El 17 de noviembre pasado Gabriela Martínez, doctora en Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina, directora de Extensión y Educación del BNI y directora ejecutiva de Fundación Ciencia Impacta, fue destacada por El Mercurio como una de las “100 Mujeres Líderes 2024”. Emocionada por el hecho de que recibir esta distinción significó una postulación unánime entre todos sus equipos de trabajo, espera que le dé la visibilidad necesaria para llegar a nuevos espacios: “Como científica tenemos un rol social; en mi caso, yo decidí llevarlo a la investigación y a la educación, pero también tenemos un rol en el desarrollo de políticas públicas”.
“Mentes transformadoras” se creó en el BNI en 2016, desarrollando una sólida trayectoria en la capacitación de profesores de educación media para la enseñanza de las ciencias. Para ello, estableció una fructífera alianza con Howard Hughes Medical Institute, con el objeto de poder utilizar su plataforma Biointeractive. Así, en los últimos ocho años este programa ha capacitado a más de 1.500 docentes, los cuales trabajan con cerca de 90.000 estudiantes en distintas zonas de Chile, abarcando el 95% del territorio nacional.
“Cuando empezamos a evaluar estas capacitaciones nos dimos cuenta de dos aspectos claves: uno es que a los profesores les gusta venir pues consideran que es un buen programa ya que les genera confianza en su práctica pedagógica. Pero también que hay limitaciones estructurales para el docente que llega con una nueva metodología a su escuela, pero no puede implementarla porque no está aprobada por los directivos”, dice.
Así fue como en el 2022 nació el proyecto Fondef que se implementó en Linares “con la idea de evaluar el impacto de Mentes Transformadoras, pero en la comunidad educativa completa; es decir, trabajando con los directivos, con los docentes y con los estudiantes, para entender si realmente hay interés desde los directivos de incluir esto como una estrategia o innovación pedagógica; y, por otra parte, ver si cuando el profesor implementa estas nuevas herramientas realmente tiene un impacto en el aprendizaje del alumno”.
El “aprendizaje velcro”
“Una de las cosas que queríamos hacer era llevar el programa a regiones”, indica Gabriela. “Al postular el proyecto buscamos asociarnos con instituciones fuera de Santiago. Fue la Municipalidad de Linares, quien estuvo dispuesta a recibir el programa, implementar estrategias pedagógicas innovadoras y darnos la posibilidad de introducirnos e involucrarnos con comunidades educativas. Nos permitieron trabajar con tres establecimientos: el Liceo Valentín Letelier, las escuelas Los Leones y Alejandro Gidi, que son de enseñanza prebásica y básica. Ahí tuvimos el primer desafío, porque nuestra experiencia venía de trabajar mayoritariamente con contenidos de enseñanza media, lo que implicó que tendríamos que modificar el contenido; principalmente, crear estrategias distintas para llevar la ciencia al primer ciclo básico; desarrollar habilidades y generar dinámicas en torno a la metodología indagatoria, a fin de cumplir los objetivos que también teníamos con los estudiantes más grandes”, señala la Doctora Martínez.
Para ello, no sólo incorporaron conceptos más lúdicos para facilitar la comprensión de la ciencia en los cursos iniciales, sino que, además, se vincularon con instituciones educativas de la región, tales como la Universidad Católica del Maule y Explora Maule, perteneciente a la Universidad de Talca, tanto para darles a conocer desarrollos realizados por académicos de la zona con los cuales pudieran sentirse identificados, como también para que reconocieran lugares y experiencias más cercanos a ellos. “Los investigadores de Explora Maule tienen un trabajo muy importante al relevar la flora y fauna de la zona, a partir del cual generamos material pedagógico donde los niños ven todas las especies que están en su región y así pueden identificar cómo se alimentan, cómo se relacionan y también cómo impactamos sus ecosistemas, por ejemplo, con la contaminación industrial, la utilización de pesticidas en la agricultura o la plantación de monocultivos. Esto es interesante porque los y las docentes nos han dicho, de forma muy transversal en estos ocho años, que los niños saben mucho de jirafas y de elefantes; pero en Chile no tenemos jirafas ni elefantes, a menos que vayan al zoológico. ¿Cómo se transmite el cuidado del planeta y su entorno, cuando no conocen qué es el monito del monte, el gato guiña u otras especies? Esta situación nos desafió a capacitar a los docentes con estrategias muy alineadas con su contexto y adaptadas a su realidad, con actividades innovadoras y en dimensiones que puedan implementar en los colegios”.
Esa nueva perspectiva, añade Gabriela Martínez, es la que ella llama trabajar desde el concepto del “velcro”: en que un conocimiento básico va enganchando a otros, formando redes y conexiones, asociando contenidos entre lo que la persona sabía y lo que acaba de aprender. Así nacieron espacios como los “Vox Populi” dentro de las cápsulas audiovisuales, que recogen saberes de infancias y adultos de la zona sobre cómo funciona el mar, o cómo siembran o cultivan junto a sus familias y otros temas que luego se relacionan con el contenido científico del programa.
