La investigación es liderada por la doctora Valeria Stuardo, académica del Programa de Salud Global de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina; el equipo de co- investigadores está compuesto por los doctores Julieta Belmar, académica de la misma unidad; Mercedes Carrasco-Portiño, académica y directora del Magister en Salud Sexual y Reproductiva del Departamento de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Concepción; Cecilia Bustos Ibarra, del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la misma casa de estudios y Jaime Barrientos, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado
La profesora Stuardo ha señalado que “las situaciones que viven las y los migrantes, al salir de su país, durante el tránsito y al llegar al lugar de destino, o sea, en sus trayectorias migratorias, los exponen a diferentes factores de riesgo de VIH/ITS, violencia, abuso sexual y discriminación, entre otras. Todas estas desigualdades se acrecientan con el limitado o nulo acceso a los servicios de salud sexual en los países de destino, especialmente para las mujeres y las personas sexodiversas”.
Por ello, añade, “el monitoreo de las desigualdades en salud puede ayudar a determinar el impacto de las políticas de los programas y las prácticas de estas, ayudando a informar de forma oportuna los cambios necesarios para reducir esta inequidad. Adicionalmente, conocer los determinantes sociales de la salud de las poblaciones migrantes son una condición previa esencial para garantizar una respuesta adecuada de los sistemas sanitarios”.
Es así que este proyecto incorpora a cuatro organizaciones de base comunitaria –dos en Antofagasta y tres en Santiago-, pues estas se conforman como la puerta de entrada de la población migrante que busca atención en salud cuando llegan al país; pero, además, a dos centros de atención primaria vinculados con estas entidades. Las organizaciones en el norte de nuestro país son Fundación Crealuz y la Cruz Roja filial Antofagasta, junto con el Centro Comunitario de Salud Familiar Cuida la Chimba; en Santiago, son la Fundación Savia y la Asociación Chilena de Protección de la Familia, Aprofa, junto al Centro de Salud Familiar Cruz Melo, de la comuna de Independencia, y la colaboración de AHF, entidad dedicada a la prevención, diagnóstico y tratamiento del VIH a nivel mundial.
Cómo funciona
“La lógica de esta investigación es bottom up, de abajo hacia arriba; las organizaciones están trabajando así con nosotros de un inicio, partiendo desde la formulación de la idea, pensando en cómo podemos, desde una base comunitaria, generar información relevante que permita trascender, que se traslade a los tomadores de decisiones para adaptar la política pública a los contextos reales y a los espacios donde se implementan esas políticas. No es lógica de arriba hacia abajo en la que se toman decisiones y llegan sin ninguna pertinencia; todo lo que nosotros hacemos, desde la formulación de los proyectos, pasando por su implementación y hasta la generación de productos, se hace a través de un trabajo coordinado permanente con la organización comunitaria”, explica la profesora Stuardo.
De esta forma, a través de este proyecto se genera “un pool de indicadores, que se construyen a partir de fuentes primarias, información cualitativa que es transformada en indicadores medibles, y fuentes secundarias, una serie de instrumentos poblacionales, estudios previos e información que aporta la literatura internacional. Y con ese pool de indicadores se crea un instrumento que permite monitorizar los aspectos deseados en el ámbito socio epidemiológico”.
Así, cuentan con una plataforma web, Cosmic, “a la cual tienen acceso los trabajadores de las organizaciones comunitarias y de la atención primaria, y que alimentan con los indicadores descritos. Y cuando llega una persona migrante a atenderse a la base comunitaria de forma espontánea, porque requiere de un servicio que esta presta, se le invita a participar de este proyecto mediante un consentimiento informado, para luego responder esos indicadores. Esos datos alertan al trabajador comunitario respecto de si esa persona tiene un contexto de vulnerabilidad alto o bajo relacionado con su salud sexual: es el índice de vulnerabilidad individual, IVISE, creado por nosotros, y que este proyecto también va a permitir entregarlo a la comunidad chilena, sino que internacional, pues actualmente no existe”.
Al comprender que esa persona requiere una atención especial, se genera todo un circuito de derivación, para ser atendido en la organización de base comunitaria de acuerdo a estos criterios y en relación a su necesidad de salud sexual específica; asimismo, también en el correspondiente centro de atención primaria. “Entonces nosotros podemos hacer toda la trazabilidad de la persona, desde que sale de la base comunitaria hasta que llega a la atención primaria; en la plataforma se consigna si llegó, si fue atendido y qué prestaciones se le dieron; por supuesto, sin datos personales ni resultados que puedan afectar su confidencialidad”.
