“Siempre he sentido que mucha gente se lo merece, personas que tienen igual o más mérito que yo y no lo han recibido”, dice el doctor Roessler al referirse a su reciente nombramiento con la medalla Rector Juvenal Hernández. Y es que, agrega, “los premios individuales son injustos, porque quien lo recibe ha producido lo que produjo e hizo lo que hizo gracias a la interacción diaria que por años ha tenido con su equipo de trabajo”. En todo caso, añade, “lo agradezco muchísimo, usted sabe lo que yo quiero a mi universidad; estoy contratado desde el año ‘70, cuando me contrató la sede de Valparaíso de la Universidad de Chile, que ahora es una institución por sí misma. Permanecí en nuestra Facultad de Medicina contratado hasta el 2010, después fui profesor adjunto y ahora soy profesor ad honorem”.
El doctor Roessler Bonzi es médico cirujano de la Universidad de Chile, titulado en 1966, especialista en Medicina Interna y en Nefrología y Diplomado en Bioética. Ha dedicado su vida profesional mayoritariamente a la docencia y asistencia. Como él lo ha expresado, durante su formación de pre y post grado estuvo muy cerca de los doctores Hernán Alessandri, Renato Gazmuri y Eduardo Katz, grandes docentes quienes fueron sus modelos.
Ha enseñado la nefrología especialmente en postgrado, en distintos niveles: diseñando la beca de Nefrología de la Facultad de Medicina Universidad de Chile, y formando especialistas en esta área y en Medicina Interna, en forma tutorial y teórica durante 50 años. Además, entre 1969 y 1980 enseñó Equilibrio Hidrosalino e Hipertensión Aplicada a la especialidad de Becados de Anestesiología. La mayor parte de su carrera profesional la ha desempeñado en el Hospital del Salvador, donde fue jefe del Servicio de Medicina y del Servicio de Nefrología del Campus Oriente de la Facultad de Medicina.
En ese sentido, y al reflexionar respecto de sus mayores contribuciones, el académico resalta que “lo más importante ha sido formar, en pre y post grado. La docencia ha sido mi pasión, soy hijo de dos profesores y en mi familia la cultura era muy importante y la educación era un valor. Y eso es lo que necesita el país ahora más que nunca, cualquiera que sea el color político del gobierno; ese es mi mayor aporte, la formación de médicos en el pre y postgrado, enamorando a la gente con la nefrología, que es especialidad difícil porque tiene mucha química y matemáticas. Esa es una parte importante de mi carrera”.
Más de 1300 trasplantes de riñón
Luego, el doctor Roessler destaca lo que fueron los puntos más altos de su labor clínica: los trasplantes. “Me formé con el doctor Eduardo Katz, que hizo los tres primeros en el Hospital del Salvador en 1968, dos años después de los que se hicieron en el Hospital José Joaquín Aguirre. Allí seguí con mi grupo, que me tocó dirigir por varios años y que ha alcanzado más de 1.300 trasplantes de riñón”. Y, agrega, "Mi otra vertiente de desarrollo ha sido la hipertensión arterial, y su control como algo fundamental para la salud de nuestra población; en ese tema, ayudé a formar el Programa Nacional de Hipertensión Arterial”.
En la actualidad, y desde su formación en bioética, está preocupado de “introducir el humanismo en la medicina, es muy importante en la educación de las nuevas generaciones, más allá de lo técnico. Las actitudes, el pensamiento médico, cómo llegar a un diagnóstico considerando al enfermo como el centro de nuestro quehacer y como un igual. Eso hay que enseñarlo con el ejemplo y practicarlo todos los días”.
“La educación dejó de tener el valor que tenía”
El doctor Roessler ha realizado estadías de capacitación en el extranjero, particularmente el Rogosyn Kidney Center New York Hospital–Cornell University College Medicine, en 1978, 1980 y 1983; en el Karolinska Institutet - Huddinge Universitetet, Transplantation Enhet entre 2000 y 2001 y en el Centro de Hipertensión, Hospital Universidad Austral, Buenos Aires, Argentina, en el 2013.
Ha participado en cientos de actividades de extensión del conocimiento de su área para los médicos a lo largo del Chile, como profesor visitante en regiones como conferencista en cursos, seminarios y clases. Ha sido docente del curso de Nefrología en varias universidades, obteniendo el reconocimiento de los alumnos de pre y postgrado con los siguientes premios: Mejor docente Fisiopatología 1993, 1994, 1995, 1996. Mejor docente Medicina I 1995. Mejor docente otorgado por los becados de Medicina Interna del Departamento de Medicina Oriente de la Universidad de Chile de las promociones 1996, 2001, 2004, 2005, 2006, 2007, 2011 y 2020.
Desde el 2010, al jubilar como profesor asociado de la Universidad de Chile, donde actualmente se desempeña ad honorem, colabora con la Facultad de Medicina Clínica Alemana- U. del Desarrollo en seminarios semanales, teórico – prácticos a los becados de Medicina interna de esa casa de estudios, donde es profesor titular. Hoy es jefe de Sala en el Servicio de Medicina del Hospital del Salvador, con labores asistenciales y docencia tutorial diaria de becados e internos.
Tiene participación constante en distintas sociedades médicas; entre ellas, fue presidente de la Sociedad Chilena de Nefrología, la Sociedad de Médica de Santiago y la Sociedad Chilena de Hipertensión. Además ha sido nombrado Socio Emérito de la Sociedad Chilena de Nefrología y Socio Distinguido de la Sociedad de Trasplante. Fue nombrado Socio Honorario de la Sociedad Médica de Santiago –la cual lo distinguió como Maestro de la Medicina Interna en 2019- y de la Sociedad Chilena de Hipertensión. Es presidente de la Academia Chilena de Medicina para el período 2022-2024.
Como alguien que ha dedicado su vida a formar, ¿cuáles son sus reflexiones respecto a la actual crisis en la educación?
Tengo claras las causas; está la crisis económica, que ha impedido a muchos hijos continuar sus estudios pues deben trabajar en algo para contribuir al sustento de la familia. Imagino el dolor de esos padres, que ven que no pueden formar a sus hijos por falta de dinero. Eso no puede seguir ocurriendo. Además, en otros casos, de nuevo, la falta de los valores… la educación dejó de tener el valor que tenía para mis padres, que sacrificaban cualquier cosa con tal de que los hijos fueran más que ellos, eso era lo que querían. Por ello no están atentos al rendimiento de sus hijos, a la asistencia a clases, a que cumplan sus deberes. Desgraciadamente, a lo anterior se está sumando en algunos núcleos sociales el narcotráfico, utilizando a menores, pues ello les da cierta tranquilidad económica y no necesitan estudiar. Y, como ya lo dije, hay miseria, familias en las que los niños tienen que trabajar para poder comer ", finaliza, preocupado.
La medalla “Rector Juvenal Hernández” se otorga en forma anual a los ex alumnos de la Universidad de Chile que, en el ejercicio de sus respectivas labores profesionales, hayan prestado servicios distinguidos a la corporación y al país, manteniendo una permanente fidelidad hacia la institución, caracterizándose a lo largo de su vida por identificarse con el espíritu humanista y el ideario ético que encarnó quien fuera el rector profesor Juvenal Hernández Jaque.
A contar del 2002 cuenta con dos menciones: Artes, Letras y Humanidades y Ciencia y Tecnología.