Su gran esperanza es que, en el futuro, la Universidad de Chile cuente con un Instituto del Cáncer, que reúna no sólo a especialistas de la salud, sino también a expertos de diferentes áreas cuya labor contribuya a mejorar la salud y bienestar de estos pacientes. Para eso se formó, cuenta; “el cáncer se puede analizar desde la perspectiva biológica, pero esa es sólo una arista del problema. Nosotros tenemos el conocimiento en esa área, pero, por ejemplo, necesitamos también a profesores, para que enseñen a los niños prevención y de vida saludable, o a los economistas, que nos ayuden a poner números y perspectivas a diversas estrategias, trabajadores sociales, kinesiólogos, entre muchos otros profesionales. Si tuviéramos un instituto que pudiera unir en forma transdisciplinar a diversas facultades en pos de comprender y mejorar estos problemas y, como universidad del Estado, proveer algunas ideas orientadas a políticas públicas que brinden mejores oportunidades a nuestros pacientes con cáncer, o a evitar nuevos casos, haríamos un tremendo trabajo. Ojalá algún día lleguemos a generar una masa académica lo suficientemente sólida entre las diversas facultades en torno al cáncer como para poder crear un instituto así”.
El doctor Marín es el primer doctor en Ciencias Médicas con la subespecialidad de Oncología Médica, pues este programa sólo había admitido a postulantes a especialidades primarias hasta el año que ingresó, que fue el 2018. “Por eso agradezco a la doctora María Elena Santolaya, coordinadora del programa; a la doctora Karin Kleinsteuber, ex directora de la Escuela de Postgrado; al doctor Enrique Castellón, del Departamento de Oncología Básico Clínica, y a la doctora Mónica Ahumada, jefa del Programa de Título de Especialista en Oncología Médica del Hospital Clínico”.
Durante ese primer año académico lectivo, “durante un congreso médico y tuve la oportunidad de conocer el doctor Carlos Arteaga, oncólogo médico y director de la UT Southwestern Simmons Cancer Center, quien me ofreció ir a hacer mi proyecto de tesis con él, lo cual nos brindó la oportunidad de acceder a laboratorios de Oncología Traslacional de primer nivel mundial, con muestras médicas de pacientes, manteniendo la cotutoría con la doctora Katherine Marcelain, del DOBC; para ello, se me permitió dejar la formación de especialidad para mi retorno. Allí realicé en primer término todo un entrenamiento en cuanto a técnicas de laboratorio, indispensable para mí porque al ser médico no contaba con una formación muy amplia en ese sentido; luego de eso logré hacer mi proyecto de tesis, publicando dos papers en muy buenas revistas”.
A su regreso en el 2022 a la beca de subespecialidad en el HCUCH, pudo postular a una beca de Estadía Clínica de la European Society for Medical Oncology, ESMO, por lo que cursó una pasantía en Oncología Mamaria en el Hospital Clinic de Barcelona, con el Dr. Aleix Prat MD./Ph.D. “Fue una experiencia más concentrada en ver lo asistencial, en un centro que tiene un alto volumen de pacientes y que, además, realiza mucha investigación académica, por lo que durante casi 4 meses que estuve junto a ellos discutimos bastantes casos clínicos y pude ver cómo se estudiaban los pacientes con muchas plataformas genómicas, de biopsia, de tumores primarios y metástasis, de plasma para poder tomar las mejores decisiones médicas, relacionando estas herramientas de diagnóstico que apoyan la terapia más personalizada con posibles investigaciones”. Esa formación se complementó con un programa de Fellow de Oncología FDA-AACR en modalidad semipresencial, “siendo el único residente de un programa fuera de Norteamérica en realizarlo y cuyo objetivo fue adquirir conocimientos de cómo se organizan, desarrollan, ejecutan y evalúan en forma crítica los estudios clínicos farmacológicos en cáncer”.