Usted decía que uno de los fundamentos del proyecto era conocer la efectividad de su implementación; ¿cómo hicieron esas métricas?
Para eso agregamos al equipo personas con mayor experiencia en la metodología cualitativa, con quienes creamos entrevistas semi estructuradas para los directores y jefes de Unidad Técnico Pedagógica de cada colegio; hicimos grupos focales con los 12 docentes de cada establecimiento con los que trabajamos, 36 en total, y encuestas a los estudiantes, cerca de 300. Hicimos una evaluación antes de partir, otra cuando terminamos los primeros cuatro talleres de un total de ocho, y una al cierre, donde recibiremos los últimos datos. Sería grandioso poder ver cambios en los resultados de pruebas estandarizadas tipo SIMCE, por ejemplo, pero para ello se requieren cambios más estructurales y profundos, que conllevan más tiempo.
¿Cómo sembraron la sustentabilidad del programa?
Ese es uno de los puntos que más hemos discutido y nos hemos cuestionado en el tiempo. Las estrategias y la implementación de nuevas formas de trabajar en la sala de clases, como la utilización de la indagación en la enseñanza, es algo que los participantes del programa nos han comentado que han recibido satisfactoriamente; además nosotras seguiremos generando más material que ellos puedan utilizar. En paralelo dentro de los objetivos del programa identificamos líderes pedagógicos, que puedan seguir desarrollando esta estrategia en trabajo colaborativo. Personalmente creo que hay una cosa que aún falta dentro del espacio educativo: es promover el desarrollo de redes de docentes, que se conozcan, que se relacionen e intercambien conocimiento entre ellos. La idea es que este sistema crezca, reconociendo dentro de las mismas personas que participan esa capacidad de liderar; eso también es parte de la valorización docente, y es uno de los sellos de Mentes Transformadoras.
“Esto no es una capacitación más”
Pero también en la implementación de los talleres, agrega Gabriela, se produjo un efecto de contagio: “Nuestros talleres son para 45 o 50 personas como máximo. Principalmente lo que nosotros hacemos es simular una sala de clase, para que los docentes tomen el rol del estudiante, y así contextualicen lo que les entregamos y vean cómo implementarlo. Cuando hicimos el convenio con la Municipalidad de Linares llegamos a 36 profesores, de modo que nos quedaron cupos disponibles, que abrimos a otros docentes; finalmente, participaron 65 docentes de nueve establecimientos, pues entre docentes se pasaba la voz sobre el programa Mentes Transformadoras. Hoy hay una intención de la Municipalidad de que podamos conseguir financiamiento para que mantener el proyecto y llevarlo a más colegios de la comuna; por eso es importante el hito de cierre que vamos a hacer el 18 de diciembre, porque vamos a tener a 400 docentes, o sea hay 340 profesores y profesoras que no han participado de Mentes Transformadoras que asistirán porque la Municipalidad cree que es algo que deberían conocer.
Por eso, detalla, “el paso siguiente para mí ahora es postular a Fondef IT, para poder escalar a otros colegios del Maule e incluso a otras regiones. De igual forma, me gustaría mantener una interacción con los colegios que ya hemos trabajado para hacer una evaluación a largo plazo y agregar otras escuelas, y así aumentar el impacto porque escucho a los docentes y ellos sienten que Mentes Transformadoras es un espacio que debería llevarse a todos los colegios de Chile, pues como ellos dicen: esto no es una capacitación más. Esto va mucho más allá”.
En ese sentido, finaliza, el premio de 100 Mujeres Líderes otorga una visibilidad que me va a permitir llegar a espacios que a lo mejor sin el premio no hubiera llegado. “Ahora estoy trabajando en la coordinación de la Mesa de Educación del Futuro, respaldada por el Senado, a través de la Comisión Desafíos del Futuro, la Cámara de Diputados y Diputadas y la Fundación Encuentros del Futuro, la cual cuenta con la participación de más de 200 personas. Creo que como científicos tenemos un rol social en el desarrollo de políticas públicas. Es importante entender cómo nos involucramos. Cómo hacemos que nuestra evidencia y conocimientos sean parte del desarrollo del país. Las políticas públicas deben construirse a partir de lo que sabemos. No edificarse a partir de algo que se nos ocurrió o copiar un modelo o programa determinado, pues conocer el contexto nacional es la clave para un correcto desarrollo. Implica conversar con evidencia y entregar conocimientos que permitan la mejor toma de decisiones para que finalmente eso impacte en una mejor educación y así construir una mejor sociedad. Es un ciclo y un sistema en que todas esas dimensiones tienen que estar conectadas y en diálogo constante, una simbiosis.