacados en este proceso de acreditación.
Otro, agrega, fue la posibilidad de internacionalización formativa que les da el programa de doctorado conjunto con la Universidad de Gröningen, UG, el cual es coordinado por la doctora Lisette Leyton. “Está en funcionamiento desde el 2020, ya tenemos a tres estudiantes realizando parte de su trabajo de tesis en los laboratorios de UG y un cuarto que viajará dentro de los próximos meses”, asegura la académica. La inclusión de este programa fue parte de la modernización del reglamento del DCBM que se hizo en respuesta al proceso de acreditación anterior, “y aunque estamos sorteando diferentes dificultades administrativas frente a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, propias del manejo de una instancia nueva, la verdad es que ha sido muy exitoso y una tremenda oportunidad para los estudiantes no sólo desde la perspectiva científica sino que para sus futuras carreras”.
Las modificaciones al reglamento permitieron, asimismo, fortalecer el manejo del inglés entre los doctorandos –con cursos ofrecidos por la Dirección de Postgrado y Postítulo, además de los que dicta la propia profesora Leyton para el dominio del idioma- y su participación en papers científicos antes del término del programa. “Ahora la mayoría de ellos ha sido parte de la publicación de al menos dos artículos durante su proceso de tesis”, informa el doctor Soto Rifo.
Por su parte, la directora de la Escuela de Posgrado, doctora Karin Kleinsteuber, felicitó a quienes lideraron “este proceso que culmina con un éxito que nos alegra a todos, y en particular me permito agradecer el esfuerzo titánico del comité académico de este programa, y como ellos mismos señalaron, el que hicieron Andrea Aedo, encargada de nuestra Unidad de Aseguramiento de la Calidad, y Alejandra Jaimovich, coordinadora de Doctorados”.
Aportes cruciales para el país
Estos auspiciosos resultados se contraponen con cohortes que han presentado una sostenida tendencia a la baja en los últimos años, en parte a causa de la falta de fuentes de financiamiento que enfrentan los posibles candidatos, que si no obtienen becas ANID pueden ver seriamente disminuidas sus posibilidades de cursar este programa de ocho semestres de duración. “El reglamento establece que este doctorado es de dedicación exclusiva; sin embargo, todos sabemos que es imposible hacerlo sin becas, y quienes no tienen este recurso deben trabajar en otras áreas, lo que los lleva a extender sus períodos de permanencia. Por eso es que creamos el programa de tutores académicos, de manera de prestar el mayor apoyo posible a nuestros estudiantes. Pero si esta situación se prolonga, podría suceder que tengamos un doctorado acreditado pero sin la cantidad de alumnos suficiente que lo justifique, pese al claustro de excelencia con el que contamos”, señala el doctor Soto Rifo.
En ese sentido, la doctora Kleinsteuber señaló que “esta es la ocasión para analizar y recoger los aprendizajes del proceso que serán aportes importantes no sólo para el programa, sino para otros de nuestra u otras facultades. Esto es de un valor extraordinario en términos de aprendizaje institucional, que no podemos dejar pasar y que debemos incorporar si queremos que esta y otras instancias trasciendan a las personas y mejoren en su aporte en el tiempo”. Por ello, indicó que es fundamental “ponernos a trabajar desde ya en las oportunidades de mejora que conocemos, como ha sido esta merma de estudiantes activos, y comprometernos a avanzar en traspasar muy bien lo aprendido a quienes permitirán la continuidad de este y otros programas que son aportes cruciales al país”.