Según explica el académico, este proyecto continúa la estrategia que desarrollaron en una investigación anterior, en el que junto a su equipo estudió el cáncer testicular desde un análisis farmacogenómico como un modelo para evaluar cómo las variantes genéticas relacionadas con la quimioterapia influencian la respuesta al tratamiento. “Encontramos que había varios factores genéticos vinculados al éxito o fracaso y seguridad de la terapia, y que podíamos con eso generar un modelo predictivo, una especie de ecuación con la que podemos ayudar a predecir los resultados y las reacciones adversas de los pacientes”.
Siguiendo ese esquema, en el nuevo proyecto Fondecyt se aplicarán factores farmacogenéticos en un cáncer de alta incidencia y mortalidad como es el colorrectal, “pero no sólo analizaremos las variables genéticas del individuo en particular, sino también de su tumor, con miras a ver por qué los pacientes tienen una respuesta distinta a la quimioterapia. Así, viendo las diferencias genéticas y clínicas, generaremos predictores de la respuesta terapéutica, entendiéndola como eficacia y toxicidad; es decir, cuán bien funciona el tratamiento y cuántos efectos colaterales o reacciones adversas produce en esa persona en particular”.
Para ello, cuenta dentro de su equipo de trabajo con el doctor Nelson Varela, también del Departamento de Oncología Básico Clínico, como investigador alterno, así como a los doctores Bettina Müller, del Instituto Nacional del Cáncer; Alicia Colombo, directora del Biobanco de Tejidos y Fluidos de la Facultad de Medicina; Dante Cáceres, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública y Juan Pablo Cayún, joven investigador que realizó su tesis de doctorado en el área.
Mejorar expectativa y calidad de vida
El proyecto se desarrollará en dos fases, explica el doctor Quiñones. En la primera, de análisis retrospectivo y con una cohorte de descubrimiento compuesta por 234 pacientes pertenecientes al Instituto Nacional del Cáncer, analizarán las variantes genéticas asociadas a la farmacocinética y farmacodinamia de la quimioterapia de cáncer colorrectal; esencialmente, la que se basa en diferentes esquemas basados en 5-fluorouracilo. “Esta etapa es eminentemente observacional; en base a las muestras de los individuos y los tumores diferenciaremos entre los que tienen buenos o malos resultados con sus tratamientos y veremos si tienen diferencias genéticas”.
La segunda parte será prospectiva y de validación, durante la cual reclutarán una cohorte de 144 pacientes también pertenecientes al INC, sobre quienes aplicarán el análisis realizado en el primer grupo de individuos, con el objetivo de predecir cuál va a ser el efecto que van a tener. “Así validaremos este modelo predictivo, calculando variables como la sensibilidad, la especificidad y valor predictivo”.
De esta manera esperan que, a futuro, los esquemas terapéuticos basados en 5-fluorouracilo puedan ofrecerse a los pacientes en base a su particular respuesta genética: “Que la alternativa sea usar aquel que genere menos efectos adversos y más eficacia, o también hacer modificaciones en cuanto a la dosis utilizada, producto del análisis que nos va a arrojar evidencias de mayor o menor susceptibilidad. El objetivo es llegar a un modelo predictivo que se aplique a cada paciente, para que según sus características de cada uno se determine la dosificación o la eliminación de alguno de los componentes de la terapia. Pensamos que en una próxima fase de esta investigación debería ser un estudio clínico, en base a un protocolo de validación intervencional de este tipo, porque en la actualidad los tratamientos son agresivos, con efectos secundarios severos, y no necesariamente muy eficaces. Esperamos brindar un tratamiento menos tóxico y con mejores resultados, aumentando la expectativa y calidad de vida”, finaliza el doctor Quiñones.