La neurodivergencia es un concepto que ha cobrado gran relevancia en los últimos años, ofreciendo una nueva perspectiva sobre las diferencias neurológicas en el funcionamiento del cerebro. A diferencia de un enfoque patológico, este término resalta que se trata de formas distintas de desarrollo, que se apartan de lo considerado neurotípico o normotípico (el funcionamiento cerebral estándar o común en la mayoría de las personas).
Cada vez más personas adultas han comenzado a cuestionar sus trayectorias vitales, explorando un posible diagnóstico de TDAH o autismo tras años de sentir que no encajaban en los patrones esperados. Para profundizar en este tema, conversamos con el doctor Ricardo García, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Infancia y Adolescencia de nuestra facultad.
El especialista subrayó que esta perspectiva se basa en la diversidad y los derechos humanos, señalando que “las personas neurodivergentes tienen modos de pensar, sentir, percibir y relacionarse distintos, que deben ser respetados y apoyados”. Las neurodivergencias abarcan un amplio espectro de condiciones, incluyendo el espectro autista, los compromisos en la comunicación y el lenguaje, el déficit de atención con y sin hiperactividad, compromisos cognitivos, dislexia, discalculia y variaciones en la sensibilidad a estímulos sensoriales, entre otros.
El camino a la salud mental
El diagnóstico temprano es fundamental, pero ¿Qué sucede cuando se crece sin el apoyo necesario? De acuerdo con el doctor García, “si el diagnóstico no se realiza de forma temprana, es altamente probable que aparezcan síntomas emocionales o conductuales, conformando un trastorno o enfermedad, de acuerdo a la concepción médica, que requerirá ayuda de distinta intensidad según cada persona, para lograr un desarrollo psicoemocional y un nivel de salud mental adecuado”.
El contexto social actual añade complejidad, ya que “los enormes cambios en la sociedad en el último tiempo —como el desarrollo tecnológico— han generado mayores factores de riesgo y un nivel de exigencia de adaptación y estrés que afecta especialmente a las personas más vulnerables, quienes requieren mayores niveles de ayuda en diferentes niveles de prevención”.
El doctor García distingue las manifestaciones tempranas de TDAH y autismo. Según explicó, “los niños del espectro muestran desde muy temprano una comunicación social distinta: las madres notan que no se acoplan en la relación madre-hijo, fijan poco o nada la mirada, no responden a estímulos maternales, pero sí se focalizan en objetos, colores, sonidos o texturas”.
En contraste, “el niño con déficit de atención mantiene el contacto, se interesa en lo que le gesticula o muestra la madre, aunque por su hiperactividad la atención dura menos tiempo que en los niños neurotípicos. Sin embargo, mantiene el vínculo con la madre y expresa gozo con ella”.
Al crecer sin un diagnóstico certero, estas diferencias se agudizan. Según el especialista, “los niños del espectro autista, especialmente los de buen nivel intelectual, son capaces de imitar conductas sociales. Aunque pueden tener dificultades, logran desempeñarse eficientemente en trabajos que les interesan y son integrados por su excelente desempeño laboral o académico”.
En el caso del TDAH, “las personas con déficit atencional pueden ser muy creativas, sociables y exitosas si comprenden su situación y trabajan en sus funciones ejecutivas y procesos de mentalización, que les permiten analizar sus propios procesos y sus relaciones con otros”. Esto solo se logra con el apoyo y tratamiento adecuados desde la infancia.
El diagnóstico en la adultez
La sospecha diagnóstica en la adultez a menudo surge de una acumulación de dificultades. En casos como estos, señaló el académico, los antecedentes familiares son cruciales: “El reporte de los progenitores o familiares es fundamental para generar el diagnóstico, pero la mayoría de las veces resulta sumamente difícil de rescatar en una historia clínica”.
Además, un diagnóstico tardío suele ir acompañado de “comorbilidades como ansiedad y depresión, y situaciones de intereses restringidos, dificultades en las relaciones de pareja, consultas motivadas por la conducta de sus hijos, cambios frecuentes de carrera o trabajo, o experiencias de bullying y maltrato laboral”, señaló el doctor García.
La evidencia científica respalda estas observaciones. Se ha demostrado que “las tasas de ideación e intento suicida en adultos autistas son significativamente más altas que en la población general” (Newell et al., 2023, p.4). En el caso del TDAH, una revisión concluye que “vivir con TDAH sin diagnóstico previo está asociado a mayores niveles de depresión, ansiedad y baja autoestima en la adultez” (French et al., 2024, p.15).
Un factor que contribuye al subdiagnóstico es que muchas herramientas clínicas no consideran diferencias de género y edad. Esto ha llevado a que “se diagnostiquen menos casos de autismo y TDAH en mujeres, y en promedio, más tarde que en los hombres”, acotó el doctor Ricardo García. Las razones incluyen “diferencias estructurales del cerebro”.
