Investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile trabajan en el enrolamiento de cerca de mil adolescentes de tres regiones del país para explorar la efectividad de una estrategia de tamizaje y tratamiento contra la infección por Helicobacter pylori, bacteria responsable de un alto porcentaje de los casos de cáncer gástrico en la edad adulta, enfermedad que hoy es la tercera causa de muerte por cáncer en nuestro país. El trabajo se extenderá por los próximos cuatro años y es financiado por Fondecyt de la Agencia Nacional de Investigación (ANID).
La iniciativa busca replicar el mecanismo preventivo de salud pública que utilizan países asiáticos, en los que la incidencia y mortalidad por cáncer gástrico es, al igual que en Chile, de las más altas del mundo. Una persona que tiene esta enfermedad, que ocurre en general de los 50 años en adelante, probablemente adquirió la bacteria varias décadas antes y pudo haber prevenido el desarrollo de esta patología erradicando la infección de forma oportuna.
En este sentido, explica el doctor Miguel O’Ryan, decano de la Facultad de Medicina, académico del ICBM y líder de esta investigación, quien en los últimos años ha encabezado diversos reportes científicos en esta área, “nuestro desafío es avanzar hacia un estudio clínico enrolando a un número significativo de jóvenes en tres cohortes para ver la eficacia y seguridad del tratamiento de erradicación”.
El Helicobacter pylori es un microorganismo que causa dos patologías, principalmente en adultos: la úlcera péptica y el cáncer gástrico, siendo en este último caso la principal causa. Por lo mismo, es considerado un agente cancerígeno de tipo 1, es decir, con una reconocida relación causal con la ocurrencia de cáncer.
El estudio clínico, actualmente en fase de enrolamiento, se realizará en las regiones Metropolitana, de La Araucanía y de Aysén. El objetivo es reclutar a mil jóvenes, de entre 14 y 16 años, de los cuales un 20 a 25% podría ser portador asintomático de la bacteria. En esta población se concentrará el equipo de investigadores: cien escolares serán tratados con antibióticos por dos semanas y los resultados se evaluarán en comparación a un segundo grupo de control, también de cien individuos no tratados.
De esta manera, se espera evaluar algunos efectos clínicos y biomarcadores en la sangre, además de tasas de reinfección en los que se logre erradicar de forma exitosa. Finalmente, se evaluará la adherencia, efectos adversos clínicos y cambios en la microbiota intestinal asociados a este tratamiento.
El cáncer gástrico posee una de las tasas de letalidad más elevadas, cercana al 75%, y en Chile se estima que uno de cada cinco individuos podría ser portador de esta bacteria. Según un estudio de la Universidad de Talca, esta patología tiene una tasa de mortalidad entre los hombres de 23,9 decesos por cada cien mil personas, mientras que para las mujeres, la cifra se reduce a 11,9. A nivel global, en tanto, se calcula que más de 800 mil personas en el mundo fallecen como consecuencia de cáncer gástrico cada año.
“El cáncer es uno de los temas de salud pública más relevantes en el largo plazo para nuestra población en parámetros como salud, sobrevida y calidad de vida, en el contexto de enfermedades crónicas no transmisibles. Todo esto en un país que va incrementando su edad”, advierte el doctor O'Ryan.
Tamizaje y tratamiento
Chile es uno de los países con la tasa de incidencia más alta del mundo para esta enfermedad, en un grupo en el que también aparecen varios países asiáticos, entre ellos Japón. Este país lidera una estrategia de tamizaje y tratamiento sobre la cual el doctor O’Ryan y su equipo busca aportar evidencia para nuestro país. “Este proyecto, que es el corolario de una línea de investigación de 15 años, busca proporcionar evidencia para avanzar en una estrategia de tamizaje y tratamiento con poblaciones sanas, para detectar la presencia de Helicobacter pylori, similar a la que se realiza en países asiáticos donde el cáncer gástrico es alto en adultos, pero no en poblaciones jóvenes”, detalla.
