La creación de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile representa el inicio de la historia de esta profesión de la salud en nuestro país. En 1963, nuestra corporación creó la carrera gracias a un convenio formado con la Organización Panamericana de la Salud OPS, mediante lo cual se formaron las primeras terapeutas ocupacionales. En ese camino, el 5 de abril de 1967 y por iniciativa de las primeras egresadas de la carrera, se creó la Asociación Nacional de Terapeutas Ocupacionales de Chile, hoy Colegio de Terapeutas Ocupacionales; desde entonces, se conmemora esa fecha como el día de esta disciplina en todo el país.
Al cumplirse 60 años de esta carrera y al dirigirse a los presentes, el profesor Roberto Morrison, director del Departamento de Terapia Ocupacional y Ciencia de la Ocupación, agradeció y reconoció a las profesionales que fueron las pioneras en el área, agregando que “nuestra carrera se sigue abriendo camino; incluso durante la pandemia se hizo evidente su aporte en la rehabilitación de los pacientes”. Luego, recordó que a fines de los años ‘80 comenzaron a hacerse otras preguntas y así aparecieron quienes se formaron con grados de magíster, aportando al desarrollo en el área y profundizando en sus diversos fundamentos.
Por su parte la directora de la Escuela de Terapia Ocupacional, profesora Constanza Briceño, señaló que desde el advenimiento del actual siglo nuevas investigaciones comenzaron a dar soporte a prácticas novedosas en la profesión, pero agregó que “aún nos queda pendiente investigar más, compartir y mostrar lo que hacemos, para que nuestra atención en salud deje de ser un privilegio y sea un derecho”.
Durante el encuentro se realizó un panel interescuelas, en el que participaron destacadas académicas de distintas universidades a lo largo del país, quienes dialogaron en torno a los 60 años de la terapia ocupacional en Chile, tales como las profesoras Irene Muñoz, de la Universidad Central; Paula Torrico, de la Pontificia Universidad Católica de Chile; Vivian Villarroel, de la Universidad del Desarrollo; Orquídea Miranda, de la Universidad Mayor, y Pamela Gutiérrez, de nuestro plantel, moderadas por la profesora Paula Soto.
Luego, se reconoció a 26 terapeutas ocupacionales de las primeras generaciones egresadas de nuestra institución, entre 1966 y 1977. Asimismo, se destacó el compromiso y dedicación de los funcionarios administrativos de la escuela y, por último, se premió a la profesora Silvia Gómez Lillo, una de las primeras profesionales de la disciplina en Chile, ex directora de la escuela y académica hasta la actualidad. Al dirigirse a los presentes, la profesora Gómez agradeció el homenaje, recordó a quienes abrieron los caminos en su disciplina y lo que fue desempeñarse en un área naciente en el ámbito de la salud y llamó a continuar generando nuevo conocimiento “en una sola Terapia Ocupacional”.
Al referirse posteriormente a este aniversario, el doctor Miguel O’Ryan, decano de la Facultad de Medicina, recordó que en América Latina los primeros pasos se dieron en Argentina, Brasil y Venezuela en al año 1959, como producto del auge de la poliomelitis. En Chile, después de diversos cambios en políticas públicas de salud y la apertura de centros hospitalarios de rehabilitación, “la Universidad de Chile seleccionó a seis personas para que se formaran en la Escuela de Terapia Ocupacional perteneciente a la Comisión Nacional de Rehabilitación del Lisiado del Ministerio de Salud de la República Argentina. Una de ellas fue Silvia Gómez Lillo, actual profesora adjunta del Departamento de Terapia Ocupacional y Ciencia de la Ocupación: ¡Qué orgullo!”.
Asimismo, destacó que “en momentos en que el mundo ha comprendido la necesidad de la prevención en salud, de la atención integral al paciente, de la rehabilitación y de la ocupación como herramienta fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas, contar con unidades académicas lideres resulta vital para el desarrollo de nuestra Universidad. Por eso es que cuentan con nuestro apoyo para fortalecer toda iniciativa académica que les permita seguir creciendo, potenciando el programa de Magister, por ejemplo, iniciativa señera para el desarrollo disciplinar”.