Si tiene que reconocer a un maestro, dice, mira la huella que dejó el doctor Camilo Arriagada Ríos, Maestro de la Neurología Chilena y jefe de servicio de esa especialidad desde 1979 en el Hospital Barros Luco Trudeau. “Su influencia sobre mi formación ha sido preponderante. Multifacético, con gran humanismo y vocación de servicio, solidísimos conocimientos médicos básicos y neurológicos, semiología impecable y certeros diagnósticos clínicos, hasta el día de hoy los tengo presente”, dice de él. Mejor aún, añade, le dio espacio para una “autobeca”, para hacerse a sí mismo, cuando la traumatología se personificaba en sólo un par de médicos dentro del servicio de cirugía de los diferentes hospitales y él quiso aprender más, rotando por cada área en la que creyó que podía hacerlo.
Tres décadas después, tuvo la oportunidad de cambiar ese camino para sus futuros colegas. Recuerda que “a partir de 1991 el Ministerio de Salud aprobó aumentar a tres años el período de formación en la especialidad de Cirugía Ortopédica y Traumatología –que hasta ese momento era de sólo dos, tiempo muy insuficiente para la frecuencia y complejidad de las afecciones del Aparato Locomotor-, con la activa participación de todos los académicos de la Unidad Docente Instituto Traumatológico y de los jefes de equipo, tomando en consideración las recomendaciones de la Sociedad Chilena de Ortopedia y Traumatología. Así, en conocimiento de la malla curricular de los programas de especialización de países desarrollados, se rediseñó el programa en base a actividades prácticas en servicios clínicos de la especialidad, pediátricos y de adultos, y módulos teóricos y teórico-prácticos. Este programa cooperativo se implantó con la activa participación de ocho unidades docentes asociadas al Departamento de Facultad, en el Instituto Traumatológico y los hospitales José Joaquín Aguirre, Asistencia Pública, Roberto del Río, San Borja-Arriarán, Luis Calvo Mackenna, Barros Luco-Trudeau y Del Salvador”.
Así entonces la creación del Departamento Único de Facultad, que reunió a los especialistas en Traumatología y Ortopedia que integraban los servicios de cirugía de diversos campos clínicos bajo un solo alero –y que dirigió por más de una década-, y el advenimiento de este programa formativo unitario, se funden en la trayectoria del doctor Gasic en una sola historia. Como reitera, en lo que representa la fuerza de la docencia y la asistencia unidas.
“La causa de que la formación fuera de dos años era porque el que definía el número de residentes a formar era el propio Ministerio de Salud, que los financiaba, y sólo a dos becados por cada centro académico”, explica. El cambio, en base a un solo programa de tres años e idéntico en todas esas unidades, “fue un gran éxito, elevando enormemente la calidad de los nuevos traumatólogos”.
Mejorando la asistencia y la docencia
La vida del doctor Miguel Gasic está intrínsecamente vinculada a la Universidad de Chile; estudió en el Liceo Manuel de Salas y en nuestra Facultad de Medicina, donde ha hecho toda su carrera profesional; su padre, el doctor Gabriel Gasic Livacic, figura en el Instituto de Ciencias Biomédicas como uno de los fundadores de la disciplina de la biología celular y el Aula Magna del Campus Norte lleva su nombre.
“Bueno, en realidad lo que yo pude desarrollar fue una cosa mixta entre lo formativo y lo asistencial. Yo me recibí en el año 67. En esos años, en el área sur de Santiago no había especialistas de los médicos de traumatología, ni había programas de formación de residentes o becados. De manera que cuando me faltaba poco para recibirme el jefe de servicio clínico de cirugía del Hospital Barros Luco Trudeau, doctor Dragutín Grgurina Kalafatovic, me tenía un cargo de auxiliar técnico grado I, para que no fuera que de repente yo me fuera a otro servicio clínico a hacer traumatología, en circunstancias que en el Barros Luco Trudeau llevaba recién tres años en la nueva cátedra mixta desarrollada de la Universidad de Chile”.
Entonces, cuando empecé a trabajar, lo hice con una mezcla en que la parte asistencial estaba asegurada por este ofrecimiento del jefe de servicio, pero rápidamente comencé a interesarme en los aspectos académicos. Y como último de los ayudantes que era, me dediqué a hacer un poquito docencia con los alumnos de pregrado que estaban más abajo que yo, en cuarto y quinto año. Desde ahí me gustó la cosa educativa, y yo siempre consideré que lo importante era que el médico o el ayudante le interesara ser docente, porque al hacer asistencia se hace docencia; es lo mismo, más allá de si se tienen horas universitarias o no, lo importante es el interés. Sobre todo, en lo que fueron épocas paupérrimas para la Facultad de Medicina, después del golpe militar, cuando no había plata para contratar ninguna docencia especial”.
Su especialidad se completó, en esa primera fase de su carrera, gracias a una beca perfeccionamiento otorgada por el gobierno francés, ganada por concurso público de la Sociedad Chilena de Ortopedia y Traumatología, para estudiar el campo de la patología de columna vertebral y de las infecciones osteoarticulares en el Hospital de Poissy en París. Ejerció la disciplina en los hospitales Barros Luco Trudeau, de Carabineros de Chile, del Trabajador, la Asistencia Pública y el Instituto Traumatológico, del cual fue su director médico entre 1986 y 2001: “el Instituto, desde su fundación en 1935, fue el gran núcleo de la traumatología en el país; ahí fue donde se gestaron los cambios en el plan formativo y, además, modificamos el concepto tradicional de asignación de camas por médico, a cupos de cirugía por médico, lo que permitió al Instituto Traumatológico aumentar su capacidad resolutiva, disminuyendo los días de estada de los pacientes, lo que mejoró su atención y empodero a los especialistas”.
Quiso el destino que recibiera el reconocimiento como especialista en Ortopedia y Traumatología en 1996, otorgado por la Corporación Nacional Autónoma de Certificación de Especialidades Médicas, Conacem, y el rector de la Universidad de Chile. En su trayectoria se destacó por su docencia directa de pre y postítulo, creando y rediseñando cursos; generó nuevo conocimiento en cinco líneas de investigación clínica, como son politraumatismos, patología de columna vertebral, afecciones de los nervios periféricos, cirugía del paciente reumático y neuroortopedia clínica. Es autor de cinco libros –entre ellos, “Instituto Traumatológico: 75 años de la Ortopedia y Traumatología en Chile”, del cual es coautor junto al escritor Miguel Laborde y que presentó en el 2012-, además de autor de capítulo en otros 30 textos. Es miembro de la Sociedad Chilena de Ortopedia y Traumatología, la cual presidió, y de la Sociedad Latinoamericana de Ortopedia y Traumatología; organizó y participó en numerosos congresos en el país y en el extranjero y fue asesor del Ministerio de Salud. Fue nombrado profesor titular de la Facultad de Medicina en el año 2000 y un auditorio del Instituto Traumatológico lleva su nombre desde el 2011.
Ad portas de recibir su nombramiento como profesor emérito, el doctor Miguel Gasic reitera: “No puede separarse la docencia del paciente; el médico para enseñar necesita la asistencia, tiene que formarse en el quirófano, en el trabajo quirúrgico diario. Las dos cosas se desarrollan juntas”.