En sus palabras a los presentes, la directora recordó, en primera instancia, los orígenes de la ESP, nacida en 1943, tras un acuerdo entre la Universidad de Chile, la Fundación Rockefeller y el Instituto Bacteriológico, dirigida por el doctor Hernán Romero. “En una de sus publicaciones, “La crisis del Seguro Social y la Reforma de la Salubridad” de 1958, profundiza en estos temas que aún hoy están vigentes. Nuestro aporte se construye desde una tradición de compromiso social, generación de conocimiento riguroso y formación crítica, que nos ha situado en un lugar de referencia nacional e internacional”.
Luego, se refirió a desafíos actuales, como las enfermedades no transmisibles, entre ellas el cáncer; la baja natalidad, el envejecimiento, el cambio climático, las nuevas y más agresivas patologías transmisibles, los problemas de salud mental y la necesaria modernización de los sistemas de gestión de la salud pública. “Los temas de salud aparecen como un pilar central de preocupación ciudadana. Se destaca la urgencia de ampliar cobertura, fortalecer la prevención y atender los determinantes sociales de la salud, como la pobreza y la vivienda. Aunque la ciudadanía identifica con claridad los problemas, no siempre emergen propuestas concretas, reflejando una sensación de estancamiento y falta de dirección en las soluciones estructurales. No podemos eludir nuestra responsabilidad en ello”.
Por lo anterior, señaló, y en atención al contexto político en este año electoral, “nos hemos autoconvocado como ESP a analizar críticamente las propuestas en debate y a visibilizar desde nuestra experiencia y saberes los caminos posibles para una salud pública más justa, democrática y al servicio de la dignidad de las personas”.
Posteriormente se refirió a la transdisciplinariedad que se cultiva en la ESP como respuesta a la creciente complejidad de los problemas sociales y a la fragmentación del conocimiento; “al adoptar este enfoque, las políticas públicas pueden ser más efectivas, legítimas y pertinentes al considerar las particularidades del contexto y al fomentar la co-construcción de soluciones”.
Por último, relevó el compromiso de su unidad con la formación de personas en salud pública, potenciando la capacidad de análisis multidimensional y el pensamiento crítico; con generar conocimiento transformador pertinente y con transferir “nuestro quehacer a la política y la práctica en un marco de compromiso social y ético, en conexión con las potencialidades y necesidades de la sociedad, para elevar el nivel de salud de la población, contribuyendo al derecho a una salud justa y equitativa”.
Formación en ética y probidad
A continuación, se premió a académicos y funcionarios con 10, 15, 20, 25 y 30 años de trayectoria laboral en la Escuela de Salud Pública, así como a quienes se acogen a jubilación, como Carlos Bahamondes y Andrés Varnero, miembros del personal, y los doctores Pedro Crocco y Juan Margozzini; este último pediatra y salubrista quien en 1967 se integró a esta unidad. La doctora Nelly Alvarado, como una de sus discípulas, revisó su carrera profesional, destacando su escucha activa, respeto y apertura como docente, “desafiándonos siempre a tener una postura crítica”.
Al cierre de este encuentro, el decano de la Facultad de Medicina, doctor Miguel O’Ryan, saludó a la comunidad de la Escuela de Salud Pública, para luego reflexionar respecto al rol institucional en “temas que nos competen, como la enseñanza de la ética y la probidad. El comportamiento cívico que reconoce el derecho de cada uno, pero a la vez debe comprometer el respeto al derecho del otro, parece estar alejado de la enseñanza escolar tradicional, sino estar sujeto a la formación familiar y pareciera ir en una tendencia a cierto extravío, fruto de una sociedad que se ha tornado más bien individualista, inclinada hacia el bienestar propio”. A manera de ejemplo, se refirió a la contingencia noticiosa en el ámbito del mal uso de licencias médicas, “acto que no considera el daño profundo que lleva produciendo en el desarrollo de las personas y de la sociedad y donde quizás hay una cierta liviandad en la ponderación de las acciones que realizamos en nuestras diferentes posiciones como profesionales. El mal uso o sobre uso de este instrumento va más allá; lo vivimos a diario en nuestra propia institución. Ante esta realidad nos corresponde mirarnos, en una reflexión individual y como comunidad, revisando procedimientos internos, con el apoyo de unidades emblemáticas como la ESP, para abordar temas complejos”. En ese mismo sentido, recordó que como institución “estamos en un proceso de ajuste curricular, por lo que es el espacio propicio para hacer estos cambios formativos; esta escuela tiene un rol fundamental, al transmitir los valores de la salud pública, al alero de principios éticos como la probidad y preocupación por el otro”.