Muchos beneficios en diferentes niveles
¿Qué es lo que demostrará Cosmic?
- Que los sistemas de monitorización basados en la base comunitaria son necesarios y altamente sensibles para poder detectar vulnerabilidades en salud sexual, porque las organizaciones de base comunitaria son la primera puerta de entrada a las poblaciones vulnerables. Las poblaciones vulnerables que están en un contexto migratorio y, sobre todo, en los primeros meses de llegar a los países, no tienen acceso a los servicios de salud. Es en el nivel comunitario donde se pesquisa la mayor vulnerabilidad. Nosotros rescatamos eso y damos una solución al respecto, en el marco de este proyecto de implementación.
La profesora Stuardo agrega que este tipo proyecto tiene un impacto directo en la población objetivo, “pero también lo tiene en las organizaciones de base comunitaria, porque esto genera información permanente que ellos manejan y que les sirve para adaptar sus estrategias preventivas, para generar capacidades dentro de la organización, para conocer la población que atienden y que circunda el territorio, para la reivindicaciones sociales que tiene la base comunitaria e incluso para postulación a proyectos locales, porque ellos pueden tener a tiempo real la información. Es un sistema on going, a tiempo real, en el que apretando un botón los trabajadores comunitarios pueden bajar gráficos de cómo están los indicadores, cómo se comportan en su organización”.
Luego tiene un impacto también para la atención primaria, “porque nosotros lo que hacemos es establecer un vínculo formal entre las organizaciones comunitarias y ellos; siempre existe la informalidad, pero esto crea un lazo formal. O sea, todas las capacidades, el potencial que tiene la base comunitaria, se transfieren directamente a la atención primaria. Y estos indicadores, a los cuales la atención primaria también tiene acceso, les permiten también a esos profesionales, conocer las características de la población migrante que atienden. Por ejemplo, en este proyecto está vinculado el cesfam Cruz Melo, de Independencia: el 80% de la población que atienden es migrante. Hoy en día no existen instrumentos en Chile que caractericen específicamente la población migrante en términos de su salud sexual: Cosmic es una caracterización en términos de vulnerabilidad individual y estructural como insumo para mejorar la implementación de estrategias preventivas dentro de los propios Centro de Atención Primaria y también como insumo para la política pública, así que en realidad tiene muchos beneficios en diferentes niveles”.
Actualmente, este proyecto está en la etapa de evaluación de la viabilidad y efectividad, analizando el impacto que tiene este tipo de sistema de monitorización y lo viable que es a través del tiempo. “Vamos a dejar que funcione seis meses, de aquí a fin de año para ver su impacto: ¿realmente este sistema hace una diferencia en relación a lo que ocurría antes con esa población objetivo? Nosotros estamos seguros que sí, ya lo estamos viendo. Y en cuanto a la viabilidad, son sistemas que una vez puestos en marcha pueden andar solos; hay metodologías específicas de estudio de viabilidad, que incluyen la aceptabilidad de estos sistemas a todos los niveles, entonces nosotros estamos ya planificando ese análisis, pero yo no tengo duda: es muy viable porque es un sistema que, una vez que está ya armado, mantenerlo en la organización de base comunitaria es muy barato; incluso, ellos no lo ven como un trabajo extra, sino como un insumo valioso, están muy entusiasmados con lo que les está aportando Cosmic. Estamos demostrando en pequeña escala, en esta etapa, que es un modelo que funciona y que es extrapolable no solamente a diferentes partes del país, sino que también podría serlo fuera de las fronteras nacionales”.
Así, finaliza la académica, “la salud sexual, cuando de migración hablamos, está altamente invisibilizada, parece que no existiera, porque parece que las problemáticas fueran otras, lo más urgente: la vivienda, el trabajo, el idioma. ¿Por qué parece que no existiera? porque no impacta a todos por igual, sino de forma diferencial a las mujeres y a las poblaciones sexodiversas. No impactan igual las vulnerabilidades de salud sexual en los contextos migratorios a los hombres que a las mujeres; entonces cuando las desigualdades son diferenciadas están muy invisibilizadas. A nosotros nos moviliza la justicia social, los derechos humanos, el abordaje las desigualdades en salud, la mirada interseccional de los fenómenos. Eso es para nosotros trascendental”.