Por ello, con la mirada de quien ha dedicado su vida profesional a la infectología pediátrica y a la pediatría, junto con la formación de quienes la acompañarán y seguirán en esa misión a lo largo de todo el país, la doctora Santolaya reflexiona acerca de la evolución que ha tenido su especialidad: “siento que la pediatría ha cambiado bastante en los últimos 20 años. Debemos intentar tener las competencias necesarias para acompañar la vida de un ser humano desde antes de su nacimiento hasta que se asoma a la vida adulta, transitando por etapas tan diferentes como la vida intrauterina, el periodo de recién nacido, de lactante, preescolar, escolar y adolescente. Es quizás el período más marcador y alucinante de la vida de cada uno, donde nos hacemos cargo de la única especie que transita por la adolescencia para llegar a la madurez”.
En ese sentido, añade la académica del Departamento de Pediatría Oriente de la Facultad de Medicina, es necesario que “nos hagamos cargo del perfil de egreso de nuestro programa de título de especialistas en pediatría, que declara: “El pediatra es un especialista capacitado para acompañar, supervisar y controlar el normal crecimiento y desarrollo del niño y adolescente, desde un punto de vista físico, biológico y psicosocial, atendiendo integralmente sus necesidades de salud en los ámbitos de promoción de vida saludable, prevención y recuperación en caso de enfermedad”. Entonces en ese contexto, en un mundo con cambios sociales muy profundos, los pediatras necesitamos saber varias cosas más que lo indispensable para ver crecer a un niño adecuadamente sólo desde un punto de vista de desarrollo pondo estatural”.
Así, aparecen en el horizonte de estos especialistas temas como “las redes sociales, el bullying, la diversidad sexual, diversidad de familias, de tipos de alimentación. Tenemos que saber de consumo de alcohol y sustancias; también, saber manejarnos con familias que están mucho más empoderadas de sus opiniones en salud y que respetan otras formas de medicinas complementarias. Tenemos que saber navegar con gente que está a favor y en contra de las vacunas, con mascotas que forman parte de los núcleos familiares y duermen con los niños; en fin, debemos saber movernos sin prejuicios en una diversidad muy importante de familias u otro tipo de grupos humanos que protegen a los niños y que tienen creencias que pueden ser muy diversas a las nuestras como pediatras y como personas, y eso es muy interesante. Por eso el enfoque de la pediatría tiene que ser mucho más integral para poder ocuparse apropiadamente de lo que dice nuestro propio perfil de egreso en cuanto a los aspectos físicos, biológicos y psicosociales de estas pequeñas personas que están en crecimiento y que van a ser los futuros adultos de nuestro país”.
Especialistas del cambio
Al ahondar en qué características quisiera que alcanzara este especialista –y con la perspectiva que le otorga el haber dirigido la Escuela de Postgrado durante cuatro años, así como el Programa de Doctorado en Ciencias Médicas desde hace una década-, la doctora Santolaya señala que en primer término “debe ser una buena persona y un buen médico, con formación técnica y clínica sólida y actualizada. Además de estudiar mucho, el pediatra necesita atender a muchos niños para poder tener la integración de la teoría con la realidad, así como la sensación clínica de ver bien a los pacientes. Hay que ser cariñoso con los niños, estar conectados con la realidad social, ser empáticos, respetuosos de las diferencias y por lo tanto tener una alta capacidad para escuchar y una mente con la menor cantidad de prejuicios posibles. Lo que quiero enfatizar es que necesitamos una gran capacidad de adaptación a los cambios que la sociedad nos va mostrando, dado que como especialidad abarcamos un período extraordinariamente cambiante de la vida; si no tenemos capacidad de adaptación, nos vamos a convertir en personas lejanas. Y es importante comprender que el pediatra acompaña por muchos años a la familia, preocupándose del niño, de su núcleo familiar y de su entorno. La pediatría es una especialidad colectiva y eso es un desafío”.
¿Cómo evalúa el rol de la investigación en la formación de los pediatras?
