Así lo explica la profesora Paola Castillo, profesora de Lengua de Señas perteneciente a la comunidad sorda, junto a su ayudante y facilitadora, la estudiante de cuarto año de Medicina Emilia Winkler y las alumnas Antonia Rojas, Bárbara Paredes y Natalia Olivares. Con orgullo, la docente cuenta que postularon más de 200 interesados para esta primera versión, que sólo tiene 15 cupos por semestre.
Esta asignatura nació a partir del Curso de Formación General que se imparte desde hace varios años. “Pero como CFG tiene pocas horas a la semana; por eso, los estudiantes junto a la profesora escribimos una carta a las autoridades de un par de escuelas de pregrado, y en primera instancia tuvimos una buena recepción en la de Medicina, por lo que está disponible durante el segundo semestre de 4to año y los dos semestres de 5to año”, agrega Emilia.
La profesora Castillo señala que es muy importante el aprendizaje de la lengua de señas para los profesionales de la salud, de manera que puedan facilitar el acceso a una atención oportuna para las personas sordas, mejorando su inclusión y hasta evitando posibles muertes. En ese sentido, añade que impartir esta asignatura electiva es resultado de un largo camino en el que sembró el interés en estudiantes y profesores a través de los años, tanto a través del CFG como mediante otros cursos que ha realizado en vinculación con la Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina, IFMSA.
En su asignatura, dicen la profesora y sus estudiantes, las clases no son sólo para aprender el vocabulario de este idioma, sino que de hecho parten conociendo la cultura de la comunidad sorda; comprendiendo, por ejemplo, que no se los debe denominar sordomudos porque no existen y, por lo tanto, es un concepto ofensivo, y que no todas las personas sordas dominan la lengua de señas. “Además, aprenden acerca de mitos, como que la lengua de señas es la misma en todos los países, y no es así. Incluso, cada región en el mismo país tiene palabras propias”, explica la profesora.
El objetivo de este curso electivo es que los estudiantes sean capaces de hacer la entrevista al paciente sordo; “en un semestre los alumnos aprendieron mucho, me sorprendieron porque pensaba que ellos iban a llegar cansados a la clase, por ser los viernes en la tarde después de muchas horas de clases, pero la verdad es que siempre estaban muy motivados, entusiastas y con ganas de aprender más, lo que también fue muy bueno para mí. Son unos de mis estudiantes favoritos de las universidades donde enseño”, dice riendo la profesora Castillo. Además, agrega que “estoy muy contenta porque este curso es un hito, y en ese sentido estoy muy agradecida de la directora de la Escuela de Medicina, doctora Thelma Suau, por su buena acogida en algo que es tan necesario para que los futuros profesionales estén preparados para recibir pacientes sordos, con información clara y oportuna. Es un gran desafío para esta malla curricular y estoy muy orgullosa porque los estudiantes aprendieron muy bien”.
“Para nosotros al principio fue difícil porque incluso no sabíamos cómo tomar apuntes, así que algunas se grababan después de la clase en video con el celular. Pero ahora ya podemos practicar y quisiéramos, más adelante, poder hacer un folleto con algunas palabras, para que todos en la facultad pudieran aprender a comunicarse”, dicen Natalia y Antonia.
Me imagino que además está la dificultad de que representa la terminología médica, en cuanto a cómo explicar conceptos vinculados a enfermedades a las personas sordas…
Claro, pero ese problema lo tenemos también con las personas oyentes. Sí aprendemos señas para síntomas como fiebre o dolor, y las palabras más complejas se pueden deletrear, dice Bárbara.
En ese sentido, la profesora Castillo agrega que la lengua de señas, como todos los idiomas, es un ente vivo pues se van agregando palabras, modismos y nuevos significados, los cuales son analizados y aceptados por un conjunto de profesores a nivel nacional. Ella, por ejemplo, creó una nueva señal para la palabra Teletón, aludiendo a la Cruz de Malta de su logotipo; además, de forma permanente están en contacto con los jóvenes sordos, aprendiendo cómo crean para palabras como “bacán” y las enseñan a sus profesores.
Por ello creen que sería importante que este curso se pudiera impartir de manera anual y a todas las carreras de la salud. “Los profesores deben ser de la comunidad sorda, no sólo porque saben mucho más al ser su idioma nativo, sino también por respeto a su cultura y para conocer más de ella. Durante la pandemia tuvimos clases en CFG con una persona oyente y de verdad es muy distinto”, finalizan las estudiantes.