“La sexualidad se aprende igual por donde sea —en la casa, en el colegio, por las redes sociales, etc.—, el tema es: ¿Cuál es la calidad de ese aprendizaje?”, planteó la profesora Ingrid Leal, directora del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (CEMERA), en la apertura del evento, realizado el pasado lunes 23 de junio en el Campus Norte de la Facultad de Medicina, gracias al patrocinio de la Dirección de Extensión de nuestro plantel.
Desde una perspectiva histórica y crítica, la profesora Leal abrió el debate subrayando que la educación sexual en Chile ha carecido de una política pública sostenida y basada en evidencia: “No existe una ley de educación sexual integral en nuestro país. Hay un proyecto durmiendo en el Congreso, mientras en los colegios, en las casas y en las redes sociales sigue habiendo aprendizaje sobre sexualidad, muchas veces desde la desinformación o el estigma”, afirmó.
Recordando la trayectoria de CEMERA, con más de 40 años de experiencia en salud adolescente, la académica explicó que “la educación sexual integral es una herramienta transformadora que permite construir comunidades más justas, inclusivas y saludables”. Según la profesora, en el contexto actual, “no hay quien se haga cargo oficialmente, pero la realidad es que siempre se aprende de alguna manera”.
Durante su exposición titulada “La necesidad de educación sexual en Chile: ¿quién se hace cargo?”, la directora del CEMERA abordó el tránsito desde una mirada paternalista hacia una comprensión de las adolescencias como sujetos de derecho: “Hoy, los adolescentes tienen el derecho a recibir información clara y oportuna. Ya no basta con proteger; se trata de garantizar el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos de manera efectiva, desde la salud, la ciencia, y la educación”, subrayó. No obstante, también reconoció que el camino es complejo: “No siempre es fácil. El marco legal es confuso, y la prensa muchas veces perjudica con titulares sensacionalistas que no ahondan en el fondo del problema”.
En este sentido, recalcó que las resistencias sociales, políticas y culturales persisten: “Hemos escuchado muchas veces que hablar de sexualidad con niños o niñas les hace perder la inocencia. Esa mirada es limitada y reduccionista. En cambio, los estudios muestran que informar, dialogar y acompañar protege, no pone en riesgo”. Y agregó: “La sexualidad no es solo genitalidad o prevención de riesgos. Es afectividad, identidad, vínculos, deseo. Por eso necesitamos avanzar hacia una educación que abarque todas estas dimensiones”.
La profesora Ingrid Leal también destacó el impacto diferenciado que tiene la ausencia de educación sexual en contextos de vulnerabilidad: “No tener acceso a información de calidad puede marcar una trayectoria de vida. La falta de educación sexual no afecta a todos por igual”, advirtió.
En ese sentido, propuso incorporar una mirada intersectorial que permita visibilizar y abordar estas brechas. “El problema actual requiere acciones coordinadas, coherentes y con objetivos compartidos entre los distintos actores —salud, educación, tomadores de decisiones— para enfrentarlo. Debemos ponernos de acuerdo por un bien común, que en este caso es el bienestar de niños, niñas y adolescentes”, señaló.
Respecto al rol del Estado, cuestionó la inacción: “El Estado tiene el deber de garantizar el acceso a derechos fundamentales, como la salud y la educación, pero seguimos esperando una voluntad política clara. Mientras tanto, en las escuelas, en los centros de salud, en las residencias, siguen pasando cosas y muchas veces no sabemos cómo abordarlas”.
Desde la dimensión intersectorial, Leal señaló que “si bien la articulación entre salud, educación y protección está llena de buenas intenciones, en la práctica nos enfrentamos a barreras idiomáticas, legales y de roles. No basta con tener objetivos comunes si no tenemos mecanismos reales para coordinarnos”.
¿Qué significa la “I” de la ESI?
En la segunda parte de la jornada, la profesora Daniela González, trabajadora social y académica del CEMERA, presentó la charla “Componentes de la Educación Sexual Integral (ESI)”, donde profundizó en el contenido, enfoque y objetivos de la ESI. “Cuando hablamos de educación sexual integral, hablamos de entregar conocimientos, valores y habilidades para que las personas, especialmente adolescentes, puedan tomar decisiones informadas. La información permite tomar decisiones autónomas”, afirmó.
La profesora González explicó que lo integral no se refiere solo a una suma de contenidos, sino a una mirada que articula lo biológico, lo afectivo, lo emocional, lo social y lo cultural: “La educación emocional es parte de la ESI. La sexualidad no empieza con el coito ni termina con la prevención. Se expresa desde la infancia, en los vínculos, en las preguntas, en las experiencias cotidianas”.
Subrayó también la importancia de incorporar una perspectiva de género, destacando que “la perspectiva de género no es una ideología, sino una construcción. Y como tal, puede cambiarse”. En ese sentido, llamó a cuestionar estereotipos profundamente arraigados. “El comportamiento de los adultos es distinto en función del género del niño. El castigo social muchas veces es mayor para los hombres”, señaló.
Para la profesora González, este cambio cultural, que considera profundamente necesario, no está exento de tensiones: “El cambio incomoda, porque nos interpela a mirar distinto el ordenamiento del mundo. Pero sin incomodidad no hay transformación. La ESI busca eso: remover certezas, promover reflexiones y generar condiciones para una vida más libre y justa”.
La académica también abordó el sexismo como un factor de riesgo para la violencia de género, enfatizando que “la forma en que enseñamos a amar desde niños, a través de las primeras experiencias de pareja, está marcada por estereotipos. Así es como hemos aprendido a amar, y por eso es tan importante revisarlo”.
Frente a la necesidad de avanzar, la profesora Daniela González entregó algunas recomendaciones: “Más que brindar respuestas, promover preguntas. La invitación es a seguir avanzando, a no asumir, siempre preguntar”. Y cerró señalando que, sin una política pública universal, “el acceso a la educación sexual integral dependerá de la suerte, del profesional que te toque o del colegio donde estudies. Eso no puede seguir siendo así”.
Posteriormente, el encuentro continuó con la charla "Educación de la sexualidad: ¿Qué educamos en cada etapa?", a cargo de la profesora Valeska Verges; y por último, la exposición titulada "CEMERA: Atención clínica en salud sexual y reproductiva: ¿Cómo derivar?", realizada por la profesora Amanda Gómez.
La jornada concluyó con un espacio de reflexión colectiva, donde los y las participantes tuvieron tiempo para realizar preguntas, compartieron experiencias, desafíos y propuestas para fortalecer una educación sexual que sea verdaderamente integral, respetuosa y transformadora.
Desde el CEMERA, recalcaron su compromiso por continuar generando espacios de encuentro e incidencia. Porque, como mencionó la profesora Ingrid Leal, “la educación sexual ya está ocurriendo. El desafío es decidir de qué calidad será”.