Creo que hay dos cosas importantes: cualquier especialista tiene que tener dentro de su cabeza el método científico; significa que uno va a evaluar el conocimiento actualizado sobre un tema, va a ponderar lo que se sabe y lo que no se sabe, va a plantear una hipótesis, un objetivo y un método para resolver el problema, para luego dar un resultado y obtener una conclusión. El método científico es necesario para diagnosticar una diarrea o una neumonía; con esto no quiero decir que sea necesario que todos los pediatras hagan investigación, pero sí es indispensable adquirir esa forma de pensar, porque crea un hilo conductor que permite un razonamiento lógico para diagnosticar y tratar las patologías de los pacientes.
“En segunda instancia, estoy convencida de que es completamente necesario y un imperativo ético crear conocimiento nuevo aplicable a nuestra realidad, eso va en directo beneficio de los pacientes. Nosotros vemos que los hospitales que enseñan y que investigan tienen mejores resultados clínicos con sus pacientes, entonces yo lo veo como una sola actividad. A mí me cuesta mucho separar las horas que dedico a la asistencia, a la docencia y a la investigación, porque cuando estoy viendo un paciente y tengo un alumno a mi lado, estoy atendiendo al paciente y estoy haciendo docencia, intentando aplicar una forma lógica de pensar; estoy transmitiendo a ese estudiante una forma de relacionarme, con cariño, con empatía, con diálogo en que el alumno aprende a obtener la información, a cómo examinar a ese niño. Y luego vamos a ocuparnos de solucionar el problema en cuestión, y si no sabemos vamos a estudiar, a investigar más y por último eso va a crear una pregunta clínica, una curiosidad que es completamente necesaria en cualquier especialista, así como la honestidad para reconocer lo que no se sabe y averiguarlo, pues quizás se abre una nueva pregunta para poder investigar. Veo muy claro que la docencia y la investigación son dos herramientas que aportan muy favorablemente en el mejor resultado clínico de nuestros pacientes, y eso es lo que he tratado de hacer: integrar la docencia, la investigación y la asistencia directa de los niños para lograr mejores resultados”.
Trayectoria de excelencia
La doctora María Elena Santolaya es académica e investigadora en el Hospital Luis Calvo Mackenna, en la que desde muy temprano desempeñó cargos de alta responsabilidad, pues participó en 1997 en la creación y puesta en marcha del Centro de Investigación Clínica en su hospital; integró y presidió el comité de ética de investigación del mismo recinto y entre 2005 y 2014 ejerció como jefe de la Unidad de Infectología, así como fue elegida y reelecta directora del Departamento de Pediatría del Campus Oriente de la Facultad de Medicina. Fue nombrada profesora titular del plantel en 2009 y directora del Programa de Doctorado en Ciencias Médicas asociado a especialidad clínica desde el 2013 a la fecha; entre julio de 2014 y el mismo mes de 2018 asumió como directora de la Escuela de Postgrado de nuestra institución, mientras que en paralelo, entre 2014 y 2016, fue miembro del Consejo Superior de Ciencia y Tecnología de Conicyt-Fondecyt. Desde 2021 es miembro de número de la Academia Chilena de Medicina.
En cuanto a su labor como investigadora, destacan sus hallazgos que han representado valiosos aportes a los protocolos del Ministerio de Salud para el manejo de las complicaciones infecciosas de los niños con cáncer, así como la han hecho merecedora de numerosos premios y distinciones. Eso se concreta en que desde el año 2000 ha obtenido seis proyectos Fondecyt consecutivos como investigadora principal en la misma línea de trabajo, considerando el manejo selectivo de episodios infecciosos hasta biomarcadores genéticos y sistémicos de ocurrencia y gravedad de infecciones en estos pacientes. Por último, es referente internacional en su materia, a través de su participación en cinco sociedades científicas nacionales y extranjeras, sus más de 100 publicaciones en revistas científicas y su autoría en 22 capítulos de libros.