El programa de acompañamiento a la niñez y al desarrollo infantil (PANDI) dependiente de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile surge en respuesta a la alta demanda de atención de niños y niñas con diagnóstico o sospecha de trastornos del neurodesarrollo -autismo, déficit atencional, desafíos conductuales y/o sensoriales- de entre dos y seis años, residentes de la comuna de Independencia. “El programa permite abordar desde la docencia y la clínica varias aristas en relación a las problemáticas infanto juveniles” manifestó la profesora Valentina Escobar, precursora del modelo de atención.
El proyecto basó su creación en iniciativas como el Caregiver Skills Training, desarrollado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto a otros colabores internacionales, destinado a familias de niños con trastornos o retrasos en el desarrollo y que se ha ido pilotando en distintos países de la región. La iniciativa surge ante el aumento de la prevalencia de discapacidad intelectual, autismo y trastornos del habla a nivel mundial y busca capacitar a los cuidadores para que aumenten su confianza en las labores de crianza beneficiando, de esta manera, a sus hijos y a sí mismos con este aprendizaje. La encargada de coordinar estas acciones en la Escuela de Terapia Ocupacional, profesora María José Poblete, menciona que “generalmente estamos pensando en la atención individual para que el niño adquiera habilidades, pero la familia juega un rol crucial en ese proceso, por lo que deben ser parte de las terapias y comprender el desarrollo de su hijo”.
La iniciativa fue parte de la asignatura de cuarto año, Práctica Integrada IV, la cual tiene como propósito que cada estudiante lleve a cabo intervenciones de terapia ocupacional en contextos reales de intervención en salud. Tal como menciona el alumno participante del programa, Martín Cárdenas, “experiencias como esta ponen a prueba nuestras herramientas y habilidades que hemos desarrollado a lo largo de la carrera; la mayoría de los niños nunca habían sido atendido por terapeutas ocupacionales y eso fue desafiante para generar el vínculo con ellos y para hacer las actividades que programamos”.
En diez sesiones de una hora de duración cada una, las y los estudiantes organizados en duplas atendieron a un niño (en total 27 niños) junto con sus cuidadores, “al principio me sentía insegura, en especial cuando había que interactuar con los padres, pero pude darme cuenta de que cada familia tiene su propia dinámica, sus propios retos y preocupaciones”, comenta Rode Gómez, estudiante a cargo de atender a una de las niñas beneficiadas con este espacio.
Las duplas de trabajo, supervisadas por docentes, orientaron sus acciones a objetivos que tienen relación con fortalecer el vínculo de apego a través del juego; el entrenamiento en actividades básicas de la vida diaria como alimentarse, vestirse, utilizar el inodoro, entre otras actividades y el desarrollo de habilidades escolares como aumentar períodos de atención, o lograr mejorar el uso de lápiz y tijera.
Finalmente, Oscar Hernández, director de esta escuela de pregrado y profesor encargado de la asignatura, manifiesta que esta experiencia académica “permitió a los estudiantes poder vivenciar lo que se conoce como aprendizaje vinculado con el medio, y a los docentes nos permitió gestionar clases de otra forma, desde el aprender haciendo, lo cual es un aporte que nos gustaría continuar replicando”. Asimismo, Mariana Melloni, estudiante de cuarto año comenta que “brindar la oportunidad de recibir terapia ocupacional a niños que no tienen la posibilidad de atención, refleja el rol social que es parte de la profesión”, y sin duda el rol público de la Universidad de Chile. El equipo docente a cargo pretende dar continuidad al programa los años posteriores con la intención de poder generar evidencia científica en torno al modelo de trabajo.