Según explica el académico, “el ayuno intermitente es una terapia médico nutricional que se aplica en distintos contextos, principalmente en desórdenes metabólicos, pero en población que realiza turnos nocturnos sus efectos metabólicos y circadianos son muy poco conocidos”.
A ello, agrega que la alimentación a tiempo restringido se usa en distintos rangos de exigencia: una persona puede comer en ventanas de cuatro, seis, ocho o diez horas por día, para estar el resto de horas en ayuno, lo que que implica alimentación líquida sin calorías; por ejemplo, puede consumir agua, bebidas o infusiones sin azúcar. “Eso se ha tratado en individuos con complicación metabólica instaurada, como obesidad, sobrepeso, hipertensión o síndrome metabólico; pero en las personas que hacen turnos se sabe mucho menos acerca de sus efectos, y la razón que se plantea de por qué podría funcionar es que se ha visto que el tiempo que un organismo dedica a alimentarse tiene una injerencia importante sobre el funcionamiento del reloj biológico endógeno”.
En ese sentido, señala el profesor Chamorro, “todos los mamíferos tenemos un reloj biológico que nos organiza el día a día, las distintas facetas de nuestro comportamiento. En modelo animal se ha visto que cuando se modifica el tiempo durante el cual se reciben alimentos, esto es un estímulo, una señal para el sistema circadiano –compuesto por el reloj biológico central y por relojes periféricos en varios órganos-, que entonces comienza a restaurar los ritmos de expresión génica en nuestro organismo”.
Más que un solo reloj biológico
La luz solar es el principal estímulo medioambiental sincronizador para el reloj biológico central o núcleo supraquiasmático hipotalámico, explica el académico. “Pero se ha visto que la alimentación es uno de los estímulos principales para los relojes periféricos; por lo tanto, la alteración circadiana se puede presentar cuando nuestro sistema circadiano deja de funcionar en orden de fase; es decir, está desincronizado. Una persona que realiza turnos de noche está expuesta al día y la noche en horario inverso, así como a la alimentación y el ayuno, también en horario inverso; por lo tanto, es factible esperar en ellos una desincronización circadiana”, dice el profesor Chamorro.
En ese sentido, “es el sistema circadiano central el que comanda la expresión de genes reloj, presentes en cada célula de nuestro organismo. A su vez, está sincronizado periféricamente a través de estímulos humorales y del sistema nervioso autónomo principalmente, con la expresión de los mismos relojes circadianos presentes en células de tejidos periféricos, como el adiposo, el hígado, el músculo cardíaco, el músculo esquelético y el intestino, entre otros. Esa relación jerárquica es el sistema circadiano, pero desde el punto de vista de lo nutricional es de alto interés que la alimentación es más importante para los relojes periféricos. En cada célula de nuestro cuerpo está presente esta forma de expresión génica, pero entre ambos existe una sincronización que se hace en el día a día y que debe estar en consonancia con los estímulos medioambientales”, sentencia.
Dejar de comer en la madrugada
El estudio “El momento de comer: efecto de un protocolo de alimentación con restricción de tiempo sobre la homeostasis de la glucosa, marcadores del sistema circadiano, control del apetito y parámetros de estrés oxidativo en trabajadores del turno de noche” será aleatorizado, controlado y de diseño cruzado, y se realizará sobre el reclutamiento de 20 voluntarios.
El profesor Chamorro añade que “convocamos a personas que realizan turnos nocturnos en servicios hospitalarios de las zonas Norte y Oriente de Santiago, hombres y mujeres de entre 18 a 65 años, que realicen al menos un turno nocturno por semana en modalidad rotativa y que cumplan con diversos criterios de exclusión para el contexto del estudio: que no tengan diabetes tipo 2, enfermedad hepática, renal o neurológica, así como tampoco hipertensión, dislipidemias, patologías tiroideas, autoinmunes o inflamatorias”.
Estos voluntarios, luego de ser evaluados en sus condiciones basales, participarán divididos en dos grupos, según un proceso aleatorio, de una intervención consistente en que durante dos meses uno de los dos grupos se podrá alimentar exclusivamente durante una ventana de 10 horas diarias, excluyendo el período entre las 00:00 y las 06:00 de la mañana, “porque la noche es el período más crítico, donde se pretende que el ayuno sea particularmente beneficioso”. A cambio, ellos podrán elegir a qué hora quieren comenzar la ventana de alimentación, mientras no sea en el período descrito, “y podrán comer lo que deseen, en la cantidad que quieran, en ese plazo de 10 horas, pues una de las ventajas de la alimentación con restricción de tiempo sobre el tratamiento estándar para el control metabólico para personas que por ejemplo tienen exceso de peso es que permite libertad para consumo de comida. Fuera de eso, sólo podrán tomar agua, infusiones o bebidas sin azúcar”. Mientras, el segundo grupo, mantendrá su rutina de alimentación normal.
Luego de los dos meses todos los voluntarios serán nuevamente evaluados en sus indicadores y pasarán a una fase de pausa de 20 días para, posteriormente, durante los siguientes dos meses retomar su rutina de alimentación tal como la tenían de forma previa, o sea sin limitaciones de tiempo para comer, al término de los cuales también serán evaluados; asimismo, el segundo grupo iniciará la intervención de restricción horaria para su consumo de alimentos.
“Espero que entre los participantes ocurra una alimentación tardía, porque cuando se sale del turno la apetencia es más baja y la somnolencia es alta, por lo que deberían a empezar a comer más tarde durante el día. Esa es una de las cosas que queremos averiguar. Y dado que este protocolo implica que pudiera tener varios efectos en la salud, por lo tanto va a requerir cierta motivación personal, hay que estar dispuesto a hacer este ayuno, considerando que puede conllevar beneficios altamente deseables en salud”.
Beneficios directos e indirectos
Entre los resultados deseados, el profesor Chamorro destaca una “restauración en ciertos ritmos de marcadores que son reflejo del sistema circadiano; en particular, los ritmos de temperatura corporal periférica, más acoplados a lo esperado en una persona que sigue un ritmo de vida diurno. También, en los niveles de hormonas que son importantes para el sistema circadiano, como son el cortisol –menor antes de dormir y mayor al despertar- y la melatonina, mayor en la noche y menor en las mañanas, así como una mayor amplitud entre su punto más bajo y más alto. Además, veremos la expresión de genes reloj en sangre periférica, comparando sus muestras antes y después de la intervención”.
Este protocolo induce una reducción de la ventana de tiempo para la ingesta alimentaria, por lo tanto se espera que disminuya –involuntariamente- la ingesta energética que las personas realizan a lo largo del día, “lo que debiera redundar en beneficios metabólicos adicionales que también evaluaremos, como menor porcentaje de grasa corporal, disminución en los marcadores de inflamación, un aumento en los niveles de moléculas antioxidantes y una reducción en los marcadores de estrés oxidativo. Y esto es importante porque los trabajadores por turnos son un grupo de la población que está expuesto a muchas enfermedades cardiometabólicas, tienen alto riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles y, por supuesto, de obesidad”, finaliza el profesor Chamorro.