Investigaciones de punta
Durante su proceso de formación clínica en el país, pudo además integrarse a diversos estudios, como uno orientado a crear un panel de biopsia líquida para cáncer de mama metastásico, liderado por la Dra. Marcelain, y otro, en colaboración con el Massachusetts Institute of Technology, MIT, logrando firmar acuerdo entre Facultad de Medicina, Ciencias Físicas y Matemáticas de Universidad de Chile y MIT específicamente para trabajar en Inteligencia Artificial y Salud. Actualmente se encuentran probando en pacientes chilenas un software que permitiría predecir riesgo de cáncer de mamas a través de mamografías. Para ello, está trabajando con la Dra. Susana Mondschein, académica del Departamento de Ingeniería Industrial de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y en convenio con la plataforma perteneciente al Ministerio de Salud, como es Hospital Digital, analizando mamografías de su base de datos de manera de ver la capacidad predictiva de este software en la población femenina nacional y así, a futuro, estudiar su implementación en la salud pública, “puesto que el MIT lo pone a disposición sin costo”.
Al unir las líneas de investigación predictiva mediante algoritmo, así como el análisis genético del cáncer de mamas, “podríamos tener avances en el proceso de personalización de las terapias oncológicas. Por ejemplo, si tenemos buenos resultados con el software y complementamos ese avance con el estudio de los SNIPS o variantes de polimorfismo que pueden contribuir al riesgo de cáncer de mama de nuestra población realizado por diferentes académicos de la Universidad de Chile, podríamos pensar en modelos que sean aún más completos en capturar el riesgo individual de desarrollar esta enfermedad, para que según ese riesgo se pueda hacer un seguimiento precoz y un tratamiento personalizado, lo que llevaría incluso a un mejor aprovechamiento de los recursos en términos del uso de los nuevos medicamentos que han aparecido, de probada eficacia, pero de muy alto costo”, dice el doctor Marín.
Uniendo dos mundos
El doctor Aleix Prat, del Hospital Clinic de Barcelona, comenta que “el desarrollo de programas MD/PhD en oncología en Latinoamérica es un gran paso que ayudará a formar líderes y a reducir las diferencias en el acceso a tratamientos y diagnósticos moleculares avanzados en la región”. Por eso es que, añade el doctor Marín, el Programa de Doctorado en Ciencias Médicas asociado a la subespecialidad de Oncología Médica —hasta el momento único en el continente—, “brinda una tremenda oportunidad para seguir pensando en un área tan importante como es el cáncer, desde la investigación y hacia la personalización de las terapias. El objeto es poder unir estos dos mundos; y, en ese sentido, pienso que el DOBC debe transformarse en ese espacio de convivencia universitaria, desde la docencia, la investigación y la extensión, poniendo al centro preguntas que nacen desde los pacientes, desde el mundo clínico, y como juntos somos capaces de llegar a respuestas. Ahí tenemos una tarea muy bonita de seguir trabajando en esa imbricación de estos dos espacios y de todos los espacios que hacen oncología en la universidad”.
En ese sentido, el doctor Marín señala que espera poder contribuir al desarrollo de su programa formativo, “para que sea altamente competitivo y que brinde la mejor formación posible en distintas áreas de la oncología, como radioterapia, anatomía patológica o cirugía, porque el cáncer es una enfermedad multidisciplinar por esencia. Y que ojalá esos futuros egresados tengan posibilidades de inserción académica en nuestra institución”.
Desde su perspectiva, acota, fue muy relevante contar con la posibilidad de modificar el itinerario formativo del programa para contar con el tiempo necesario para desarrollar la formación doctoral. “Yo sé que está intencionado en los programas de especialidad que exista el espacio para que el alumno vaya a los laboratorios, pero eso es insuficiente. Para aprender de verdad cómo se realiza investigación hay que estar allí, pero además el tutor debe tener la visión de estos dos mundos, porque un programa como este requiere de una pregunta de investigación que venga sustentada desde la clínica y eso no es tan fácil de aterrizar. Si se espera que a través de la beca el alumno pueda tener esa mentalidad yo creo que no se logra bien, porque no hay tiempo suficiente, porque por ejemplo hay que cumplir turnos, entonces la imbricación de ambas áreas se hace muy difícil si es que no hay un tutor que oriente en esa dirección. Ahí quizás sea mejor replantearnos cómo está organizado el programa para permitir que el alumno pueda desarrollar las destrezas de investigación en el laboratorio y en forma adecuada, para formar un buen MD/Ph.D”