La primera vez que el otorrinolaringólogo Felipe Cardemil ingresó a un pabellón, le tocó presenciar cómo se instalaba un implante coclear. "Me interesó tanto que todo lo que desarrollé en investigación de ahí en adelante se fue por ese tema", recuerda. Cuando transcurría la mitad de su residencia en el Hospital Barros Luco, congeló para ingresar al doctorado en Salud Pública. La tesis fue, naturalmente, un ensayo clínico sobre la hipoacusia, financiado con un proyecto FONIS que se adjudicó como investigador principal, la que le permitió doctorarse el año 2016.
"Pero cuando volví a la residencia me diagnosticaron un melanoma invasor y ver la experiencia desde el otro lado, de la de un paciente con cáncer en Chile y no del médico tratante me hizo cambiar el foco. A raíz de eso fui decantando en la investigación en oncología. Luego llegué al Hospital San Juan de Dios y comencé a dedicarme prácticamente el cien por ciento al cáncer", añade.
Formación atípica
Ya que en nuestro país un otorrinolaringólogo no puede entrenarse como cirujano de cáncer, el doctor Cardemil buscó nuevos horizontes en Australia, una de las zonas con más incidencia de esta afección a la piel en el mundo. Ahí, como becario del Sir Charles Gairdner Hospital, realizó un fellowship en cirugía de cabeza y cuello. Tras esto, se trasladó al University Health Network en Canadá para especializarse en cirugía oncológica y de reconstrucción microvascular en cabeza y cuello.
De esta forma el Dr. Cardemil fue profundizando en área poco explorada por sus colegas chilenos. "En nuestro país intervenciones como la cirugía de cáncer de lengua, amígdala, laringe, tiroides e incluso las de piel las hacen los cirujanos de cabeza y cuello. En otras naciones como Canadá, Estados Unidos o Australia, más del 90% de estas cirugías son realizadas por otorrinolaringólogos", explica.
Dos años y medio después, se ha reintegrado a la Facultad de Medicina para formar parte de los departamentos de Oncología y Otorrinolaringología, además de desempeñarse en el Hospital San Juan de Dios. Dentro de sus proyectos inmediatos está el desarrollar investigación que combine su interés por la salud pública y el cáncer, explorando estrategias que permitan medir la incidencia de esta enfermedad y la supervivencia de los pacientes.
Epidemiología en cáncer
"Estamos buscando contar con cifras más sólidas, pues a pesar de que existen registros poblacionales en la gran mayoría estos casos están subrepresentados", comenta el académico, agregando que en algunos tipos de cáncer la incidencia de países similares es doble o triple que en Chile, pero no se conocen las razones.
"No sabemos si esto es por factores geográficos o genéticos que nos protegen o porque simplemente no los estamos midiendo tan bien. Hemos estimado por ejemplo que la cantidad de cánceres de laringe es tres veces más alta de lo que está publicado. Y eso pasa porque estamos registrando mal: hay casos que se tratan en centros de salud privados que no se reportan bien, otros que eran muy rurales y avanzados y que no llegaron a los hospitales para el tratamiento, también está la posibilidad de haber quedado mal clasificados como por ejemplo que se rotularon como de faringe y no de laringe", profundiza.
A esto añade que junto al equipo con el que realiza investigación buscará desarrollar un estudio sobre el cáncer de orofaringe. "Queremos postular a un fondo de CONICYT de para estudiar algunos aspectos del Virus Papiloma Humano (VPH) y el cáncer de amígdala. En los países en desarrollo la gran mayoría de estos cánceres son causados por el VPH y en los países en vías de desarrollo todavía es causado por el tabaquismo y el consumo de alcohol", dice.
La idea es conocer cómo se comporta ese ese patrón en Chile, saber cuántos casos existen y su causa y determinar cuál es la distribución de pacientes entre el sector público y el privado. "De paso también tener números para contrastar con las cifras oficiales reportadas en Chile. Son bajísimas, lo cual es difícil de creer", apunta.
Mejorando la convivencia académica
Durante su estadía en la University of Toronto, el doctor Cardemil fue invitado a participar de la comisión "Optimizing our learning environment (OLE) working group", instancia creada para mejorar el ambiente académico, frenar la discriminación y el clima agresivo entre estudiantes, internos, residentes, fellows y faculties.
"Estaba conformada por las más altas autoridades de la facultad, representantes de postgrado, profesionales que analizaban datos y encuestas y cuatro representantes de los estamentos estudiantiles: un estudiante de medicina de origen asiático, un residente con ascendencia indígena canadiense, otra residente de una minoría sexual y yo en mi calidad de representante de los fellows y de origen internacional", cuenta.
En ese entonces, el académico se encontraba en su segundo año de entrenamiento clínico y era además el jefe de los fellows del Departamento de Cabeza y cuello. "En nuestra propia unidad tampoco éramos ajenos a esta realidad. Contrariamente a lo que uno pudiera pensar de los países desarrollados, estas formas de relacionarse son un problema actual y global", recuerda.
La comisión en la que participó durante un año trabajó en el levantamiento de información extraída de encuestas y testimonios de miembros de la comunidad. En una etapa posterior se creó una política institucional que estipulaba un protocolo de acción y sanciones clara para acabar con cualquier tipo de discriminación y trato inadecuado.
"Felizmente tras la vuelta a Chile he visto cómo hemos avanzado en este aspecto, por ejemplo en el propio Hospital San Juan de Dios. Existe una percepción de que este tipo de situaciones son inaceptables y que no pueden continuar ocurriendo", afirma. Respecto a la convivencia en el ámbito propiamente académico, el Dr. Cardemil subraya que la educación universitaria tiene todas las herramientas pedagógicas para ser una educación mucho más efectiva, "pero también el desafío es incorporar estos aspectos para lograr que la experiencia del que está aprendiendo y del que está enseñando sea más positiva"