“Pensamos que podría ser una estrategia con mérito epidemiológico para Chile", afirma el investigador. Es que un reporte previo del equipo del ICBM demostró que uno de cada cinco niños chilenos podría tener en su estómago la bacteria Helicobacter pylori, principal agente vinculado con la ocurrencia de cáncer gástrico en edad adulta. Tras una serie de estudios a cohortes poblacionales infantiles nacionales durante diez años, el trabajo arrojó luces respecto a qué edad las personas podrían estar contrayendo la infección.
Dichos análisis se desarrollaron desde 2007 en tres etapas (gracias a la adjudicación consecutiva de tres proyectos Fondecyt), con el seguimiento por una década de muestras fecales de niños de la comuna de Colina, en la Región Metropolitana. También se evaluaron a poblaciones en la Región de la Araucanía y en Coyhaique, zonas con cifras de cáncer gástrico que superan el promedio nacional.
El principal hallazgo del proceso dio cuenta de que un 20% de los niños menores de cuatro años muestra la presencia de la bacteria en forma “persistente”, desencadenando un proceso inflamatorio crónico en la mucosa gástrica. La primera cohorte del estudio estuvo compuesta por cien niños de entre tres meses de vida y cuatro años, arrojando resultados que el doctor O’Ryan describe como “pioneros a nivel mundial”. “En su mayoría, demostramos que adquieren la infección antes de los tres años de edad, lo cual fue novedoso porque había muy poco publicado al respecto”, agrega.
Inflamación crónica y cáncer
El académico del ICBM de la U. de Chile comenta que ese estudio inicial permitió enfocar los esfuerzos en el grupo de pacientes que evidenciaba la presencia de la bacteria en forma persistente, además de establecer que el grueso de la población que la contrae lo hace en los primeros años de vida. De esta forma, la detección de Helicobacter pylori enciende una suerte de cuenta regresiva para la aparición de un cáncer, en una progresión de largo plazo.
Algunos de los parámetros de interés de esos primeros reportes tuvieron relación con la progresión de la enfermedad. Por ejemplo, que la infección era fundamentalmente asintomática en los primeros años, pero que generaba una progresión para alrededor de los diez años de evidenciar las primeras lesiones gástricas. Estudios posteriores ratificaron, en cohortes de distintas edades escolares, que Helicobacter pylori infectó a entre un 20% y un 25% de los niños. Con esa cifra como referencia, las investigaciones se enfocaron en una estrategia de tratamiento precoz: una terapia antibiótica de dos semanas cuyo objetivo es la erradicación del microorganismo en niños infectados.
“En los primeros estudios vimos que había una expresión diferencial de genes, especialmente algunos relacionados con una mayor posibilidad de desarrollar cáncer en niños infectados que comparado con no infectados. En un estudio Fondecyt anterior, de tratamiento de erradicación, demostraron en un grupo pequeño de escolares que el tratamiento se asoció a una disminución significativa de un biomarcador asociado a inflamación gástrica”, señala el académico.
Este biomarcador fue parte de las alteraciones presentes en los niños con infección persistente, sumado a dolor abdominal frente a la palpación y una expresión diferencial de genes relacionada con una mayor probabilidad de desarrollar cáncer. Todos estos resultados, añade el científico, establecieron las bases para este nuevo estudio clínico.
Algunos de los parámetros a observar en este nuevo ensayo incluyen los perfiles de resistencia de otros microorganismos gastrointestinales, alteración de la microbiota por uso de antibióticos y la disminución de los marcadores séricos de inflamación gástrica ya descritos. El académico indica, además, que se ha hecho un trabajo de educación con los colegios, familias y estudiantes respecto a la importancia de participar en estudios de este tipo.
“El mensaje para las familias y los jóvenes es que podrán contribuir a la investigación y también ver si efectivamente están o no infectados. Creemos que estarán ayudando a favorecer a millones de personas en el mundo en el futuro. Y en Chile, en particular, donde el cáncer gástrico tiene una de las tasas más altas del mundo, sabemos que la erradicación precoz podría tener un importante efecto en el retroceso del proceso oncológico, aunque también puede ser que estemos llegando tarde”.
“En ese sentido, la estrategia de tamizaje nos podría ayudar a llegar a tiempo, y evitar que se desarrolle un proceso inflamatorio crónico que podría llevar finalmente a desarrollar cáncer”, añade el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.