La profesora Ximena Lee, académica del Departamento de Educación en Ciencias de la Salud de nuestro plantel, explica que este proyecto sigue una línea de trabajo establecida por el Comité de Buenas Prácticas Docentes de su unidad, según la cual han ahondado tanto en las definiciones y sistematización de las interacciones y actitudes que pueden calificarse como macro y micro agresiones, como en las técnicas de enfrentamiento de estas situaciones que se utilizan a nivel individual, grupal e institucional.
Así, el CBPD -integrado por la profesora Lee y las doctoras Christel Hanne, directora del DECSA; Karin Kleinsteuber, neuróloga pediátrica y Tamara Rivera, de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, junto a las profesoras Paula Soto, del Departamento de Terapia Ocupacional y Ciencia de la Ocupación; Paulina Larrondo, del DECSA, y Denisse Quijada, directora de Equidad de Género-, inició hace cinco años el estudio de esta temática, “en base a un primer estudio realizado por la Asociación de Facultades de Medicina de Chile definiendo, entre otras cosas, el ambiente de aprendizaje clínico. Gracias a un proyecto financiado por el Colegio Médico de Chile, hicimos un primer proyecto según el cual definimos en el área de formación de especialidades de postítulo las buenas y malas prácticas docentes y, dentro de estas últimas, identificamos el macro maltrato y el micro maltrato”.
De ellos, la profesora explica que siendo el macro maltrato el más evidente, es el que ya tiene protocolos de manejo institucional, según los cuales se puede investigar y sancionar. “Pero el micro maltrato es el más permanente, pasa inadvertido, la gente lo normaliza con frases como “el profesor es así”, y se toleran actitudes como que se envíe a comprar café a las becadas, o que los trabajos rutinarios administrativos lo hagan los residentes. Y eso se hace tan frecuente que ya nadie lo nota”.
En ese sentido, añade que “en los cursos que hemos estado de buenas prácticas docentes se genera mucha discusión, ya hemos tenido casi 800 personas que han participado y nos han dado distintas visiones de la misma problemática. Y lo que pasa es que antes el docente era el dueño de la verdad y se aceptaba tal cual; pero como Universidad de Chile y en la Facultad de Medicina hemos avanzado en la línea de ir hablando de los derechos y deberes, las personas se han interiorizado de lo que corresponde y de lo que no en el entorno académico. Uno de los psiquiatras participantes nos explicaba que la “generación de cristal” la verdad es que son personas que tienen super claros sus derechos y sus límites, así como más conciencia de que la salud mental también se resiente, lo que difiere de cómo aprendimos los que venimos de generaciones más permisivas, en cuanto a lo que decía el profesor era ley y no se cuestionaba, aunque nos afectara emocionalmente”.
Por eso es que, con financiamiento del VII Concurso de Investigación en Educación en Ciencias de la Salud de Asofamech del 2023, continuaron esta línea de investigación, “para indagar cuáles son las técnicas de enfrentamiento de estas situaciones que usan las personas a nivel individual, grupal e institucional. De cara a este panorama, los participantes en el estudio señalaron diversas estrategias de afrontamiento: en el plano individual, destacaron la resiliencia y la formación personal como herramientas clave; como colectivo, el apoyo entre pares y la búsqueda de mentorías emergieron como recursos fundamentales, mientras que a nivel institucional, la participación en la formulación de políticas y los esfuerzos por generar cambios estructurales se identificaron como acciones necesarias para una mejora sostenible en este ámbito”.
Queda mucho por hacer
Entre estos posibles cambios, la profesora Lee destaca la realización de talleres que ya han tenido lugar y que ha llevado a que docentes y grupos académicos se manifestaran muy agradecidos al reconocer actitudes cotidianas que ellos tenían normalizadas y que se consideran como micro agresiones, para luego hacer una renovación de sus prácticas de enseñanza, eliminando dichas situaciones. “Pero todavía queda mucho por hacer: por ejemplo, incentivar a nivel institucional que cuando se hacen encuestas en este tipo de materias, donde hay que opinar acerca de posibles reglamentos, ojalá que todos participen. O que se concreten diversas medidas a partir de las evaluaciones docentes; pero también fortalecer los equipos de trabajo, hacer intervenciones tempranas, tener mediadores para resolución de conflictos. En el estudio, surgió como una categoría emergente la percepción de que las personas reconocen las distintas iniciativas de buenas prácticas promovidas en la facultad. Sin embargo, al momento de aplicarlas, consideran que su efectividad es limitada, lo que genera cierta sensación de desesperanza respecto a su impacto”
La académica enfatiza en la importancia de establecer buenas prácticas docentes libres de posibles macro y micro maltratos, entre otras razones porque al perpetuarse “Hemos identificado un fenómeno conocido como “circularidad del maltrato”, en el cual las personas tienden a replicar las conductas que experimentaron durante su aprendizaje. Este comportamiento, además, impacta a los compañeros y otros integrantes del equipo de salud que son testigos de estas situaciones, generando un efecto de propagación que lleva a la repetición de dichas prácticas"
Asimismo, agrega que gracias a los fondos concursables de Openics, el Ecosistema de Innovación en Ciencias de la Salud de la Facultad de Medicina, generarán un nuevo curso y protocolo orientado al buen trato, en el que crearán ambientes simulados con la participación de actores y actrices, para que los inscritos evidencien buenas prácticas y desarrollen estrategias personales, profesionales y docentes para enfrentar situaciones desafiantes en este ámbito.
El desarrollo y resultados de esta investigación fueron presentados por la profesora Lee ante los miembros de la Asociación de Facultades de Medicina de Chile, Asofamech, el 13 de enero de 2025.