Las consecuencias de no contar con un diagnóstico oportuno son profundas. Puede producirse una “interferencia en el desarrollo emocional y conductual del niño, restringiendo sus posibilidades de adquirir habilidades para ser autónomo e independiente”. Lo más grave, a nivel biológico, es que “se pierde la oportunidad de influir en el desarrollo cerebral durante los periodos de mayor plasticidad para el aprendizaje de funciones fundamentales”.
El diagnóstico tardío también impacta en el ámbito laboral. Una investigación reciente reveló que “los adultos del espectro autista presentan una probabilidad dos veces mayor de desempleo en comparación con personas neurotípicas, incluso con niveles de educación similares” (Davies et al., 2023, p.6).
El impacto de recibir un diagnóstico en la adultez es altamente personal y depende de múltiples factores. Según el doctor García, este proceso “responderá de diferentes formas, dependiendo del nivel de desarrollo cognitivo, emocional, del acervo cultural y de la salud mental. Con frecuencia, debe estar facilitado por personas significativas del entorno social o de salud”.
La evidencia muestra que obtener un diagnóstico en la adultez “fue descrito como una fuente de alivio y validación, al brindar un marco para comprender experiencias pasadas y actuales” (Superson et al., 2025, p. 8), aunque también conlleva un “sentido de pérdida al reflexionar sobre las oportunidades que podrían haber sido distintas si el diagnóstico hubiese ocurrido antes” (Norris et al., 2024, p. 12).
Visión de futuro
El aumento de diagnósticos tardíos y la mayor demanda de evaluación han puesto a prueba al sistema de salud. Al respecto, el doctor García indicó que “actualmente este tema es un foco de interés y se han desarrollado instrumentos de diagnóstico con criterios confiables frente a las sospechas de neurodivergencia como déficit de atención y autismo”.
Bajo la perspectiva del académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Infancia y Adolescencia, el futuro de la salud mental en Chile enfrenta grandes desafíos: “Es necesario hacer estudios de prevalencia en adultos con métodos actualizados, aumentar la capacitación en diagnóstico y tratamiento con una visión de salud mental, y asegurar la participación de equipos multiprofesionales para evitar falsos positivos, diagnósticos diferenciales y comorbilidades”.
También destacó “los avances derivados de la promulgación de la Ley de Autismo, que ha permitido visibilizar esta condición a lo largo del ciclo vital y proyectar un plan progresivo para incorporarla en la atención de salud”.
La Facultad de Medicina de la Universidad de Chile está abordando de manera activa estas necesidades de capacitación y sensibilización. “Se creó el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Infancia y Adolescencia, que tiene a su cargo la formación sobre esta temática, incorporando el trabajo conjunto en carreras afines”, señaló el doctor.
Además, actualmente se está desarrollando un “proyecto de atención clínica de grupos neurodivergentes en el Campus Norte de la Facultad de Medicina” y se está apoyando la “creación de un programa de formación y atención inclusiva del autismo en nuestro departamento”. En esa línea, según la literatura, los servicios postdiagnóstico son “esenciales para mejorar la calidad de vida de los adultos neurodivergentes” (Brown et al., 2024, p.21).
Finalmente, el doctor Ricardo García invitó a reflexionar sobre la importancia de la inclusión, citando a António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas: “Cuando gocen de igualdad de oportunidades para ser autosuficientes y tomar sus propias decisiones, las personas con autismo estarán empoderadas para contribuir de manera más intensa y positiva a nuestro futuro común”.
Bibliografía
- Brown, C. M., Newell, V., Sahin, E., et al. (2024). Updated systematic review of suicide in autism: 2018–2024. Current Developmental Disorders Reports, 11(3), 225–256. https://doi.org/10.1007/s40474-024-00308-9
- Davies, J., Heasman, B., Livesey, A., Walker, A., Pellicano, E., & Remington, A. (2023). Access to employment: A comparison of autistic, neurodivergent and neurotypical adults' experiences of hiring processes in the United Kingdom. Autism, 27(6), 1746–1763. https://doi.org/10.1177/13623613221145377
- French, B., Nalbant, G., Wright, H., Sayal, K., Daley, D., Groom, M. J., Cassidy, S., & Hall, C. L. (2024). The impacts associated with having ADHD: An umbrella review. Frontiers in Psychiatry, 15, 1343314. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2024.1343314
- Newell, V., Phillips, L., Jones, C., Townsend, E., Richards, C., & Cassidy, S. (2023). A systematic review and meta-analysis of suicidality in autistic and possibly autistic people without co-occurring intellectual disability. Molecular Autism, 14(1), 12. https://doi.org/10.1186/s13229-023-00544-7
- Norris, J. E., Harvey, R., & Hull, L. (2025). Post-diagnostic support for adults diagnosed with autism in adulthood in the UK: A systematic review with narrative synthesis. Autism, 29(2), 284–309. https://doi.org/10.1177/13623613241273073
- Superson, W., Prokopiak, A., & Wodziński, M. (2025). Experiences of an autism diagnosis in adulthood: The role of grassroots epistemology in clinical settings. Journal of Clinical Medicine, 14(12), 4315. https://doi.org/10.3390/jcm14124315