En la oportunidad, la profesora Briceño recordó que “han transcurrido más de dos años desde el término de sus actividades formativas; la mayoría de ustedes estaba en las últimas rotaciones de su práctica profesional cuando tuvo lugar la revuelta social, y recuerdo la incertidumbre y preocupación que se percibía en el ambiente, pero había algo mucho mayor que nos convocaba: estábamos viviendo un momento único en el que se hacían ver las injusticias y desigualdades sociales que, justamente, en los espacios cotidianos de nuestra disciplina ustedes empezaban a evidenciar. Sin duda eso influyó en el compromiso y dedicación que vemos su rol profesional con las personas, grupos y comunidades con las que se involucran; por lo tanto, para esta escuela es un orgullo verlos desempeñarse como profesionales que se destacan por su integridad, visión crítica, respeto, calidez y capacidad de trabajo en equipo en distintos espacios de intervención, ya sean educacionales, comunitarios o clínicos”.
A ello agregó que luego de su egreso “se les añadió el desafío de la pandemia, con todo el desgaste físico y emocional que ha significado enfrentar algo que desde nuestra disciplina muchas veces no abordamos directamente desde lo teórico: el acercamiento a la muerte, a los cuidados de fin de vida y a la provisión de un buen morir. Muchos de ustedes han enfrentado este escenario especialmente en contextos de atención aguda y eso, sin duda, dejará huellas en su trayectoria profesional. Estamos viviendo una crisis social que repercute en la salud mental y calidad de vida de las personas, y asumir el rol profesional en este contexto, con demandas cambiantes y exigentes, debe ser motivo de orgullo para ustedes y su entorno. La escuela siempre tendrá las puertas abiertas para ustedes”.
A nombre de los egresados, se dirigió a los presentes la terapeuta ocupacional Camila Sánchez, haciendo un paralelismo entre este rito de cierre y el solsticio de invierno, “que nos invita a cerrar este espacio universitario para entrar en lo que decidamos hacer para este período que viene”. A ello, añadió recuerdos del término del proceso formativo en virtualidad, pero también de lo que fueron los años universitarios compartidos con toda su generación.
En sus palabras de despedida a los egresados, el doctor Luis Michea, dijo que “la formación que se entrega en nuestra facultad pretende cumplir con un sello y está basada en pilares, los cuales son valores en cuanto a la equidad, la calidad de la enseñanza, la no discriminación y la pertinencia educativa. Hoy en Chile vivimos un momento difícil y nunca antes experimentado en torno al desarrollo de los planes de formación, a la vida en las familias, al ambiente social y político; sin embargo, creo que en los egresados de distintas carreras vemos que hemos podido sacar adelante el proceso formativo, en lo que fue una enorme oportunidad de crecimiento. Ustedes se van a desarrollar en los ambientes profesionales que les correspondan y todos van a poder expresar sus potencialidades, contando con sus compañeros y contando con nosotros, porque una vez que uno es parte de esta comunidad pasa a ser parte de la facultad, y ese lazo no desaparece. Esta siempre será su casa y va a tener las puertas abiertas, siempre ofrecerá oportunidades de mejorar, de contribuir a la formación propia y de los demás, y sobre todo de proyectar lo que aprendimos a la comunidad nacional”.
Por su desempeño académico, fueron premiadas las terapeutas ocupacionales María Paz Guarda y Carolina Ruiz; como mejor compañero, fue distinguido el terapeuta ocupacional Franco Muñoz.